TÁNGEL, jueves, 28 julio 2005 (ZENIT.org).- El próximo 15 de agosto se cumplirán 25 años de la fundación en Tángel (provincia española de Alicante) de la Fraternidad Monástica de la Paz (FMP) por iniciativa del padre Alberto María.
Para la Fraternidad (www.fmdelapaz.org) será un «día de acción de gracias a Dios por el don que ha supuesto para nosotros y sobre todo, para su Iglesia», cita la agencia de noticias de la vida religiosa «Ivicon».
Juan Pablo II, en un mensaje dirigido a la FMP en septiembre de 2004, definía esta nueva orden monástica como una obra «dedicada a la contemplación y a la difusión en el Pueblo de Dios de una espiritualidad profunda, alimentada por la oración y el espíritu litúrgico, e inspirada en las seculares tradiciones monásticas del Oriente y el Occidente cristianos».
Además los miembros de la FMP están convencidos de que «los nuevos medios elaborados por la ciencia y la técnica moderna, son los nuevos pergaminos desde los que los monjes de nuestro tiempo nos sentimos llamados a transmitir la fe, el pensamiento cristiano a los hombres de nuestro tiempo».
Por ello, los monjes y monjas de la FMP en Tángel, «siguiendo las huellas de nuestros predecesores y las más antiguas tradiciones monásticas, queremos dar nuestra más cumplida respuesta a nuestra vocación monástica» con el «Centro Televisivo Monástico» (www.cetelmon.tv), explican.
«Cetelmon» emite todo el día -sin publicidad ni fines comerciales o lucrativos- buscando «aportar los valores evangélicos que la Iglesia ha anunciado desde sus inicios e implantar ese Reino de Dios que Jesús anunció como presente entre nosotros».
Desde septiembre de 1999 «Cetelmon» emite en la comarca alicantina 24 horas de programación diaria; en septiembre de 2003 amplió su cobertura a las ciudades españolas de Ávila, León, Palencia, Salamanca, Valladolid, Zamora y Sevilla.
El pasado de julio traspasó todas las fronteras cuando lanzó su emisión también en Internet.
Su programación está diseñada «para ayudar a vivir y a crecer en la espiritualidad del ser humano», con contenidos que «ofrecen descanso y alimento para el hombre y orientación en la solución de los conflictos humanos».
Los monjes y monjas de la Fraternidad Monástica apuntan que cinco son las actitudes fundamentales que deben regir y moderar su vida, a semejanza de los discípulos de Jesús: quieren vivir, ante todo, en una búsqueda incansable de la voluntad de Dios en todas y en cada una de las cosas ordinarias o extraordinarias, por ello su respuesta quiere ser «inmediata».
Quieren, igualmente, ser «dóciles» a esa voluntad de Dios que los va configurando y moldeando cada día según la imagen de Jesús.
Buscan vivir en «la sencillez» e «ingenuidad» que aprendieron de la Madre de Dios y de todos los Padres del Desierto, que les precedieron en el seguimiento de Jesús y de los que se sienten discípulos.
Y quieren, ante todo, responder con «total fidelidad» a esa llamada que un día recibieron de Dios y que configura su propia vocación y modo de vida.
Cada día, cada monje o monja ofrece su vida a Dios por la unidad de la Iglesia. De ahí que busquen unir en sí mismos una realidad occidental -sus propias personas, el lugar donde viven, la cultura en la que han nacido y la herencia recibida de la Iglesia latina, a la que pertenecen- a una espiritualidad oriental que han recibido de los Padres del Desierto y de la Tradición de la Iglesia.