LOS ÁNGELES, martes, 20 junio 2006 (ZENIT.org–El Observador).- El arzobispo de Los Ángeles, el cardenal Roger Mahony, señaló en rueda de prensa durante la reunión de verano de los obispos de Estados Unidos, que el actual sistema de inmigración de su país es «moralmente inaceptable».
La razón aludida por el purpurado, quien ha encabezado las manifestaciones hispanas en esta población de California, es que mientras el sistema de Estados Unidos «acepta el trabajo y los impuestos que pagan millones de trabajadores (indocumentados o irregulares), no les ofrece a cambio ninguna protección de parte de la ley».
Tras denunciar que a los inmigrantes se les echa la culpa de los problemas sociales de Estados Unidos, al tiempo que se les usa, retóricamente, en los asuntos electorales, el cardenal Mahony subrayó que el tema de la migración no debe ser enfocado desde la perspectiva económica sino que la Iglesia lo ha puesto en claro: «finalmente debe ser tratado como un asunto de carácter moral y humanitario».
El cardenal Mahony señaló que el tema de la inmigración es tan importante para los obispos católicos de Estados Unidos como para la nación entera, y adelanto que la Iglesia «tiene soluciones específicas a la crisis migratoria que está enfrentando nuestro país».
Tras hacer un recuento de quienes están en desacuerdo con la participación de la Iglesia católica en el tema de los inmigrantes, básicamente de los inmigrantes mexicanos, el cardenal Mahony ofreció una respuesta al porqué de esta participación en temas que, aparentemente están fuera de la esfera eclesiástica.
«¿Por qué estamos involucrados?», se preguntó el cardenal de Los Ángeles. «Fundamentalmente –contestó– porque ése es el mandato de la Palabra de Dios; es la instrucción de ‘recibir al extranjero’ que nos hizo nuestro Salvador».
«En el Evangelio de Mateo –siguió diciendo el cardenal Mahony– Cristo nos enseña que nuestra salvación se gana alimentando al hambriento, vistiendo al desnudo y recibiendo al extranjero, porque ‘cualquier cosa que hayan hecho por ellos la hicieron por mi’. Nos enseña en la Parábola del Buen Samaritano que debemos ayudar a nuestro prójimo, aún a aquél que pudiera ser muy diferente a nosotros».
«Finalmente –dijo el cardenal Mahoney- estamos involucrados porque vemos en nuestras diócesis, parroquias, programas de servicio social, hospitales y escuelas, como se incrementa el sufrimiento pues las familias son separadas y las personas forzadas a vivir en los márgenes de la sociedad».
«En estados fronterizos como California –terminó diciendo el cardenal Mahony– vemos a personas explotadas por las bandas de traficantes, hombres, mujeres y niños muriendo en el desierto: este sufrimiento debe acabar».