JAÉN, jueves, 24 junio 2004 (ZENIT.org).- Los comunicadores cuentan –quizá sin saberlo– con el apoyo de grupos de oración de contemplativas contemplativos y enfermos, una idea creada por el periodista Manuel Lozano Garrido, más conocido como «Lolo».
Lolo a los 22 años quedó totalmente paralítico en una silla de ruedas y los nueve años finales de su vida –falleció el 3 noviembre 1971– también estuvo ciego.
De su profunda devoción eucarística y su recia y a la vez tierna piedad mariana sacaba las fuerzas para ser un inquieto apóstol entre los jóvenes a los que contagiaba su permanente alegría.
Esta convicción y su vocación de periodista y escritor le llevaron a fundar esta iniciativa pionera de oración por los comunicadores, «Sinaí».
De Sinaí hemos conversado con Rafael Higueras Álamo, el sacerdote que estuvo al lado de Lolo los nueve años finales de su vida y que estaba junto él en el momento de morir.
Hoy es deán de la Catedral de Jaén y vicario judicial del obispado, así como consiliario de la asociación promotora de su causa de beatificación (www.amigosdelolo.com, amigoslolo@wanadoo.es)
–¿Cómo surgió Sinaí?
–Rafael Higueras: Cuando Lolo ya estaba desahuciado totalmente por los médicos, hizo una peregrinación a Lourdes, en un tren de enfermos. Le acompañaba en aquel viaje Lucy, su hermana y enfermera de toda la vida. Lolo cuenta aquella peregrinación con todo detalle en las crónicas que publicó en «Cruzada», la revista de la Juventud de Acción Católica de Linares.
De siempre en Lolo había estado el «gusanillo» del periodismo: en sus años jóvenes antes de la invalidez continuamente trabajaba en emisiones de radio y es muy significativo este párrafo que escribe en sus años de vertiginosa tarea apostólica juvenil: «¿Qué os parece, jóvenes de Acción Católica? ¿No creéis que si en cada provincia o ciudad tuviéramos un micrófono de Cristo no sería ello el mejor y más valiente de sus adelantados?».
Es una nota características de Lolo esta vocación periodística y de escritor, hasta el punto de que ni la enfermedad trucó esa vocación. Son 9 los libros publicados y cientos los artículos de prensa que llega a publicar. Pues bien, al volver de Lourdes en el andén de tren de Atocha, se encuentra con algunos de los periodistas que entonces andaban creando PPC (Propaganda polar católica) y a partir de ese momento en Lolo surge la idea de crear esta obra «Sinaí, Grupos de oración por la prensa».
Cada grupo estaba formado por un monasterio de clausura y doce enfermos. Y a cada uno de esos grupos se encomendaba la oración y ofrecimiento de sus dolores por un determinado Medio de comunicación social. Al morir Lolo eran veinticinco los grupos formados. Y él decía que para él había sido uno de sus días más felices cuando recibió el Decreto de aprobación canónica de esta obra «Sinaí».
–¿Cómo está la obra Sinaí en la actualidad?
–Rafael Higueras: Al morir Lolo, aquella obra decayó un tanto. Lolo era el alma de aquella obra y él tenía una comunicación continua con aquellos casi trescientos enfermos y 25 monasterios; no sólo confeccionaba el Boletín periódico que cada dos meses publicaba y que servía de unión entre todos los asociados, era sobre todo el contacto personal de carta y teléfono que él tenía con todos y cada uno de ellos.
Antes de seguir adelante, quiero recordar algo que a mí me impresionó: Lolo siguió el desarrollo del Concilio Vaticano II, como si se tratara de estar allí mismo en la propia aula conciliar. Le ayudaban a ello sus amigos periodistas, cronistas entonces en Roma de aquel acontecimiento. Pero si todo el desarrollo del Concilio lo vivió Lolo apasionadamente, fueron de especial vivencia los días dedicados al documento sobre los medios de comunicación social; algo parecido fue también en los días en que se estudiaba el decreto sobre apostolado de los seglares. Se puede decir que la vida de Lolo era pionera en esos dos puntos del Vaticano II.
Porque Lolo veía la importancia de lo medios para la evangelización fundó esta obra Sinaí.
–¿Cuáles son los fines de Sinaí?
–Rafael Higueras: Lolo llegó a publicar –y recibió la necesaria aprobación canónica– los Estatutos de Sinaí.
Hace diez años se inició la causa de canonización de Lolo. Al trasladarse sus restos al templo de Santa María en Linares, sobre su lápida se puso una sencilla inscripción: «Siervo de Dios. Escritor y periodista». Era normal que si la vida de Lolo era heroica (esa declaración es el paso primero del camino hacia la canonización), era normal que también esa obra suya, «Sinaí», tomara otra vez el impulso que sirviera como signo de que el espíritu de Lolo seguía vivo.
La asociación que promueve la causa de canonización, se puso al habla con aquellos monasterios e incluso con los enfermos cuyas direcciones postales estaban en los ficheros de Lolo. Casi todos los enfermos ya habían fallecido, pero los monasterios van respondiendo de modo gozoso. En menos de un año son ya once los grupos «Sinaí», que tienen un monasterio y su correspondiente grupo de enfermos pidiendo por un concreto medio de comunicación social. No puedo dejar de decir que ZENIT es uno de los medios acogidos a esa preciosa tutela de oración y ofrecimiento por vuestra tarea evangelizadora.
Comenzamos el relanzamiento de la obra, remitiendo a los monasterios un pequeño y recientemente editado folleto que recoge artículos de Lolo dedicados a las religiosas y que él publicó mientras vivía en diversos números de revistas. Se han editado todos esos artículos con el título de «Al pie de la tapia». Ahora, los testimonios de las religiosas de clausura son conmovedores ante este relanzamiento de Sinaí. Ellas, por turno, cada día rezan la oración que Lolo compuso por los periodistas. Y cada uno de los monasterios ha hecho una unión muy bonita con los periodistas y con las publicaciones del respectivo medio tutelado.