NAIROBI, 3 de julio de 2004 (ZENIT.org).- La Iglesia católica ha sido criticada desde hace tiempo por su oposición a la promoción del preservativo como parte de los programas de prevención del Sida y de las campañas de «sexo seguro». Pero la oposición a los preservativos no significa que la Iglesia no se preocupe por el Sida. El año pasado, la ministra de sanidad de Kenia, Charity Ngilu, elogió a la Iglesia por su papel en la lucha contra el VIH y el Sida, informó el 17 de agosto el Catholic Information Service for Africa.
Ngilu alabó a la Iglesia católica por su enfoque en tres áreas importantes: la prevención a través del conocimiento y promoción de un cambio de comportamiento; el cuidado y tratamiento de las personas que viven con el VIH/Sida; y el apoyo social y económico a quienes están infectados y afectados por la plaga.
Y la información hace poco publicada muestra la sabiduría del rechazo de la Iglesia a respaldar los preservativos. La revista Studies in Family Planning publicaba en marzo una amplia revisión de la literatura científica sobre el tema de los preservativos.
El artículo, «Condom Promotion for AIDS Prevention in the Developing World: Is It Working?» (Promoción del Preservativo para la Prevención del Sida en el Mundo en Desarrollo: ¿Funciona?), tenía como autores a Norman Hearst, profesor en la Universidad de California, y a Sanny Chen, una epidemióloga del Departamento de Sanidad de San Francisco. El artículo observaba que «medir la eficacia del preservativo es casi imposible». Una cifra de su eficacia aceptada comúnmente la sitúa en el 90%, afirma el artículo.
Pero esto no es suficiente para que los preservativos sean efectivos en la prevención del Sida. Por ejemplo, observa el artículo: «En muchos países del África subsahariana, los índices de transmisión del VIH han seguido siendo altos a pesar de los altos índices de utilización de preservativos». Los autores admiten que «no hay todavía un ejemplo claro de un país que haya parado una epidemia generalizada principalmente por medio de la promoción del preservativo».
El éxito observado en Uganda para reducir el predominio del Sida se ha debido a un programa que se centró en retrasar la actividad sexual entre adolescentes, promoviendo la abstinencia, respaldando la fidelidad a una única pareja, y la utilización del preservativo. La promoción del preservativo ha sido lo último en orden de importancia, observaba el artículo.
Hearst y Chen explican que la creciente utilización de preservativos no ha sido la responsable de la caída del Sida entre los ugandeses. «La principal causa de la caída de la incidencia en Uganda ha sido una bajada sustancial en el número de compañeros sexuales casuales», escribían. Su artículo también atribuye la caída del VIH entre las mujeres embarazadas en zonas de Zambia y Tanzania a la reducción en el número de compañeros sexuales.
En otro artículo, un grupo de expertos en VIH expresaban la necesidad de un mayor énfasis en el cambio del comportamiento sexual. «Parece obvio», afirmaba un artículo del 10 de abril en el British Medical Journal, «pero allí no habría ninguna pandemia global de Sida si no hubiera relaciones sexuales múltiples». El artículo se titulaba «Partner reduction is crucial for balanced ‘ABC’ approach to HIV prevention» (La reducción de compañeros es crucial para un acercamiento primario a la prevención del VIH).
Los autores explicaban que un alto número de parejas sexuales es «un elemento determinante crucial en la extensión de las infecciones transmitidas sexualmente. Además, la transmisión del VIH se facilita por la presencia de otras afecciones sexuales, que a su vez se multiplican al tener múltiples parejas».
El artículo también observa que, aunque se ha dado el mérito a los preservativos en la reducción de los altos niveles de infección de VIH en Tailandia, su uso se acompañó también «de una fuerte reducción» en el número de compañeros sexuales.
En cuanto a la campaña en Uganda, los autores establecen que es difícil probar una unión causal directa entre la promoción de la monogamia y la caída en los índices de VIH, aunque «parece probable que ha sido crucial para el éxito».
El artículo observaba que, a pesar de las evidencias de cómo la reducción de compañeros y la monogamia pueden reducir la extensión del VIH, muchos programas prestan poca atención a lo que esto significa. «Creemos que es imperativo que en las actividades en curso se comiencen a incluir (y a evaluar rigurosamente) mensajes sobre la fidelidad mutua y la reducción de compañeros para cambiar el comportamiento sexual», comentaban los autores.
