MÉXICO, jueves, 15 junio 2006 (ZENIT.org–El Observador).- Los jóvenes disponen de una capacidad evangelizadora que hay que saber descubrir.
Es la constatación del padre Carlos G. Vallés S.J, cuya vida religiosa ha dedicado a las misiones, viajando desde las comunidades guyaratís en países del África Oriental, desde Kenia hasta Sudáfrica, Europa, los Estados Unidos y Canadá, y finalmente Latinoamérica, de México a Chile.
Nació en Logroño (España), vivió en carne propia los estragos de la Guerra Civil, de1936 a 1939.
El padre Vallés ha escrito cerca de 40 libros, entre los que destacan «Yo te perdono», «Cuéntame cómo rezas», «Los Jóvenes nos Evangelizan» y «Hablando con mi Ángel», entre otros muchos, que han dado sentido a miles de lectores en Latinoamérica y otras partes del mundo.
–De acuerdo con el título se su libro, «Los jóvenes nos evangelizan», ¿qué es lo que un joven le enseña, en el sentido evangelizador, a un adulto?
–Carlos G. Vallés: Los jóvenes nos evangelizan con su demanda de sinceridad, verdad, autenticidad. En vez del recurso a la autoridad o el apelar a la tradición o a la costumbre, quieren y esperan razones abiertas y convincentes para aceptar las normas que nosotros deseamos que cumplan. De una manera más radical, nos están evangelizando proféticamente con su parcial ausencia de las iglesias en nuestro culto, ausencia que nos duele profundamente, pero que al mismo tiempo nos despierta y nos exhorta a dar nueva vida a nuestra pastoral para que los jóvenes vuelvan a las iglesias.
–Actualmente, ¿cómo se vive la relación entre dos generaciones tan dispares en edades?
–Carlos G. Vallés: La relación entre generaciones dispares, como ocurre en nuestro trato con los jóvenes, puede vivirse como una situación difícil de conflicto, o como una oportunidad bendita de crecimiento mutuo, si ambas partes estamos preparadas a aprender recíprocamente.
–¿Cómo hacer saber a los jóvenes que día a día pueden construir el mundo dentro del camino de la evangelización?
–Carlos G. Vallés: «Hacerles saber» no es actitud favorable y parece imposición de arriba hacia abajo, cosa que no ayuda. También nosotros tenemos que aprender de ellos. Se trata de explicar, vivir, compartir, escucharles y así dar lugar a que nos escuchen a nosotros y florezca el diálogo.
–¿Qué decir a un joven cuyos «amigos» puedan burlarse de que pertenezca un movimiento católico?
–Carlos G. Vallés: La amistad el tesoro de la vida. El joven católico se hace respetar y aceptar por sus amigos con la sencillez de su vida y la alegría que irradia en el cumplimiento de su religión. Nadie hará burla de quien está firme en su personalidad y en su fe.
–¿Cuál es la forma en que los jóvenes aceptan el reto de la evangelización continua?
–Carlos G. Vallés No hay que «decirles» ni hay que hacerles «aceptar». La evangelización continua es sencillamente el evangelio vivido día a día y comunicado en el testimonio callado de nuestra vida. Al descubrir la riqueza del Evangelio se alegra la vida y se comunica el mensaje de Jesús de la mejor manera posible.