Vivir la Eucaristía, consejo del Papa a los sacerdotes

En la carta que les ha dirigido con motivo del Jueves Santo 2005

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 18 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II, desde su habitación del hospital, ha escrito una carta dirigida a todos los sacerdotes del mundo con motivo del próximo Jueves Santo en la que les deja su consejo más personal: vivir las palabras que pronuncian al celebrar la Eucaristía.

La misiva, algo más breve que en los años precedentes, firmada el 13 de marzo desde el Policlínico Agostino Gemelli, constituye uno de los documentos salientes de este Año de la Eucaristía (octubre de 2004-octubre de 2005).

«Os envío mi mensaje desde el hospital, donde estoy algún tiempo con tratamiento médico y ejercicios de rehabilitación, enfermo entre los enfermos, uniendo en la Eucaristía mi sufrimiento al de Cristo», afirma el pontífice antes de dejar espacio a confidencias.

«El sacerdote es alguien que, no obstante el paso de los años, continua irradiando juventud y como «contagiándola» a las personas que encuentra en su camino –dice por ejemplo–. Su secreto reside en la «pasión» que tiene por Cristo. Como decía san Pablo: «Para mí la vida es Cristo»».

«En el contexto de la nueva evangelización, la gente tiene derecho a dirigirse a los sacerdotes con la esperanza de «ver» en ellos a Cristo –añade el pontífice–. Tienen necesidad de ello particularmente los jóvenes, a los cuales Cristo sigue llamando para que sean sus amigos y para proponer a algunos la entrega total a la causa del Reino».

«No faltarán ciertamente vocaciones si se eleva el tono de nuestra vida sacerdotal, si fuéramos más santos, más alegres, más apasionados en el ejercicio de nuestro ministerio», sigue diciendo. «Un sacerdote «conquistado» por Cristo, «conquista» más fácilmente a otros para que se decidan a compartir la misma aventura».

Para lograr este objetivo, el obispo de Roma deja a sus sacerdotes su consejo central: «las palabras de la institución de la Eucaristía no deben ser para nosotros únicamente una fórmula consagratoria, sino también una «fórmula de vida»».

Se refiere a las palabras de Cristo con las que instituyó la Eucaristía, recogidas por los Evangelios y una carta de san Pablo, diciendo: «Tomad y comed todos, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros»; «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre…».

El presbítero, recuerda el Santo Padre, repite estas palabras «in persona Christi» (en la persona de Cristo). «En cierto sentido, el sacerdote debe aprender a decir también de sí mismo, con verdad y generosidad, «tomad y comed»».

«Su vida tiene sentido si sabe hacerse don, poniéndose a disposición de la comunidad y al servicio de todos los necesitados», añade el Santo Padre.

El Papa concluye su mensaje poniendo en manos de la Virgen Maria a los sacerdotes de todo el mundo, «especialmente a los más ancianos, a los enfermos y a cuantos se encuentran en dificultad».

«En esta Pascua del Año de la Eucaristía me complace hacerme eco para todos vosotros de aquellas palabras dulces y confortantes de Jesús: «Ahí tienes a tu madre»», reconoce.

La vigésimo cuarta carta de este Papa a los sacerdotes con motivo del Jueves Santo fue presentada a la prensa por el cardenal Darío Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el Clero, quien subrayó que «en el silencio de su sufrimiento», el obispo de Roma «repite con el ejemplo de una vida entregada «hasta la muerte» la afirmación de san Pablo: » nosotros predicamos a un Cristo crucificado … fuerza de Dios y sabiduría de Dios»» (1 Corintios 1 23-24).

Es posible leer la carta en la sección de «Documentos» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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