Las inscripciones al 1º Congreso de sacerdotes en Filipinas desbordan las expectativas

La formación del presbítero y la crisis de vocaciones en el centro del encuentro

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MANILA, lunes, 21 junio 2004 (ZENIT.org).- «Por primera vez numerosos sacerdotes filipinos se reunirán en un encuentro exclusivamente dedicado a ellos». Así anunció el arzobispo de Manila, monseñor Gaudencio Rosales, la celebración del 5 al 9 de julio en la capital filipina del I Congreso nacional de sacerdotes, promovido por la Conferencia Episcopal del país.

Cerca de 3.700 sacerdotes y 90 obispos de 86 diócesis, vicariatos y prelaturas ya se han inscrito, superando las previsiones de los organizadores, reconoció el presidente del comité del congreso, Tita de Villa.

Incluso 2.500 familias de Manila se han ofrecido a alojar gratuitamente a los sacerdotes participantes, añade «AsiaNews» .

«Un clero renovado, una Iglesia renovada, un país renovado» es el título de esta cita cuyo programa contempla dos días de retiro espiritual, ponencias y debates pastorales y teológicos sobre el sacerdocio, en especial sobre la crisis de las vocaciones.

El versículo de la Biblia «Mirarán al que traspasaron», recogido en el evangelio de Juan (Jn 19, 37), orientará las reflexiones de los participantes.

La Iglesia en Filipinas experimenta actualmente una disminución de las vocaciones sacerdotales en las ciudades. Por ejemplo, de los 180 seminaristas del San Carlos Seminary de Makati, sólo 30 proceden de la archidiócesis de Manila. Entre los 200 sacerdotes que trabajan en las 92 parroquias de la capital, un tercio se jubilará en 5 años.

La importancia del congreso, de acuerdo con monseñor Rosales, está en afrontar la formación de los sacerdotes. Y es que hay quien contempla el sacerdocio como una posibilidad de «hacer carrera».

«El sacerdocio no es una carrera ni una profesión», subrayó el prelado. «Es una vocación. No es la llamada del sacerdote ni de la familia, sino de Dios a través de la Iglesia».

En este sentido «la formación al sacerdocio es fundamental. Es necesario purificar la intención de los jóvenes antes de que sean ordenados. Pero no hay seminario en el mundo que pueda hacer esto. Debe hacerlo la persona misma», concluyó monseñor Rosales.

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ZENIT Staff

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