Discurso del Papa Benedicto XVI a los comunicadores

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 abril 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció este sábado el Papa Benedicto XVI al recibir en audiencia a unos 5.000 representantes de los medios de comunicación en la Sala Pablo VI del Vaticano.

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* * *

[En italiano]
¡Ilustres señores, gentiles señoras!

1. Me encuentro con vosotros con mucho gusto y os saludo periodistas, fotógrafos, operadores televisivos y a cuantos, de diferentes maneras, pertenecéis al mundo de la comunicación. Gracias por vuestra visita y particularmente por el servicio que habéis ofrecido en estos días a la Santa Sede y a la Iglesia católica. Dirijo un cordial saludo a monseñor John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, y le doy las gracias por las palabras que me ha dirigido en nombre de los presentes.

Se puede decir que, gracias a vuestro trabajo, durante varias semanas, la atención de todo el mundo ha permanecido fija sobre la basílica, la plaza de San Pedro y el Palacio Apostólico, en el que mi predecesor, el inolvidable Papa Juan Pablo II cerró serenamente su existencia terrena, y donde, a continuación, en la Capilla Sextina, los señores cardenales me eligieron como su sucesor.

[En inglés]
2. Gracias a todos vosotros, estos acontecimientos eclesiales de importancia histórica han tenido también una cobertura mundial. Sé muy bien cuánto esfuerzo ha supuesto para vosotros, obligados a estar lejos de vuestra familia y de vuestros hogares, trabajando con horarios prolongados y en condiciones a veces difíciles. Soy consciente de la competencia y la dedicación con que habéis llevado a cabo esta exigente tarea. Quiero daros las gracias por todo personalmente y, en especial, en nombre de los católicos que viviendo en países muy distantes de Roma, han podido compartir estos momentos emocionantes de fe en tiempo real. ¡Las posibilidades que nos ofrecen los modernos medios de comunicación son realmente maravillosas y extraordinarias!

El Concilio Vaticano II habló de las grandes potencialidades de los medios de comunicación. De hecho, los padres conciliares dedicaron su primer documento a este tema y dijeron que los medios de comunicación «por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana» (, 1). Desde el 4 de diciembre de 1963, cuando el decreto «Inter mirifica» fue promulgado, la humanidad ha sido testigo de una extraordinaria revolución mediática, que afecta a cada uno de los aspectos de las vida humana.

[En francés] 3. Consciente de su misión y de la importancia de los medios de comunicación, la Iglesia ha promovido la colaboración con el mundo de la comunicación social, especialmente a partir del Concilio Vaticano II. Sin duda, el Papa Juan Pablo II ha sido un gran artífice de este diálogo abierto y sincero, manteniendo durante más de 26 años de pontificado relaciones constantes y fecundas con vosotros, que estáis comprometidos en las comunicaciones sociales. Quiso dirigir uno de sus últimos documentos a los responsables de las comunicaciones sociales, la carta apostólica del 24 de enero en la que recuerda que vivimos en la «época de comunicación global, en la que muchos momentos de la existencia humana se articulan a través de procesos mediáticos, o por lo menos, con ellos se deben confrontar» («El rápido desarrollo», n. 3).

Deseo continuar este diálogo fecundo y comparto lo que decía el Papa Juan Pablo II sobre el hecho de que el «fenómeno actual de las comunicaciones sociales estimula a la Iglesia hacia una especie de revisión pastoral y cultural que le haga capaz de afrontar, de manera adecuada, el cambio de época que estamos viviendo» (ibídem, n. 8).

[En alemán]
4. Para que los medios de comunicación social puedan ofrecer un servicio positivo al bien común, es necesario la aportación responsable de todos y de cada uno. Es necesaria una comprensión cada vez mayor de las perspectivas y de las responsabilidades que comporta su desarrollo ante las repercusiones que tienen para la conciencia y la mentalidad de los individuos, así como para la formación de la opinión pública. No se puede dejar de resaltar la necesidad de referirse claramente a la responsabilidad ética de los que trabajan en ese sector, especialmente en lo que respecta a la búsqueda sincera de la verdad y la salvaguardia de la centralidad y de la dignidad de la persona. Sólo con estas condiciones los medios de comunicación pueden responder al designio de Dios que les ha puesto a nuestra disposición «para descubrir, usar, dar a conocer la verdad, incluso la verdad sobre nuestra dignidad y nuestro destino de hijos suyos, herederos del Reino eterno» (ibídem, 14).

[En italiano]
5. Ilustres señores, gentiles señoras: os doy de nuevo las gracias por el importante servicio que ofrecéis a la sociedad. Que llegue a cada uno mi cordial aprecio, asegurando un recuerdo en mi oración por todas vuestras intenciones. Extiendo mi saludo a vuestras familias y a quienes forman parte de vuestras comunidades de trabajo. Por intercesión de la celestial Madre de Dios, invoco abundantes dones de Dios para cada uno de vosotros, en prenda de los cuales os imparto a todos bendición.

[Traducción del original en varios idiomas realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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