NUEVA YORK, viernes, 4 marzo 2005 (ZENIT.org).- El 28 de febrero la Comisión sobre la Condición de las Mujeres (Commission on the Status of Women – CSW) de las Naciones Unidas abrió en Nueva York su sesión, que durará hasta el próximo 11 de marzo, centrada en la promoción a nivel internacional de la igualdad de derechos para las mujeres.
La sesión de la CSW, más conocida como «Pekín+10», tiene lugar diez años después de que se celebrara la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres en la capital china, promovida por las Naciones Unidas.
Al final de aquel encuentro se adoptó una «Plataforma de Acción» (Platform for Action) orientada a sentar los presupuestos de la igualdad entre sexos y la atribución de mayor poder de decisión y responsabilidad a las mujeres.
Los participantes en estas dos semanas de discusiones están haciendo un balance de las metas alcanzadas por las mujeres en esta década, analizando diferentes argumentos, entre los que se encuentran la pobreza, la educación, la salud, la violencia, la economía, la autonomía en las decisiones y el ambiente.
Todos los años, tras la adopción de la «Plataforma de Acción», la Comisión ha estudiado las áreas críticas que en ella se contienen con el objetivo de verificar los progresos realizados y de presentar recomendaciones necesarias para acelerar su aplicación.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1979 se aprobó un documento denominado «Convention on the Elimination of all forms of Discrimination against Women» (CEDAW), que definía la naturaleza de las discriminaciones contra las mujeres y presentaba una agenda que los países signatarios de la Convención se comprometían a seguir para eliminarlas.
Las recomendaciones contenidas en la CEDAW no son vinculantes a nivel jurídico, aunque ejercen presión sobre los países para que adhieran a las interpretaciones de la Convención.
La semana pasada, en vísperas de esta sesión, las Naciones Unidas decidieron publicar el borrador de una breve declaración que debían firmar los altos delegados gubernamentales este viernes (al cierre de esta edición todavía no había tenido lugar la firma).
El texto será sometido después a la «Cubre del Milenio + 5», que tendrá lugar en septiembre de 2005 en Nueva York.
En el borrador de la declaración (Zenit todavía no había podido consultar la versión definitiva), las Naciones Unidas reafirman y se comprometen a aplicar la «Plataforma de Acción» redactada en Pekín, compuesta de 150 páginas.
Grupos de mujeres, sin embargo, han suscitado objeciones a este borrador de declaración. En las negociaciones, se presentaron enmiendas en las que se declara que la Conferencia de Pekín no creó «ningún nuevo derecho humano internacional» y no busca ampliar el derecho del aborto a nivel global.
Ahora bien, la declaración parece indicar implícitamente la existencia de estos «derechos», han afirmado oficiales de la ONU.
Por su parte, algunos grupos católicos consideran que algunas de las expresiones contenidas en el documento se oponen a la dignidad inmanente del ser humano.
Uno de estos grupos es el «Movement for the Advancement of Rights, Virtue, Education and Leadership» (MARVEL), dirigido por Jennifer Kimball, investigadora universitaria en Bioética. En las filas del MARVEL se encuentran abogados, filósofos, teólogos, psicólogos y periodistas.
«Queremos promover una reflexión en torno a la doctrina de la Iglesia sobre la complementariedad de los sexos», explica Kimball a Zenit.
«En este momento, la sesión está tratando de definir, bajo la presión del movimiento de las feministas radicales, el concepto de género, como algo construido socialmente», aclara.
En la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer (31 de mayo de 2004), la Congregación para la Doctrina de la Fe había observado ya esta tendencia de la sociedad contemporánea, que «para evitar cualquier supremacía de uno u otro sexo, tiende a cancelar las diferencias, consideradas como simple efecto de un condicionamiento histórico-cultural».
El texto alerta ante los riesgos de «esta antropología, que pretende favorecer perspectivas igualitarias para la mujer, liberándola de todo determinismo biológico».
Estas «ideologías», añade, «promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su índole natural bi-parental, esto es, compuesta de padre y madre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad y un modelo nuevo de sexualidad polimorfa».
La politóloga Erica Laethem, miembro de MARVEL, ha explicado a Zenit que para superar esta visión su movimiento está tratando de «informar a los delegados personalmente sobre todas las implicaciones que tiene cada párrafo del documento».
«De este modo, podrán constatar realmente cuáles serán las verdaderas consecuencias si se aplica el documento», añade.
«Muchos de los delegados que aquí han venido no siempre tienen la formación necesaria para comprender plenamente los conceptos que están detrás de doctrinas como la «teología del cuerpo», y con frecuencia no son capaces ni siquiera de definir lo que es la persona humana», añadido Kimball a Zenit.
«Vienen a discutir con necesidades e intereses totalmente legítimos para los intereses de las mujeres y los niños, pero necesitan ayuda», pues de lo contrario pueden ser manipuladas, añade Kimball.
Josephine Quintavalle, directora de «Comment on Reproductive Ethics» (CORE), también de inspiración cristiana, ha reconocido a Zenit que ha constatado puntos de acuerdo incluso con grupos de feministas radicales.
«Por ejemplo, sé que se pondrá sobre el tapete la cuestión de la recogida de óvulos entre mujeres para la clonación, pues hay científicos que piden acceso menos caro a productos de mayor calidad para la producción de los embriones», añade. Para obtener un clon humano, de hecho, se necesitan muchos óvulos.
Quintavalle ha constatado que también grupos radicales feministas están preocupados al ver el «abuso de mujeres de países pobres que se convierten en conejos de Indias, pues se les sustraen óvulos sin explicación, pagándoles una miseria».
La directora de CORE ha añadido: «Cuando se llega a realidades brutales que realmente dañan a la mujer, y abusan de ella como si se tratara de «material reproductivo» en el mercado de las biotecnologías, podemos encontrar un terreno común, que se convierta en trampolín de lanzamiento para una mayor coalición también en estos temas».