BUDAPEST, martes 24 enero 2006 (ZENIT.org).- El 15 de enero pasado, domingo antes de la fiesta de santa Margarita de Hungría (1242-1270), el cardenal Péter Erdő, primado de Hungría, inauguró con una celebración eucarística el año de oración proclamado por la Conferencia Episcopal del país para la renovación espiritual del pueblo húngaro.
Durante este año, se conmemorarán dos fechas claves de la historia magiar: la victoria, en agosto de 1456, en la actual Belgrado de los ejércitos cristianos que defendían Hungría y Europa central contra el ataque del Imperio Otomano, y el 50 aniversario de la Revolución de 1956, contra el régimen soviético.
En la celebración al aire libre, con gran afluencia de fieles, que tuvo lugar en la isla en la que santa Margarita pasó gran parte de su vida, el cardenal Erdő se preguntó: «¿Como se podría empezar de modo más digno este programa espiritual si no es mirando el ejemplo de santa Margarita, que viviendo en oración y abstinencia, suplicó el perdón de Dios por sus propios pecados y los de los demás, pidiendo a Dios la reconciliación entre los hombres?».
El purpurado explicó el significado y la importancia de la oración individual y comunitaria: «Con la oración, buscamos la voluntad de Dios. Pedirle algo aumenta nuestra responsabilidad y nos obliga a mirar al espejo de la voluntad de Dios. Y en este espejo debemos revisar nuestras intenciones personales y comunes».
«Por tanto, por la oración y gracias a ella se produce la purificación, un embellecimiento de la vida espiritual, de la mentalidad, del razonamiento y quizá también el renacimiento de los corazones –añadió–. Estamos convencidos que, del renacimiento espiritual, derivan acciones nuevas, más puras… Y sobre todo: el cristiano cree seriamente que la oración puede ser escuchada por Dios”.
El cardenal recordó que ante de la entrada de Hungría en la Unión Europea, se renovó la consagración de esta nación a la Virgen María, patrona de Hungría.
Al final de la misa, el cardenal anunció la adhesión de diócesis del resto del mundo que se han unido a este año de oración, así como de comunidades de hermanos cristianos no católicos.
El próximo evento del año de oración tendrá lugar en Budapest, el 11 de febrero, con motivo de la Jornada Mundial de los Enfermos, con una oración común, en la capilla del Instituto Nacional de Oncología.
En el siglo XIII, en la dinastía real húngara de los Arpad, se dio un sorprendente florecimiento de santas. Entre ellas, destaca santa Margarita, religiosa dominica, hija de Bela IV, rey de Hungría y de la princesa griega Maria.
En1252, la princesa fue llevada al Monasterio de las Dominicas de Veszprèm, construido en honor de María Santísima en la Isla de las Liebres, hoy Isla Margarita, en el Danunbio, cerca de Buda, para atraer la bendición de Dios sobre Hungría. A los doce años, Margarita profesó solemnemente.
La fama de su belleza traspasó la clausura y reyes y príncipes intentaron casarse con ella, pero Margarita sabía que había sido ofrecida a Dios por la paz de Hungría y quiso ser sólo de Jesús.
Durante las luchas políticas entre el rey Bela IV y Esteban, padre y hermano de Margarita, ésta siguió orando y llevando una vida penitente, hasta que justo en la isla se reconciliaron en 1266.
La tradición dice que había recibido los estigmas. Murió en 1270. Hasta 1526 su cuerpo permaneció en el monasterio. El Papa Pío XII la canonizó en 1943, invocándola como mediadora de «tranquilidad y de paz, fundada en la justicia y la caridad de Cristo, no para su nación sólo sino para todo el mundo».