El documento tiene lugar después de un proceso de diálogo entre la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y los responsables del Camino Neocatecumenal, cuyos estatutos fueron aprobados por Juan Pablo II con un decreto vaticano del 29 de junio de 2002.
La misiva establece que las comunidades catecumenales deben seguir «los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia, sin omitir ni añadir nada».
Al mismo tiempo acepta varias de las adaptaciones que el Camino Neocatecumenal ha introducido en la celebración de la misa como parte de su itinerario litúrgico-catequético. Tiene el tono típico de este tipo de documentos de carácter normativo.
La carta, que lleva por fecha el 1 de diciembre, y la firma del cardenal Francis Arinze, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, está dirigida a los a los iniciadores y responsables del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, Carmen Hernández y el padre Mario Pezzi.
El documento «reconoce la práctica llevada a cabo desde el inicio del Camino Neocatecumenal en los años sesenta de celebraciones especiales, aunque abiertas a todos, de la Misa dominical en pequeñas comunidades», afirma en declaraciones a Zenit Giuseppe Gennarini, responsable del Camino en los Estados Unidos y representante del Camino para los medios de comunicación.
Por lo que se refiere a la celebración de la misa dominical, la Congregación vaticana pide al Camino Neocatecumental que se ponga en diálogo con el obispo diocesano para que se manifieste en la celebración litúrgica el testimonio de integración en la parroquia de estas comunidades.
«Al menos un domingo al mes las comunidades del Camino Neocatecumenal deben por tanto participar de la santa misa junto con la comunidad parroquial», aclara.
Permite las «moniciones antes de las lecturas», recordando que deben ser «breves», siguiendo la «Institutio Generalis Missalis Romani».
Por lo que se refiere a la homilía, subraya que «está reservada al sacerdote o al diácono», recordando que testimonios de fieles laicos pueden tener lugar según establece la instrucción vaticana «Ecclesiae de Mysterio», aprobada por Juan Pablo II y publicada el 15 de agosto de 1997.
La carta permite el gesto de la paz según el permiso que el Camino Neocatecumenal ya había recibido antes del ofertorio.
Por lo que se refiere a la manera de recibir la Comunión, la carta «da al Camino Neocatecumenal un tiempo de transición (no más de dos años) para pasar del modo actual de recibir la santa Comunión en sus comunidades (sentados, alrededor de una mesa preparada en el centro de la Iglesia en lugar del altar dedicado en el presbiterio) al modo normal para toda la Iglesia de recibir la santa Comunión».
La carta finaliza mostrando agradecimiento al Señor por los frutos que ha dado a la Iglesia mediante las múltiples actividades del Camino Neocatecumenal.