La marcha del 1 de julio en Hong Kong encarnará una «protesta decidida», alerta monseñor Zen

HONG KONG, miércoles, 30 junio 2004 (ZENIT.org).- Lejos de tener un carácter de celebración, la marcha del 1 de julio en Hong Kong –por el 7º aniversario de su traspaso a China— será «una marcha de protesta», «pacífica» pero de «decidida protesta», anunció el obispo Joseph Zen Ze-kiun haciendo balance de estos últimos años de política del gobierno chino.

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Así se contiene en una carta del prelado publicada el domingo pasado en el semanario diocesano «Sunday Examiner».

Unos 300 mil ciudadanos de la antigua colonia británica –estima «AsiaNews»– se esperan en la manifestación, pero no tanto para festejar el aniversario del traspaso –como en cambio sostienen funcionarios chinos o simpatizantes de su política–, sino para pedir más democracia y autonomía, en especial para defender la elección directa del gobernador y el sufragio universal, aspectos que China quiere suprimir.

De hecho, el pasado mes de abril el Comité permanente del Parlamento chino invocó toda interpretación de la «Basic Law» (una especie de Constitución de Hong Kong –ratificada por Pekín— en vigor desde el fin de la dominación británica) y todo paso hacia una mayor democracia, violando el criterio «un país, dos sistemas» que garantiza a Hong Kong una amplia autonomía.

«Se me ha preguntado si intento “incitar” a los fieles a unirse a la marcha del 1 de julio –revela el obispo de Hong Kong, monseñor Zen–. Pienso que el verbo “incitar” tiene una connotación negativa, como si participar en la manifestación fuera algo malo. Al contrario, es algo bueno. Una marcha pacífica es un modo eficaz de compartir sentimientos comunes, desahogar frustraciones e indignaciones, dar esperanza a una situación desesperada».

«Contemplando los 7 años siguientes al retorno a China –analiza el prelado en su carta–, no hace falta mucho para comprende que valores fundamentales como la justicia y la compasión se han visto gravemente comprometidos en nuestra amada ciudad y que el gobierno debe asumir responsabilidad por ello».

«Políticas inhumanas se han sucedido una tras otra –denuncia–, la debilidad de la sociedad ha sido conducida hasta la desesperación: la reinterpretación de la “Basic Law” ha causado divisiones en las familias; las medidas administrativa han negado el derecho a la educación a los niños; la ordenanza sobre orden público ha intentado limitar el derecho de reunión».

Igualmente «cortes indiscriminados a las ayudas a los pobres han quitado 400 dólares al mes a los ya bajos salarios de los asistentes domésticos con el pretexto de un “fondo de formación”, mientras que los ciudadanos que llegan de China son castigados con una espera de 7 años para poder obtener ayudas; la diferencia entre ricos y pobres ha aumentado» y «a menudo el principio de legalidad ha sido perjudicado», añade el obispo de Hong Kong.

En cuanto a quien le acusa de adoptar una postura conflictiva hacia Pekín, monseñor Zen responde: «Algunas personas dicen que la reconciliación es mejor que el enfrentamiento. Cierto. Pero los que han causado daño deben repararlo».

«Nosotros tenemos buenas intenciones, amamos nuestro país, amamos Hong Kong. En este momento histórico, participando en la marcha del 1 de julio, esperamos sensibilizar las conciencias. Nuestro objetivo es obtener una colaboración cordial con cada uno y (…) una participación real en las discusiones sobre la reforma constitucional», concluye.

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ZENIT Staff

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