BOSTON, sábado, 12 junio 2004 (ZENIT.org).- Dar estatus de matrimonio a las uniones del mismo sexo sigue siendo una patata caliente en el ámbito político y legal para muchos países.
Un caso es el de Estados Unidos. En Massachussets, por ejemplo, la liberalización de las leyes del matrimonio impuesta por los tribunales entró en vigor el 17 de mayo. No han tenido éxito los planes de cambiar la constitución del estado para restringir el matrimonio a las parejas heterosexuales, y la fecha más próxima para poder proponer una enmienda serían las elecciones de 2006, informaba el mismo día Associated Press.
En California, mientras tanto, continúan las audiencias en la corte suprema del estado sobre la legalidad de la medida del alcalde de San Francisco de autorizar matrimonio de parejas del mismo sexo. Hasta el momento en que la corte suprema ordenó a los funcionarios de la ciudad que bloquearan estas ceremonias, 4.100 parejas habían pasado por el proceso, informó el 12 de marzo Reuters.
En la vecina Arizona, la corte suprema del estado rechazó una demanda contra la prohibición de matrimonios del mismo sexo, informó AP el 26 de mayo. La corte, sin comentarios, otorgó un dictamen de apelación respaldando la ley estatal de 1996.
El tema también es de actualidad en otros países. Sin fanfarrias el estado brasileño de Rio Grande do Sul ha permitido que se casen las parejas del mismo sexo. AP informaba el 28 de mayo que la primera ceremonia había tenido lugar el día anterior, siguiendo una decisión judicial de hacía dos meses. El estado sureño de Brasil es el primero en permitir matrimonios del mismo sexo.
La decisión de la corte tuvo lugar cuando una profesora universitaria de orientación lesbiana que iba a hacer un viaje sabático al extranjero pidió a la universidad que pagara los gastos de su compañera. Como consecuencia de la negativa de la universidad, un grupo de jueces publicó una opinión defendiendo los derechos de las parejas homosexuales a buscar las mismas protecciones legales concedidas a las parejas casadas tradicionales. La decisión sólo puede ser cambiada por medio de una enmienda constitucional, según AP.
Propuestas en España y Australia
En España, el recién elegido gobierno del Partido Socialista podría introducir en breve la legislación que permita casarse a las parejas del mismo sexo, informó el 26 de mayo el diario ABC. El ministro de justicia, Juan Fernando López Aguilar, afirmó que las parejas del mismo sexo podrían tener los mismos derechos y privilegios que las parejas heterosexuales.
La determinación de liberalizar la legislación matrimonial, así como la que regula el aborto, ha sido evidente cuando la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, advirtió a la Iglesia católica que no impusiera sus normas a la sociedad. Su declaración tuvo lugar durante una reunión de los ministros del gobierno presididos por ella, informó el 29 de mayo el periódico El País.
En Australia, el gobierno federal está buscando una vía de acción contrastante. El primer ministro John Howard anunció una propuesta legislativa para añadir a la Ley del Matrimonio la definición del matrimonio como «la unión de un hombre y una mujer con exclusión de todos los demás que se unen voluntariamente para toda la vida», informó el 28 de mayo el Sydney Morning Herald. Otro cambio legislativo también podría prohibir a las parejas del mismo sexo el adoptar niños en el extranjero.
Pero las parejas del mismo sexo recibirían algunas gratificaciones legales, tales como pensiones de retiro para los miembros supervivientes de las parejas homosexuales, ahora restringidos a los casados y a las parejas de hecho heterosexuales.
El Partido Laborista en la oposición ha anunciado su apoyo a la definición de matrimonio, pero queda por ver si también votará la prohibición de la adopción. En el senado se necesita el apoyo del Partido Laborista, donde el gobierno no tiene la mayoría. Algunos parlamentarios, tanto del Partido Laborista como del Partido Liberal en el gobierno, se oponen a las propuestas.
El Comité para la Familia y la Vida de los obispos australianos celebró el anuncio del gobierno. «El matrimonio y la familia son relaciones únicas», afirmó el presidente del comité Mons. Eugene Hurley en una nota de prensa el 27 de mayo. «El compromiso de hombres y mujeres en la institución del matrimonio y su apertura a los hijos son la base de toda sociedad».
