La Acción Católica propone austeridad en la Primera Comunión y la continuidad formativa

MADRID, martes, 24 mayo 2005 (ZENIT.org).- El Movimiento Junior de Acción Católica en España pide que la Primera Comunión que celebran en este período numerosos niños se viva «como un momento crucial de una pastoral que debe tener continuidad» y recuerda que «la coherencia cristiana exige una celebración alegre pero austera».

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Así se expresa el movimiento –ocupado en la evangelización de la infancia– en un comunicado enviado a Zenit en el que reflexiona sobre el momento en que los niños «dicen por primera vez sí a Jesucristo participando de la comunión que nos hace ser uno con la Comunidad».

Pero la primera Eucaristía no significa un final, sino que –señala el texto– «debe enmarcarse en un proceso pastoral continuo que posibilite la maduración progresiva de la persona».

Y es que «enlaza, por una parte, con el Bautismo por el que fuimos incorporados a la Iglesia y, por otra, con la futura Confirmación que nos afirma como cristianos adultos para proclamar nuestra adhesión libre y responsable a la fe en Jesucristo, en el seno de la comunidad eclesial», explica.

«Por eso consideramos muy importante que el proceso catequético y formativo vivido por los niños y niñas tenga continuidad pastoral –reconoce el Movimiento Junior de AC–, favoreciendo el desarrollo de una tarea que no finaliza, sino que debe enlazar con nuevas etapas que exigen esfuerzo y creatividad pastoral para que las personas continúen su crecimiento».

Ello «supone un reto» –apunta– «para las familias que asumen la responsabilidad de educar a sus hijos en la fe cristiana y de convertir sus hogares en un espacio catequético y evangelizador continuo».

Pero también «exige a la Iglesia, a través de la comunidad parroquial y de diversas realidades pastorales, especialmente las que trabajan con la infancia, una voluntad de continuar con esa labor educativa y evangelizadora».

Supone igualmente –dice el movimiento– «para todos los cristianos en general, un compromiso serio en la transmisión de valores como única forma de hacer vida las convicciones que nos caracterizan como cristianos».

Por su parte «los niños y niñas deben descubrir que el sacramento de la Eucaristía no es un momento puntual, sino un hito en un recorrido que nos conduce a una fe más plena».

El movimiento recuerda a la comunidad eclesial y a la sociedad de que estamos ante un «acto de profundo significado religioso más allá de otras implicaciones que pueda traer consigo».

«Sin negar el carácter festivo de la primera Eucaristía, manifestamos que la coherencia cristiana exige una celebración alegre –por sí misma “expresión de la fe de toda la comunidad”– pero austera, una fiesta donde el auténtico regalo es la presencia de Jesucristo que nos hace hombres y mujeres nuevos más allá de cualquier adorno tan frecuente en una sociedad altamente consumista donde otros niños y niñas no tienen lo más básico para vivir», advierte.

Considera que «nuestra forma de vivir la primera Eucaristía es un modo de testimoniar el sentido que la celebración tiene, denunciando cualquier intento mercantilista de ciertos sectores sociales que buscan la oportunidad de hacer negocio y en el que, incoherentemente, tantas veces participamos».

«Sólo desde un planteamiento coherente podemos ser fieles a Jesucristo y prestar nuestro testimonio a una sociedad que sigue necesitando la presencia de personas dispuestas a hacer de su vida un servicio», concluye el Movimiento Junior de AC.

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ZENIT Staff

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