Las estadísticas ponen de relieve la importancia electoral que está acumulando la comunidad de origen hispano, en su mayor parte católica, residente en ese país y que podría determinar el resultado de los comicios del 2 de noviembre próximo.
En estas elecciones compiten, principalmente, John Kerry por el Partido Demócrata y George Bush por el Partido Republicano.
Según los últimos reportes, los hispanos ya rebasan los 40 millones de personas (39.6 millones en junio de 2003) y se colocan por encima de la población afroamericana como la primera minoría del país.
Además, es el grupo cultural con mayor crecimiento –13 por ciento desde abril de 2000– con tasas que alcanzan a ser cuatro veces mayores que la media de crecimiento de la población estadounidense.
Los grupos no hispanos crecen a un ritmo de 0.9 por ciento anual. Para el año 2050, según las proyecciones, la población blanca de Estados Unidos será la misma que la de las minorías de hispanos y población afroamericana.
La inmigración hispana aumenta millón y medio de personas por año, no obstante las medidas que desde el 11 de septiembre de 2001 ha tomado la administración Bush para asegurar las fronteras en contra del terrorismo y la recesión económica de los últimos años. El crecimiento promedio anual de Estado Unidos es de tres por ciento. La población alcanza ya los 291 millones de habitantes.
De la fuerza de la comunidad hispana y latina en general da fe el trabajo impuesto a Kerry y a Bush por sus respectivos equipos de campaña.
Kerry ha enfatizado su ascendencia católica –no obstante promueva en algunos foros la posibilidad de legalizar el aborto–.
Bush ha hecho hasta lo imposible por acercarse a México y a los inmigrantes de este país que forman la mayoría de los inmigrantes hispanos residentes del otro lado del Río Bravo. El actual presidente de Estados Unidos prometió una regularización que beneficiaría a más de cuatro millones de trabajadores mexicanos, aunque por el momento sólo ha sido una promesa.