DETROIT, sábado, 28 mayo 2005 (ZENIT.org).- La inversión en bolsa no significa olvidarse de los principios éticos, como demuestra el ejemplo de algunos fondos mutualistas. Un perfil de los Fondos Mutualistas Ave Maria, en el Detroit News del 10 de mayo, describía el éxito de esta propuesta.
Fundada hace cuatro año, Ave Maria ha crecido hasta convertirse en una compañía que gestiona cuatro fondos, incluyendo uno lanzado el mes pasado. En total, los fondos tienen un total de activos de cerca de 300 millones de dólares. En el periodo que va desde que Ave Maria comenzó a invertir, todos sus fondos han obtenido más beneficios que el Standard & Poor’s 500 Index.
La página web de Ave Maria explica que sus fondos «están diseñados específicamente para inversores moralmente responsables que buscan buenas inversiones financieras en compañías que no violan las enseñanzas básicas de la Iglesia católica».
Además, explica que los fondos «toman una propuesta de invertir a favor de la familia». Esto implica examinar a las empresas en temas como el aborto, la pornografía, y las políticas que minan el sacramento del matrimonio. El Detroit News observaba que los fondos retiraron su inversión en PepsiCo el año pasado después de que el fabricante de bebidas comenzara a proporcionar cobertura sanitaria a parejas no casadas, incluyendo gays y lesbianas.
En Canadá, las inversiones hechas según «directrices socialmente responsables» se han vuelto cada vez más populares. Los activos invertidos según criterios sociales o medioambientales subieron, del 2002 al 2004, un 27% hasta los 65.460 millones de dólares canadienses (51.800 millones de dólares), según un informe de la Social Investment Organization. El Globe and Mail citaba el informe el 6 de mayo.
Una amplia variedad
La inversión ética, o inversión socialmente responsable (SRI) como algunos la denominan, puede utilizar varios criterios. Hay fondos específicamente católicos, como Ave Maria, o fondos que excluyen a compañías implicadas en actividades como el tabaco, el alcohol y el armamento.
El New York Times observaba el 1 de mayo que hay fondos musulmanes que excluyen a compañías de servicios financieros porque prestan con interés. También hay fondos de un solo tema, como el Sierra Club and Portfolio 21, que se concentra en el medioambiente. Otros fondos utilizan lo que el artículo denomina la «propuesta del mejor de la clase». En vez de eliminar un sector entero de la industria, el fondo invierte en la compañía más aceptable del sector.
Algunos fondos han recibido críticas, observaba el Times, porque no son suficientemente estrictos en sus criterios. El periódico citaba un informe de Paul Hawken, del Natural Capital Institute de San Francisco, que se mostraba crítico con muchos fondos por ser demasiado indiscriminados en sus inversiones.
El 15 de noviembre pasado, el Christian Science Monitor también informaba de las críticas de Hawken a los «fondos éticos». Un estudio publicado en octubre por el Natural Capital Institute mostraba que los fondos poseen acciones en el 90% de las firmas de la lista Fortune 500.
Pero tanto el Monitor como el Times observaban que el tema de decidir cómo invertir es complicado. Asimismo, depende mucho de cómo aplica cada fondo los principios éticos que propugna.
«Quisiéramos disponer de una técnica sencilla y clara para invertir los fondos», decía Anita Green, vicepresidente de investigación social en Pax World Funds en declaraciones al New York Times. «Hasta ahora no hemos encontrado un método para hacerlo».
El artículo del Times también citaba a Amy Domini, fundadora del Domini Social Equity Fund. Este fondo, junto con otros gestionados por Domini Social Investment, gestiona actualmente más de 1.800 millones de dólares, según su página web. Domini, observaba el artículo del Times, invierte en compañías como McDonald’s. Replicando a quienes critican la inversión en la industria de la comida rápida, Amy Domini decía al periódico que McDonald’s ha hecho algunos cambios, como usar servilletas hechas con papel reciclado y quitar los antibióticos de la carne de ternera.
