CARACAS, martes, 19 julio 2005 (ZENIT.org).- Chávez «no trata de demostrar que un señalamiento es falso o erróneo, él lo que hace es intentar descalificar a la persona que hace el señalamiento»: con estas palabras ha reaccionado el cardenal Rosalio José Castillo Lara a las injurias que le lanzó el presidente de Venezuela el domingo, día en que se publicó una entrevista al purpurado.
Presidente emérito de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Castillo Lara, de 82 años, ya retirado en su pueblo natal de Güiripa (en Venezuela), no ha dejado de llamar la atención a la sociedad venezolana en torno a los peligros de la actual orientación ideológica del régimen político revolucionario liderado por el presidente Hugo Chávez
En una entrevista concedida al diario venezolano «El Universal» (www.eluniversal.com), publicada el domingo, el purpurado se mostró convencido de que en el país hay una «dictadura», definiéndola «como ejercicio despótico y arbitrario del poder concentrado en una sola persona». «Esa dictadura que gobierna a Venezuela está orientada directamente a establecer aquí una cubanización», mencionó además.
Alertó de que Chávez «ante todo apunta hacia su objetivo, que no es favorecer a los pobres, sino la concentración de poder».
«Esta llamada revolución, al principio veladamente, luego cada vez más abiertamente, ha tendido hacia la concentración de poder en el presidente –explicó el cardenal Castillo Lara-. Se pretende así eliminar todo lo que pueda ser oposición en Venezuela y mantener una situación que le permita gobernar indefinidamente».
Opinó que se trata del «gobierno más nefasto que ha tenido Venezuela desde que existe como república».
También desde que Chávez llegó al poder «comenzó a tratar de dividir a la Iglesia en la jerarquía, entre los obispos y sacerdotes»; «sólo que ha fracasado en su intento, porque todos los obispos, y subrayo, todos, están unidos en el mismo pensamiento –confirmó el purpurado-. En la forma de expresarse puede haber una diversidad, pero en conjunto todos están de acuerdo».
Aludiendo a lo que recientemente apuntaron los obispos de Venezuela (Cf. Zenit, 15 julio 2005), el cardenal Castillo Lara recordó que desde hace mucho tiempo él afirma que en el país «ya no hay democracia ni Estado de Derecho. Lo que tenemos es un barniz de democracia».
En el contexto actual el purpurado señaló que «la actitud de los venezolanos debe estar acorde con el artículo 350 de la Constitución. Es decir, el pueblo venezolano fiel a su tradición republicana y a la lucha por la paz, la libertad y la independencia, desconocerá (es decir, considerará que no existe, no aceptará) cualquier legislación, régimen o autoridad que contraríe los valores, principios y postulados democráticos y menoscabe los derechos humanos. Ahora, la actuación del Gobierno está llena de todo eso».
«Estamos en dictadura porque se han contrariado principios constitucionales y se han burlado las leyes para constituir el CNE [Consejo Nacional Electoral] y designar los jueces del TSJ. Se trata de graves violaciones que exigirían un desconocimiento», añadió.
Igualmente consideró que «las elecciones deberían ser el vehículo democrático para poder resolver estas situaciones, pero eso requiere una institución, encargada de celebrar las elecciones, que sea confiable y el CNE absolutamente no lo es. Todo lo contrario, ha sido fraudulento desde que comenzó su actividad, violatoria de la Ley Orgánica del Sufragio. Aquí estamos ante la expresión de una falsa mayoría creada para el referendo y en ese sentido no habrá elecciones, sino una pantomima organizada por el Estado».
Reacciones
El mismo día, el presidente Hugo Chávez, en su programa dominical «Aló Presidente» -de radio y televisión-, dijo que el purpurado era un «golpista y esto debe saberlo el Papa». Afirmó que el cardenal Castillo Lara «llama a desconocer al gobierno (porque) fue un alcahuete de los anteriores gobiernos, bandido, golpista, inmoral», cita «AP».
Igualmente le llamó «fariseo» e «hipócrita», apunta este martes «El Universal», en cuyas páginas el cardenal Castillo Lara, sin sorpresa por la reacción de Chávez, manifiesta que éste «no trata de demostrar que un señalamiento es falso o erróneo, él lo que hace es intentar descalificar a la persona que hace el señalamiento».
El purpurado restó importancia a las acusaciones de «malhechor» y «alcahuete de los gobiernos adecos y copeyano» que el jefe de Estado le lanzó por haber dicho que en Venezuela «estamos viviendo una dictadura».
«A las afirmaciones de ese señor yo no le doy ninguna importancia»; «para mí es como si hubiera entrado en un manicomio y un loco me hubiera dicho cualquier cosa», afirmó el cardenal venezolano.
Aseguró que los ataques presidenciales no le inhibirán y afirmó que continuará expresando sus ideas, porque Chávez «no me da miedo».
Por su parte el secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor José Luis Azuaje, lamentó la manera en que Chávez respondió al purpurado, así como la actitud de los asistentes al programa «Aló Presidente», en su mayoría miembros del Ejecutivo, a quienes les recordó que el cardenal, al igual que cualquier otro ciudadano, está en su derecho de emitir sus opiniones.
«Los señalamientos hechos por el cardenal son muy puntuales y han debido ser respondidos con argumentos y no con insultos y ofensas, pues éstos no ayudan a crear un clima de paz, concordia y reconciliación», concluyó.
Dirigentes de varios partidos de la oposición han rechazado las injurias de Chávez hacia el cardenal Castillo Lara. Por ejemplo, en opinión del diputado Gerardo Blyde (Primero Justicia) el presidente ha incurrido en los delitos de difamación, injuria y calumnia, con el agravante de que lo hizo a través de los medios del Estado.
Eduardo Fernández, presidente de COPEI, dijo interpretar a la «inmensa mayoría de los venezolanos que nos sentimos ofendidos por esa agresión».