ROMA, lunes 22 enero 2006 (ZENIT.org).- Un sacerdote ha denunciado la impunidad e injusticia social que siguen verificándose en Paraguay.
«Paraguay es un país muy pobre pese a contar con buenos recursos económicos como plantas hidroeléctricas, gas natural y una tierra fertilísima en todas sus regiones orientales», ha explicado el padre Giancarlo Nava en una entrevista difundida por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).
El padre Nava, superior de la comunidad «Redemptor Hominis» (movimiento de sacerdotes, religiosos y laicos, reconocido canónicamente en 1981), añade: «Sin embargo, tan sólo una pequeñísima parte de la población se beneficia de estos recursos».
«Está muy extendido el tráfico de drogas y armas –denuncia–, la corrupción campa por sus anchas y muchos políticos se enriquecen a costa de otras personas, permaneciendo impunes mientras las prisiones, que son más primitivas que los establos de vacas en Europa, están llenos de chicos jóvenes y gente pobre».
Según el padre Nava, «la formación de futuros sacerdotes y laicos es el principal reto que encara la Iglesia paraguaya».
Afirmó también que «la religiosidad popular es muy fuerte en Paraguay», pero que «hay que fortalecerla con una educación cristiana sólida que permita cerrar la brecha entre la fe y la vida cotidiana».
El sacerdote reveló que «Redemptor Hominis» ha fundado un instituto teológico destinado a la formación de los habitantes de las zonas rurales y ha pedido a Ayuda a la Iglesia Necesitada que continúe apoyando a este movimiento.