COPENHAGUE, sábado, 2 julio 2005 (ZENIT.org).- Se han conocido una serie de nuevos casos sobre la fertilización in vitro en el 21º Encuentro Anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embrionología. En la conferencia, que tuvo lugar del 19 al 22 de junio en Copenhague, se escucharon los últimos desarrollos en la investigación.
El 20 de junio una nota de prensa en la página web de la conferencia explicaba que científicos del Reino Unido han probado que las células madre de embriones humanos pueden desarrollarse en el laboratorio hasta formas tempranas de células que pueden convertirse en óvulos o esperma. Esto abre la posibilidad de que los óvulos y el esperma puedan conseguirse de células madre y usarse para la reproducción asistida, la clonación y la creación de células madre.
Behrouz Aflattonian, del Centro para la Biología de Células Madre en la Universidad de Sheffield, recalcó que había todavía mucho trabajo por hacer antes de que los primeros resultados de laboratorio puedan pasarse a la realidad.
Associated Press publicaba un reportaje el 19 de junio sobre los experimentos en la Universidad de Sheffield, observando que algunos expertos habían expresado preocupación sobre los problemas éticos. «Abre nuevas y desafiantes posibilidades», afirmaba Anna Smajdor, especialista en ética médica en el Imperial College de Londres. «Puesto que la técnica puede usarse para generar óvulos de células de varón, las parejas gays podrían tener hijos genéticamente relacionados con ambos».
Otra nota de prensa el 20 de junio de los organizadores de la conferencia anunciaba que científicos de Bélgica habían descubierto cómo clonar embriones humanos de óvulos que habían sido madurados en laboratorio. Hasta ahora, los intentos de clonación humana habían utilizado óvulos madurados de forma natural y extraídos de mujeres.
La investigación llevada a cabo en el Hospital Universitario de Gante podría hacer más fácil a los científicos el crear líneas de células madre a partir de embriones clonados. El investigador Bjorn Heindryckx advertía, sin embargo, que todavía hay muchos problemas que superar. «Ninguno de estos embriones se ha desarrollado hasta la etapa de blastocisto, y el fallo al no lograr esto podría revelar algunos problemas en la activación de genes, especialmente en embriones clonados», explicaba.
«Turismo»
También se oyó en la conferencia que el número de parejas europeas que tienen dificultad en concebir hijos podría doblarse en la próxima década, informaba el 21 de junio el Times de Londres.
Hay cuatro factores principales que causan una disminución de la fertilidad, explicaba Bill Ledger, de la Universidad de Sheffield. Estos son: el aumento de edad en la que las parejas intentan tener un bebé por primera vez; el incremento de enfermedades de transmisión sexual; los elevados niveles de obesidad; y el declive de la fertilidad masculina.
Una de las formas en que las parejas responden a los problemas de fertilidad es viajar a países donde las leyes que rigen el tratamiento de fertilización in vitro sean menos rigurosas. Este «turismo reproductivo» fue alabado por Guido Pennings, profesor de ética y bioética en la Universidad de Gante, Bélgica, según una nota de prensa del 20 de junio.
Explicaba que hay un movimiento general a los centros de Europa del Este, debido a los costes más bajos. España también atrae a mucha gente, puesto que la ley permite pagar por la donación de un óvulo. Pennings afirmaba que prefería una situación donde prevalezcan las leyes liberales, y se mostró crítico con las restricciones de Italia, donde los votantes rechazaron recientemente una tentativa de abrogar la ley vía referéndum.
Preocupación por la salud
Pero no todas las presentaciones de la conferencia fueron tan positivas en su imagen de las técnicas de fertilización in vitro. Un reportaje de Reuters el 21 de junio observaba las dificultades asociadas con los bebés nacidos a través de estos métodos.
Los bebés concebidos por medio de la fertilización in vitro suelen nacer antes que los bebés concebidos de modo natural. Como consecuencia tienen un peso más bajo al nacer, lo que les lleva a pasar más tiempo en el hospital después de nacer.
