CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 5 junio 2006 (ZENIT.org).- Leticia Soberón, oficial del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, ilustra en esta entrevista concedida a Zenit algunas claves para entender la televisión católica hoy y valora los resultados del primer Congreso de Televisiones Católicas de América Latina (22-25 mayo).
Esta psicóloga, responsable de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) observa que la mayoría de televisiones católicas se inspiran en una espiritualidad radicada en María.
–¿Cuál es su valoración del reciente encuentro latinoamericano y cuál será su incidencia en el Primer Congreso Mundial de Televisiones Católicas de Madrid que tendrá lugar en octubre?
–Soberón: El Congreso de Medellín fue excelente por varios motivos: son cada vez más las realidades televisivas (emisoras y productoras) católicas en América Latina, y el Congreso tuvo muy buena respuesta. Pudimos ver la multiplicidad de estilos y carismas, y la riqueza que ello implica para la comunicación católica.
La metodología del Congreso, muy bien pensada por el Departamento de Comunicación Social del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) favoreció el mutuo conocimiento y el establecimiento de pistas de colaboración muy positivos.
El CELAM, además, espera mucho de la televisión para la preparación de la Quinta Conferencia General del Episcopado latinoamericano. Quedó de manifiesto la disposición de este medio para contribuir a este proceso eclesial de reflexión y conversión. Todo ello hace que las iniciativas católicas de televisión en América Latina ofrezcan una importante aportación para el Congreso de Madrid.
Por otra parte, la invitación del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales para que los participantes aporten generosamente algunas de sus producciones para el Banco de Programas que se presentará en Madrid, despertó gran interés y espíritu de cooperación. Están ya puestas las bases
para este proyecto.
Fue conmovedor el ver que estas instituciones, más o menos nuevas, tienen algo muy importante en común: la mayoría comparten una espiritualidad mariana. Es Nuestra Señora la fuente de inspiración y ayuda a la que todos dijeron recurrir. Con motivos se ha dicho que Ella es la «Estrella de la Nueva Evangelización».
–América Latina otorga mucha importancia a la televisión. ¿Se han creado formas de cooperación?
–Soberón: La importancia de las entidades televisivas católicas de América Latina y el papel del CELAM como impulsor de colaboración y mutuo conocimiento, hacían sentir la necesidad de este Congreso que se ha celebrado en Medellín. Ayuda ciertamente la proximidad cultural y también ahora el impulso del próximo Congreso de Madrid. Se nota, además, que está calando el lema de la Quinta Conferencia: «Discípulos y misioneros de Cristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida». El ser verdadero discípulo del Señor implica muchas cosas, y entre ellas está el suscitar espacios de comunión.
Evidentemente no estamos partiendo de cero; es larga la trayectoria recorrida en el continente; desde hace años que el propio CELAM y numerosas instituciones, las organizaciones de comunicación y muchas personas se han dedicado con ahínco a lograr estos objetivos, pero creo que somos conscientes de que aún hay mucho camino por recorrer, y todos anhelamos una mayor organicidad y estabilidad en tales esfuerzos; pero aprovechemos esta ocasión para, sin temor y con valentía, recoger lo cosechado y continuar juntos ampliando el campo de la siembra.
El momento presente nos facilita, quizá más que nunca, esta tarea. Por una parte los aspectos tecnológicos de la comunicación convergen hacia el lenguaje binario, y facilitan la compatibilidad entre distintos soportes que antes no “dialogaban” entre sí. Ello revertirá, a buen seguro, en un abaratamiento de los costos de producción y de transmisión radiotelevisiva.
–¿Cuál es el reto para las televisiones católicas hoy?
Soberón: El momento histórico actual nos interpela para, en palabras de Juan Pablo II, hacer presente el rostro de Cristo en esta «mediosfera» tan abigarrada y confusa. Ello supone encontrar la raíz más honda de la identidad católica que nos une, respetando a la vez la pluralidad de estilos, carismas, culturas y sensibilidades que constituyen la riqueza de la Iglesia. Buscaremos con creatividad esos objetivos, sabiendo que la generosidad no está reñida con la necesaria financiación de nuestras producciones, y es necesario seguir impulsando una mayor profesionalidad y formación en el personal de nuestras televisoras.
Es muy importante la tarea de «tejer redes» de colaboración que nos ayuden a dar testimonio de unidad y sintonía en el momento histórico que nos ha tocado vivir, en una sociedad marcada por la comunicación. El Santo Padre Benedicto XVI nos impulsa a ser mensajeros de un Dios que es Amor en la cultura de hoy. Confiamos, ciertamente, en la ayuda del Señor, y de Nuestra Señora de Guadalupe que nos acompaña siempre como pionera de una evangelización perfectamente inculturada.