El artículo del Monitor citaba a Garvin Jabusch, director del grupo de fondos Sierra Club. Los fondos, explicaba, evitan inversiones arriesgadas «que tienen ideales fuertes pero resultados cortos». En lugar de excluir toda compañía que no sea 100% aceptable, prefieren concentrarse en las corporaciones más importantes que hacen mejoras constantes en sus prácticas de negocios.
Sin embargo, el artículo reconocía que más de 600 fondos de todo el mundo mantienen la etiqueta SRI, y los inversores no siempre pueden estar seguros de lo que significa, puesto que las definiciones utilizadas por los fondos varían ampliamente.
Y algunas veces los fondos deciden vender acciones, incluso aunque estén dando beneficios, cuando ven que las compañías ya no son aceptables. Un artículo en el periódico británico The Guardian el 14 de abril describía cómo Pax World Funds decidió vender sus acciones en Starbucks, como consecuencia de la decisión de la empresa de introducir un licor basado en el café. Pax World Funds, descrito por el Guardian como uno de los primeros fondos SRI en Estados Unidos, excluía a empresas implicadas en el alcohol, el juego, los productos tabacaleros, la producción de armas, la pornografía y la energía nuclear.
Presionar a las compañías
El artículo también planteaba el tema de si tales fondos realmente pueden tener mucha influencia en la política de la compañía. En el caso de Starbucks, la decisión de Pax World Funds de vender acciones por valor de 23.4 millones de dólares no parece probable que tenga mucho impacto en la compañía con un valor actual de mercado que excede los 20.000 millones de dólares.
Sin embargo, la exclusión de las inversiones según criterios éticos sólo es una parte de la fotografía. Otra forma de tener impacto es ejercitar los derechos de voto como accionistas. The Guardian observaba que los inversores éticos en Estados Unidos han logrado ya 200 resoluciones sobre temas sociales y medioambientales en el desarrollo de los encuentros anuales de la primavera del 2005.
Reuters describía esta actividad en un artículo del 2 de mayo. El artículo informaba sobre algunas de las actividades del Interfaith Center on Corporate Responsability (ICCR), con sede en Nueva York. La organización ha logrado 264 resoluciones de accionistas este año, casi cuatro veces más que hace 20 años.
La página web de ICCR describe la organización como «una asociación de 275 inversores institucionales basados en la fe». Los miembros presionan a las compañías «para ser social y medioambientalmente responsables». El valor combinado de la cartera de las organizaciones miembros de la ICCR, informaba la página web, se estima en unos 110.000 millones de dólares.
El informe anual de ICCR para el 2003-2004 observa una amplia variedad de temas en los que la organización se está implicando, desde gobierno corporativo a calentamiento global, especulación financiera, derechos humanos y violencia en los vídeo juegos.
Principios morales
Tal gama de temas dará comprensiblemente una gama de opiniones. Sin embargo, el punto subyacente – que los inversores prestarán atención a los principios éticos cuando decidan donde va su dinero – está creciendo en importancia.
Como el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia explica, la enseñanza social católica valora el papel de los negocios y la economía de mercado (Nos. 334-5). El compendio también defiende el papel de los mercados financieros, observando que en una economía moderna las grandes inversiones necesarias no serían posibles sin los mercados de capital que pueden dirigir los ahorros para ayudar al desarrollo económico (No. 368).
Pero
el compendio también observa que en la economía de hoy los negocios están ocupando un papel más amplio y adquiriendo mayores responsabilidades en la economía de hoy. «Debido a la creciente complejidad de las actividades económicas, las decisiones tomadas por las compañías producen un número muy significativo de efectos interrelacionados, tanto en la esfera económica como en la social» (No. 344).
Esto trae consigo, continúa el texto, la responsabilidad por parte de los hombres de negocios de una creciente reflexión sobre los temas morales implicados en su actividad. El público en general también tiene un papel que jugar, añade el compendio, al decidir donde pone sus recursos financieros. Esto significa el hacer un juicio de valor sobre las posibles inversiones (No. 358).
La decisión de donde colocar los fondos es siempre una elección moral y cultural, dice el compendio, citando la encíclica de Juan Pablo II «Centesimus Annus». Una idea que está teniendo cada vez mayor aceptación entre los inversores.