No tan seguro
También se han arrojado dudas sobre la confianza de los preservativos en los programas de «sexo seguro». En los Estados Unidos, tienen lugar más de 15 millones de casos de enfermedades de transmisión sexual cada año, según el doctor Joe McIlhaney Jr., presidente del Instituto Médico de Salud Sexual, una organización sin ánimo de lucro con sede en Austin, Texas.
Escribiendo en el Atlanta Journal-Constitution el pasado 25 de agosto, McIlhaney observaba que las consecuencias de confiar en los preservativos pueden ser graves. Una enfermedad de transmisión sexual ampliamente extendida, el papilomavirus humano (VPH), causa más del 90% de los cánceres cervicales que, en el 2001, mataron a unas 4.100 mujeres en Estados Unidos.
«Basándonos en la ciencia y sólo en la ciencia, sólo hay una conclusión: los preservativos no hacen el sexo suficientemente seguro», comentaba McIlhaney. «Aunque los preservativos pueden reducir algo el riesgo, suelen dejar vulnerables a los individuos a una infección de una enfermedad de transmisión sexual».
Sus argumentos recibieron el apoyo de un informe para el Congreso de Estados Unidos del año pasado de los centros federales para el control y prevención de enfermedades. La directora de estos centros, la doctora Julie Gerberding, afirmaba que la mejor forma de evitar el VPH «es tener un único compañero sexual no infectado», informaba el 3 de febrero el Washington Times.
El informe recomendaba que los hombres y mujeres que no tuvieran una relación monógama redujeran el número de compañeros sexuales. El informe también observaba que muchos estudios muestran que los preservativos no previenen la extensión del VPH.
Silencio extraño
La promoción de la abstinencia recibió incluso apoyo en un largo artículo publicado en la New York Times Magazine del 13 de junio. Escrito por Helen Epstein, investigadora en el Centro para la Salud y el Bienestar de la Universidad de Princeton, el artículo observaba que muchos de los esfuerzos orientados a detener la extensión del VIH han obtenido resultados decepcionantes.
Epstein explicaba que ignorar la necesidad de promover la fidelidad en las relaciones sexuales «bien puede haber minado los esfuerzos para luchar contra la epidemia». Indicaba: «Los documentos de planificación del gobierno, los informes de las agencias de Naciones Unidas, las campañas de concienciación sobre el Sida y los curriculums educativos sobre el Sida guardan un extraño silencio sobre el tema».
Un ejemplo es la situación en Botswana. El Washington Times del 17 de junio describía cómo Tsetsele Fantan, líder de African Comprehensive HIV/AIDS Partnerships, financiado por el gigante farmacéutico Merck & Company y por la Fundación Bill & Melinda Gates, se sintió desconcertado al llevar a un visitante a una escuela primaria, cuyas paredes tenían carteles sobre el uso de los preservativos y cuyos niños cantaban canciones sobre los profilácticos.
«A tal edad, deberían haber cantado sobre ‘decir no al sexo’», afirmaba Fantan. «El mensaje debería haber sido sobre la abstinencia. Necesitamos enfocar mejor nuestro mensaje».
Kgomotso Ntsatsi, que dirige e
l Programa Cristiano de Intervención contra el Sida que promueve la abstinencia, explicaba que ella necesita más apoyo financiero para propagar el mensaje, informaba el artículo. «Los preservativos es la primera cosa en la que piensa la gente. Nunca se paran a pensar si funcionan», afirmaba. «Ha erosionado nuestra cultura de forma terrible. Los preservativos traen mucha más infidelidad y muchos más embarazos tempranos. Ahora parece que todo el mundo es promiscuo».
De hecho, hay signos de que muchos gobiernos están despertando a la necesidad de promover la abstinencia. Hace poco, Zambia prohibió la distribución de preservativos en las escuelas, informó el 15 de marzo la BBC. El ministro de educación Andrew Mulenga explicó que los preservativos animaban a los jóvenes a tener sexo premarital. Cerca de 120.000 zambianos mueren de Sida cada año, según cálculos de las Naciones Unidas.
La BBC citaba a Mulenga diciendo que a los estudiantes «se les debería aconsejar el abstenerse de sexo como una medida para luchar contra la enfermedad, en vez de animarles a utilizar los preservativos lo que promueve la inmoralidad».
La oposición de la Iglesia católica a los preservativos no se basa en estudios médicos. Más bien, dimana de un análisis profundo de la necesidad de integrar la sexualidad en una relación exclusiva y permanente que esté abierta a la vida en el contexto del matrimonio. La sabiduría de esta postura se está volviendo cada vez más clara.