Diane De Neubourg, del Centro de Medicina Reproductiva de Amberes, Bélgica, afirmaba que la causa de los nacimientos prematuros está en el número de embriones transferidos al útero materno durante el tratamiento de fertilización in vitro. «Creemos que nuestro trabajo muestra claramente que un único embrión transferido es mejor tanto para la madre como para el niño», declaró en la conferencia el 21 de junio.
Anja Pinborg, de la Universidad de Copenhague, añadió que la diferencia en la salud entre los embriones transferidos solos y la de aquellos de transferencias de múltiples embriones podría estar en la competencia en el útero. Los embriones múltiples compiten por los nutrientes y el aporte de sangre. E incluso si solo uno de los dos embriones sobrevive, no habrá tenido las mismas ventajas iniciales que un niño de una transferencia única.
Según Reuters, el número medio de embriones transferidos durante la fertilización in vitro varía ampliamente. La cifra media de transferencias de un único embrión en Europa es del 12%. Las transferencias de dos subieron de un 46,7% en el 2000 hasta un 51,7% en el 2001, según los datos presentados en la conferencia. Las transferencias de tres embriones cayeron de un 33,3% en el 2000 hasta un 30,8% durante el 2001, mientras que las de cuatro embriones bajaron del 6,7% al 5,5%.
Un reportaje del 21 de junio de Associated Press observaba que, en un estudio presentado en Copenhague, se mostraba que las mujeres que quedan embarazadas con óvulos donados tienen más probabilidades de que el embarazo se malogre, y de tener problemas de alta presión sanguínea, que aquellas que se someten a tratamientos de fertilidad con sus propios óvulos.
SunHwa Cha de la Facultad Universitaria de Medicina Sungkyunkwan de Seúl, Corea del Sur, explicaba que el riesgo era incluso más elevado si el óvulo donado era de una mujer que no fuera pariente de la paciente. Se cree que el aumento de riesgo se debe al hecho de que los óvulos donados, como los órganos y los tejidos trasplantados, no son genéticamente idénticos a los de la receptora y probablemente alertan al sistema inmunológico.
Otra presentación en el encuentro advertía de los peligros para una mujer al quedarse embarazada a una edad avanzada, informaba el periódico Scotsman el 22 de junio. Michael Suite, del Hospital Queen Charlotte de Londres, afirmaba que la edad ideal para tener un bebé estaba entre los 20 y los 30 años.
Explicaba que una mujer de más de 35 años que ya había tenido más de un hijo tenía un riesgo 100 veces mayor de morir de un coágulo de sangre en el pulmón que una madre primeriza de 20 años. Y una mujer de más de 40 años en Gran Bretaña tiene el mismo riesgo de mortalidad que una madre embarazada de Europa del Este – es decir, tres veces más alto que la media del continente. Además, en el momento en que las mujeres alcanzan los 42 años de edad, más de la mitad de los embarazos dan como resultado la pérdida del bebé.
«Las mujeres necesitan estar mejor informadas. No estoy diciendo que crea que las mujeres no deberían tener bebés con más de 40 años», afirmaba. «Sólo creo que deberían ser advertidas de los riesgos».
La ética
El Catecismo de la Iglesia Católica, en los Nos. 2373-9, subraya brevemente los principios éticos implicados en la consideración de las técnicas de fertilización in vitro. Tras expresar compasión por los apuros de las parejas que no son capaces de concebir, el texto explica que la Iglesia está a favor de la investigación que les ayude a superar este problema. Pero también advierte que tales
esfuerzos deben ponerse en el contexto de servir a la persona humana y respetar los derechos humanos.
Las técnicas que utilizan óvulos o esperma de alguien fuera de la pareja casada son inaceptables pues no respetan el vínculo matrimonial y niegan también al niño el derecho a nacer de una madre y un padre conocidos por él.
El Catecismo también expresa serias reservas sobre las técnicas que implican sólo a la pareja casada, en las que el acto sexual se disocia del acto procreativo. Además, el texto explica que «el hijo no es un derecho sino un don» (No. 2378). No es un mero objeto de propiedad, y, por lo mismo, no hay un «derecho al hijo». Puntos que proporcionan una útil orientación en medio de los constantes desarrollos científicos.
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Jul 02, 2005 00:00