El obispo más joven del mundo contra los narcotraficantes que se dicen católicos

Declaraciones de monseñor Duarte Figueroa, elegido obispo auxiliar de Culiacán (México)

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CULIACÁN, martes, 23 enero 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- La noticia de que el Papa Benedicto XVI había nombrado al sacerdote Emigdio Duarte Figueroa como obispo auxiliar de Culiacán, en el Estado mexicano de Sinaloa (noroeste del país), corrió como reguero de pólvora en todo el orbe católico. La razón era la edad del nuevo obispo: apenas 38 años: el obispo más joven del mundo.

Emigdio Duarte Figueroa, nació en la ciudad de Guamúchil –Sinaloa–, una población agrícola que, por desgracia, se ha convertido en uno de los centros de producción y trasiego de droga en México. Justamente por ello, en entrevista con «El Universal», el nuevo obispo auxiliar de Culiacán, adverite ante la incongruencia observada en muchas personas ligadas a las actividades ilícitas como el narcotráfico, aunque digan profesar la fe católica.

Los delincuentes ligados al crimen organizado, como los narcotraficantes y asesinos a sueldo, no son gente anónima, sino hombres de carne y hueso que «asisten a misa, los vemos en los supermercados, cines, restaurantes, en los semáforos y en las calles», sin saber de quiénes se trata, por lo que urge que autoridades y sociedad trabajen juntos en una recomposición de la sociedad, sostiene el prelado.

Cuando los presuntos delincuentes son detenidos y los presentan, añade, «podemos observar que muchos de ellos portan imágenes de la Virgen, san Judas, rosarios y toda clase de estampas religiosas, lo que denota una contradicción entre sus creencias, actuaciones y actividades ilícitas».

El trabajo pastoral y espiritual ya no sólo es difícil y riesgoso en los poblados serranos más alejados de la región noroeste del país, donde el tráfico de drogas está presente, sino en la mayor parte de las ciudades de México y del mundo, en donde la aparición de los nuevos enervantes sintéticos modificó las conductas sociales de sana convivencia.

En marzo próximo, el padre Duarte obtendrá el báculo, el anillo y la mitra, símbolos de su dignidad episcopal. Desde junio de 2001 hasta la fecha ha sido rector del Seminario de Culiacán, por lo que aseguró a «El Universal» que, ante la situación de violencia que se vive en el país, la orientación que brindará a los futuros sacerdotes se centrará en recomendarles actuar con sabiduría, prudencia y juzgar las cosas a la luz del Evangelio.

«No deseamos que los sacerdotes, en ningún punto del territorio nacional, se metan en problemas… Pero esto no implica que eludan su compromiso con sus feligreses de orientarlos y auxiliarlos en materia espiritual con sabiduría y dentro de la prudencia», subrayó el obispo más joven del mundo.

Con una población de 139 alumnos en el seminario local, 13 cursan estudios en Europa, el entrevistado admitió que todos sus seminaristas provienen de sectores donde la vida es dura y difícil, por lo que estos futuros guías espirituales conocen por propias vivencias al nuevo mundo que tendrán que enfrentar.

Advirtió así que las nuevas facetas y estilos de vida, alejadas de la moral y el bien común, reclaman que la sangre nueva, en formación, de la Iglesia católica, tenga experiencia. Por eso, quienes cursan el segundo año de la licenciatura en Teología acuden a prestar servicios en los hospitales.

«A los representantes de la Iglesia católica no les toca resolver los problemas del narcotráfico, la violencia y sus secuelas. Esto tampoco es sólo competencia de los gobernantes, es una tarea conjunta, en la que cada una de las partes de la sociedad tiene que aportar su granito de arena desde los hogares, con los padres de familia», expuso en esta entrevista concedida al rotativo mexicano.

Nacido el 5 de mayo de 1968 en una familia numerosa de 11 hermanos, en la colonia Militar de la ciudad de Guamúchil, municipio de Salvador Alvarado, confiesa: «En mi niñez y adolescencia me tocó, como a muchos, vivir una realidad muy dura, por los vicios, vagancia y delincuencia presentes en su barrio».

Tercer hijo del matrimonio formado por Juan Pablo Duarte Lora, de profesión empleado, y Guadalupe Figueroa Lara, ama de casa, el obispo más joven del mundo considera que su misión como auxiliar de la diócesis de Culiacán se centra en tres puntos: «ayudar en la atención pastoral de la zona norte del estado, atender el presbiterio y continuar con la formación de nuevos seminaristas, pues éstos constituyen el corazón de la Iglesia y su futuro».

La diócesis de Culiacán, con 70 parroquias en 11 de los 18 municipios de Sinaloa, desde la ciudad capital hasta los límites con Sonora y Chihuahua.

A poco más de 10 años de su ordenación como sacerdote en el seminario del que hoy es rector y con maestría en Teología Moral, obtenida con mención honorífica en 2001 en la Academia Pontificia «Alfonsianum» de Roma, atribuye su nombramiento como obispo por parte del papa Benedicto XVI, al trabajo realizado entre jóvenes para despertarles la vocación por el sacerdocio.

De acuerdo con los registros históricos de la Iglesia católica, por lo menos, en los últimos 50 años es el segundo obispo más joven en México. El primero fue el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, a mediados del siglo XX.

El criterio que por años sustentó la Conferencia Episcopal en México de que sólo los sacerdotes con una edad mínima de 45 años podían ser obispos, se rompió hace unos siete años, con la designación de monseñor Miguel Romano, de Guadalajara, Jalisco, quien tenía 41 años.

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ZENIT Staff

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