COLONIA, domingo, 21 agosto 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI propuso a los obispos de Alemania dejarse provocar por los jóvenes para que las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) –clausuradas este domingo– puedan tener un impacto duradero en ese país.
Al encontrarse con los prelados en el aula magna del seminario de Colonia, el Santo Padre trazó las luces y sombras de la Iglesia católica en su país e invitó a «buscar nuevas vías para llegar a los jóvenes y para anunciarles a Cristo».
«Los jóvenes son para nosotros, Pastores, una provocación saludable, porque nos piden que seamos coherentes, unidos, intrépidos», aseguró el pontífice a los obispos compatriotas en la tarde, horas después de la misa culminante de las JMJ.
«La experiencia de estos veinte años nos ha enseñado que cada Jornada Mundial de la Juventud, en cierto modo, es para el país que la hospeda un nuevo comienzo para la pastoral juvenil», constató.
«La preparación del acontecimiento moviliza personas y recursos, y su celebración lleva consigo una oleada de entusiasmo, que es preciso favorecer del mejor modo posible», añadió.
«Es un potencial enorme de energías, que puede acrecentarse más y más, difundiéndose sobre el territorio. Pienso en las parroquias, en las asociaciones, en los movimientos; pienso en los sacerdotes, en los religiosos, los catequistas, los animadores que se ocupan de los jóvenes», dijo.
En particular, explicó poco antes de dejar su tierra natal que las ediciones anteriores de estas Jornadas, como decía Juan Pablo II, han sido un «laboratorio» vocacional, «porque en estos días el Señor no dejará de hacer oír con fuerza su llamada al corazón de bastantes jóvenes».
«Teniendo en cuenta la escasez de sacerdotes y religiosos que ya también en Alemania es dramática», el obispo de Roma invitó a quienes le escuchaban «a promover con renovado impulso una pastoral vocacional que incluya a las parroquias, a los centros educativos y a las familias».