Los obispos escoceses advierten ante la decadencia cultural

En una carta pastoral sobre la ley que regula la vida familiar

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GLASGOW, martes, 31 enero 2006 (ZENIT.org).- Los obispos católicos de Escocia constatan el riesgo de «una sociedad en declive moral», tras los recientes cambios de la ley sobre la vida familiar.

En nombre de los obispos escoceses, el arzobispo Mario Conti de Glasgow, escribió una carta pastoral sobre el asunto, cuyas copias fueron enviadas a cada una de las quinientas parroquias escocesas, para ser distribuidas a las familias el pasado fin de semana.

La carta incluye los siguientes puntos:

–Los obispos constatan que la sociedad está en decadencia moral y la civilización en declive cultural, mientras que los líderes temporales no logran tener una visión global de la sociedad. Responden a las preocupaciones privadas y a los grupos de presión, en lugar de procurar el bien común. Nada es más importante para el bien común que la estabilidad de la vida familiar.

–Benedicto XVI ha recordado recientemente al embajador británico ante la Santa Sede que la fidelidad a las tradiciones europeas exige «reconocer el papel indispensable del matrimonio estable y de la vida familiar para el bien de la sociedad».

–El registro de las nuevas «uniones civiles» disminuye el estatus especial del matrimonio. Si algunos afirman que no es tarea del Estado interferir en lo que hacen los adultos que dan su consentimiento, del mismo modo se puede afirmar que no es sabio por parte del Estado conceder a las uniones civiles los privilegios reservados hasta ahora a las parejas casadas.

–Nadie debería ser excluido de la sociedad ni de beneficiarse del bien común por su orientación sexual. Pero esto es muy distinto de conceder «a la expresión de tal sexualidad una equivalencia a nivel de ley y consideración pública con el amor conyugal».

–Todas las relaciones sexuales fuera del matrimonio son equivocadas, y dentro del matrimonio estas relaciones deben estar ordenadas a la procreación de una nueva vida. El acto con el que el hombre y la mujer se aman es el mismo acto, en el designio del creador, con el que el amor de Dios hace nacer una vida humana.

–La sociedad debería promover la vida familiar «ayudando a las parejas casadas jóvenes a encontrar un alojamiento accesible, ofreciéndoles su asesoría en la preparación para el matrimonio, y servicios de conciliación cuando las circunstancias lo exijan». Estas iniciativas serían loables.

En la carta, el arzobispo Conti, presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina y la Unidad Cristiana, concluye: «Que el Señor bendiga a todos aquellos que llevan adelante la dignidad del amor conyugal, que promueven la familia y cuyos ojos se dirigen al Padre del que deriva todo bien y de quien la aurora de su gracia ha sido revelada en el nacimiento de Su Hijo».

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ZENIT Staff

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