ÚLTIMAS NOTICIAS
Jan 19, 2006 00:00
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 19 enero 2006 (ZENIT.org).- Publicamos el saludo que dirigió Benedicto XVI este viernes a la delegación ecuménica procedente de Finlandia con motivo de la fiesta de San Enrique.
* * *
Querido obispo Heikka,
querido obispo Wróbel,
distinguidos amigos de Finlandia:
Os doy la bienvenida con gran alegría, miembros de la delegación ecuménica de Finlandia, con motivo de la celebración de este día de la fiesta de san Enrique, vuestro santo patrón.
Con gusto recuerdo que durante muchos años mi querido predecesor, el Papa Juan Pablo II, dio la bienvenida con alegría y gratitud a los participantes en la peregrinación anual que se ha convertido en una manifestación de nuestros cercanos contactos y del fecundo diálogo ecuménico. Estas visitas son una ocasión para un ulterior trabajo fructífero, así como para profundizar en el «ecumenismo espiritual» (cf. «Ut unum sint», 21) que alienta los cristianos divididos a apreciar lo mucho que ya les une.
La actual Comisión de diálogo luterano-católico en Finlandia y Suecia se fortalece con los logros importantes de la Declaración Común sobre la Justificación (1999). En el contexto específico de los países nórdicos, la Comisión sigue estudiando los progresos y las implicaciones prácticas de la Declaración Común. En este sentido, busca examinar las diferencias todavía existentes entre luteranos y católicos sobre algunas cuestiones de fe y de vida eclesial, mientras mantiene un testimonio ferviente de la verdad del Evangelio.
Durante estos días de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, somos especialmente conscientes de que la unidad es una gracia, y de que necesitamos pedir constantemente al Señor este don. Nuestra esperanza se basa en su promesa: «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18, 19-20).
Demos gracias a Dios por todo lo que se ha logrado en las relaciones católico-luteranas y recemos para que nos llene de su Espíritu y nos guíe a la plenitud de la verdad y del amor.
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]