El resbalón de Escandinavia
Algunos de los que proponen los matrimonios del mismo sexo preguntan: ¿Si los defensores de la familia están tan convencidos de la importancia del matrimonio, entonces por qué no ayudar a la sociedad extendiendo las ventajas positivas de la institución a las parejas del mismo sexo?
Se dio una respuesta a esta pregunta por medio de dos largos artículos en la revista Weekly Standard. El 2 de febrero, Stanley Kurtz, investigador asociado en la Hoover Institution, echó en primer lugar una mirada a los países escandinavos. Suecia, Noruega y Dinamarca «han tenido algo parecido a un matrimonio gay pleno por una década o más», observaba. Lejos de robustecer el matrimonio, las leyes liberalizadoras «han reforzado la tendencia existente en Escandinavia de separar matrimonio y paternidad».
En Dinamarca, por ejemplo, el 60% de los niños primogénitos tienen padres solteros. En Noruega, el índice de nacimientos fuera del matrimonio subió hasta el 50%, desde el 39%, en el periodo 1990-2000. En Suecia, el mismo índice subió desde el 47% hasta el 55%.
En general, los países escandinavos se han visto marcados por un aumento «de la fragilidad de las familias basadas en la cohabitación y por los nacimientos fuera del matrimonio», observaba Kurtz. Teniendo en cuenta el alto índice de rupturas de las parejas en cohabitación, «el índice total de disoluciones familiares en Escandinavia ha aumentado significativamente» durante los años 90, afirmaba.
Kurtz observaba que, tras un intenso debate de 1991 a 1993 sobre el matrimonio del mismo sexo, el reconocimiento legal de las parejas homosexuales debilitó a los defensores del matrimonio, «poniendo un arma en manos de los que buscan reemplazar el matrimonio con la cohabitación».
En el artículo del 31 de mayo del Weekley Standard, Kurtz examinó la familia holandesa. Hasta hace poco, el matrimonio mismo era todavía fuerte como institución, incluso a pesar de que la cohabitación premarital era común. Pero en años recientes, los nacimientos fuera del matrimonio se han casi doblado, alcanzando el 31% cada año. Y un largo debate sobre el matrimonio del mismo sexo terminó con la legalización total en el 2001.
Como en los países escandinavos, un factor que ha contribuido a la aprobación holandesa del matrimonio del mismo sexo ha sido el debilitamiento del lazo entre matrimonio y paternidad, afirmaba el artículo de Kurtz. Y la desunión entre los dos se ha visto a su vez acelerada al diluir el matrimonio, extendiéndolo a los homosexuales.
El parlamento holandés revisó la legislación de paternidad en el 2001, extendiendo los derechos de las parejas casadas y de las parejas en cohabitación registradas a los que cohabitan sin registrar. Los cambios del mismo año en la legislación de impuestos extendió los derechos tanto a parejas registradas como no registradas. El matrimonio del mismo sexo, concluía Kurtz, ha llevado a «un replanteamiento del matrimonio como una serie flexible y moralmente neutral de opciones de relación».
Súplica del Papa
Juan Pablo II habló recientemente sobre la importancia de proteger el matrimonio de los intentos de debilitarlo. «La sociedad moderna rara vez presta atención a la naturaleza permanente del matrimonio», afirmaba el Papa el 22 de mayo al dirigirse a los obispos de Estados Unidos de las provincias de San Antonio y Oklahoma City en visita.
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br> El discurso del Santo Padre detallaba algunas formas con las que la Iglesia puede ayudar a las parejas casadas. Pidió a la Iglesia que ofreciera una mejor instrucción premarital dirigida a formar parejas en la vocación al matrimonio. El Papa también recomendaba que las comunidades reforzaran el apostolado de los ministros dedicados a la vida familiar y extendiera sus esfuerzos para traer de vuelta a la fe a las familias católicas.
Y para los jóvenes, «enfrentados a una cultura secular que promueve la gratificación instantánea y el egoísmo por encima de las virtudes del autodominio y la generosidad», el Papa pedía a los sacerdotes y a los laicos que reforzaran su apoyo y guía al hacer del ministerio de los jóvenes «parte esencial de sus programas diocesanos». Esfuerzos esenciales para resistir los intentos de debilitar mortalmente el matrimonio.