CIUDAD DEL VATICANO/MOUNDOU, jueves, 19 enero 2006 (ZENIT.org).- A pesar de las enormes carencias entre las que debe hacer frente a su misión, la Iglesia católica en Chad –que inició el año con la celebración del primer Congreso Eucarístico Nacional-- trasluce gozo.

Así lo ha constatado el cardenal nigeriano Francis Arinze –prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino--, quien presidió el citado acontecimiento eclesial en calidad de enviado del Papa.

El purpurado compartió en los micrófonos de «Radio Vaticana» sus impresiones a su regreso de Chad, donde las comunidades viven la Eucaristía «juntas, compartiendo la vida, las alegrías de la vida y la de ser conjunto como Iglesia».

75 años hace que surgió la Iglesia en el país, sólo 50 desde que el Evangelio llegó a algunas zonas de Chad, cuyas diócesis son ocho; el primer sacerdote ordenado --hace 35 años-- es más joven que el purpurado niegeriano.

Éste describió así el perfil eclesial de Chad, donde ha encontrado «un pueblo sereno, aún en su pobreza». «Me ha impactado mucho su sentido de paz, su deseo de compartir, su disciplina personal. No he percibido la presencia de la policía; es un pueblo muy disciplinado», reconoció.

Moundou, la segunda diócesis del país –a cinco horas en coche desde la capital, N’Djamena--, fue la sede del I Congreso Eucarístico Nacional, cuyos momentos principales –en palabras del cardenal Arinze— fueron «la apertura, el 5 de enero, con la lectura del mensaje del Papa, con las manifestaciones de alegría de los fieles, y el saludo de bienvenida del obispo».

Durante tres días cada mañana dos obispos ofrecieron una catequesis sobre la Eucaristía, centrada en tres temas: Eucaristía-Fe, Eucaristía-Vida y Eucaristía-Misión.

En la tarde del viernes 6 de enero se celebró un acto penitencial seguido de la confesión individual. «Muchos sacerdotes se sacrificaron para confesar a los fieles, un pueblo maravilloso», reconoce el purpurado.

Al día siguiente, por la tarde-noche, tuvo lugar la procesión eucarística que partió de cuatro puntos, formando a su vez cuatro procesiones que llegaban a la catedral, donde hubo
media hora de adoración y se dio la bendición con el Santísimo.

El congreso concluyó el domingo 8 de enero con una Santa Misa solemne durante la cual se dio lectura a la carta del cardenal Crescenzio Sepe –prefecto de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos--.

Durante el ofertorio se leyeron las propuestas de las ocho diócesis acerca de lo que pretenden llevar a cabo como resultado del Congreso. La colecta fue para los enfermos de Sida.

«Cuando pronuncié la homilía vi que los fieles verdaderamente la seguían con atención»; «hay en verdad por qué dar gracias al Señor»; «el obispo, que al final de la Misa quería dar las gracias, tuvo dificultad para finalizar su discurso a causa de la gran emoción», describió el cardenal Arinze.

De todas formas, el purpurado recordó en la emisora pontificia que la Iglesia en Chad «tiene necesidad de mucho»: «No tiene, por ejemplo, suficientes sacerdotes, religiosos, religiosas. Necesita misioneros y los recibe».

En efecto, al frente de las ocho diócesis (una es prefectura apostólica) hay siete prelados: tres son de Chad, pero dos son italianos, uno español y otro canadiense. A los anteriores se suma un sacerdote francés, el prefecto de Mongo.

«La Iglesia en Chad, sin embargo, puede también dar, por ejemplo, el gozo por lo que se tiene, porque para ser felices no es necesario poseer bancos mundiales. En efecto, el éxito no da la felicidad», reflexionó el cardenal Arinze.

«Esto no significa que queramos que los pueblos del mundo sigan siendo pobres: más bien, hay que asegurar un mínimo de bienestar para vivir con dignidad la vida. Pero también es verdad que se puede decir que muchos países africanos que son pobres tienen alegría (...). La gente canta de gozo. De hecho era difícil durante el Congreso frenar al coro. Su alegría era transparente, y esto impresiona muchísimo», reconoció.

La población de Chad es inferior a 10 millones de personas, de credo musulmán el 51%, cristiano el 35%, animista el 7% y de otros cultos el 7% restante. La proporción de católicos ronda el 10% en el país.