CIUDAD DEL VATICANO, martes, 1 febrero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II reza este mes de febrero «por los enfermos, en especial por los más pobres, para que se les proporcionen atenciones y cuidados médicos dignos de seres humanos».
Así lo anuncia la intención general del Apostolado de la Oración, que el Santo Padre asume como propia para ofrecer sus oraciones y sacrificios junto a miles de laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos del mundo entero.
Ya reiteraba el Papa su preocupación por la dignidad del enfermo, especialmente por aquellos que carecen de recursos, cuando alertó en su mensaje para la IX Jornada Mundial del Enfermo (Sydney, 2001) que «la distribución equitativa de los bienes, querida por el Creador, constituye un imperativo urgente también en el sector de la salud».
«Es preciso que, por fin, cese la persistente injusticia que, sobre todo en los países pobres, priva a gran parte de la población de los cuidados indispensables para la salud –señaló entonces–. Se trata de un grave escándalo, frente al cual los responsables de las naciones no pueden por menos de sentirse comprometidos a hacer todo lo posible para que quienes carecen de medios materiales puedan gozar al menos de la atención sanitaria básica».
Recalcaba además que así como «promover la «salud para todos» es un deber primario de todo miembro de la comunidad internacional», «para los cristianos, además, se trata de un compromiso íntimamente vinculado al testimonio de su fe».
La constante atención de Juan Pablo II hacia los enfermos es una de las características de su pontificado. En 1984 abordó en la carta apostólica «Salvifici doloris» el significado cristiano del sufrimiento humano.
En 1992 instituyó la Jornada mundial del enfermo, cuya celebración fijó el 11 de febrero de cada año, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes, la misma fecha que eligió para publicar la citada carta apostólica y para instituir, el año siguiente, el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.
Y es que, como él mismo reconoce, «Lourdes, uno de los santuarios marianos más queridos para el pueblo cristiano, es lugar y, a la vez, símbolo de esperanza y de gracia en el sentido de la aceptación y el ofrecimiento del sufrimiento salvífico» (Cf. Carta de Juan Pablo II, 13 de mayo de 1992).
El objetivo de la Jornada mundial del enfermo –explicó el Papa al instituirla– es «sensibilizar al pueblo de Dios» y «a las varias instituciones sanitarias católicas y a la misma sociedad civil, ante la necesidad de asegurar la mejor asistencia posible a los enfermos».
Busca también «ayudar al enfermo a valorar, en el plano humano y sobre todo en el sobrenatural, el sufrimiento», apuntó.
Del próximo 9 al 11 de febrero África acogerá las celebraciones principales de la XIII Jornada mundial del enfermo, que tendrán lugar en el santuario de María Reina de los Apóstoles, en Yaoundé, Camerún.
El punto de referencia este año será la lucha contra el Sida. La preocupación por esta pandemia constituye el tema central del mensaje de Juan Pablo II para esta Jornada (Cf. Zenit, 30 de septiembre de 2004).
Al hilo de la intención general del mes de febrero, la celebración de la Jornada mundial del enfermo en tierras africanas «dará la oportunidad –explica el Papa en su mensaje– de manifestar una solidaridad concreta a las poblaciones de ese continente, agobiadas por carencias sanitarias».
Todos los meses, el Papa también ofrece sus oraciones por una intención misionera, que en febrero enuncia: «Para que en los misioneros crezca la conciencia de que sólo mediante un amor apasionado a Cristo se puede transmitir el evangelio de modo eficaz y convincente».