CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 junio 2007 (ZENIT.org).- «Que el ejemplo de Santa María Eugenia inspire a los hombres y a las mujeres de hoy a transmitir a los jóvenes los valores que les ayuden a convertirse en adultos fuertes y testigos alegres de la Resurrección»: es el deseo que ha expresado Benedicto XVI este domingo al inscribir en el catálogo de los santos a la religiosa francesa.
Bautizada en el seno de una familia acomodada María Eugenia de Jesús (Anne-Eugènie Milleret de Brou) (1817-1898) no recibió formación religiosa, pero fue educada en el sentido del deber, de la responsabilidad y de la rectitud, según relató -antes del rito de canonización- el prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins.
Cuando el desastre económico cayó sobre su familia, los padres se separaron y Ana-Eugenia siguió a su madre a París, pero en poco tiempo ésta murió. Tenía 15 años y fue confiada por su padre a una familia rica y mundana.
En esta situación –apuntó el purpurado- la luz de la fe comenzó a abrirse camino en su vida de joven, que se convirtió radicalmente al Evangelio después de haber seguido la predicación del padre Lacordaire.
Junto al padre Combalot fundó la Congregación de las Hermanas de la Asunción de la Beata Virgen María con el objetivo de transformar la sociedad a través de la evangelización de las inteligencias y la armonización entre fe y cultura.
El Instituto se difundió rápidamente bajo la guía de la fundadora. París fue la ciudad en la que falleció.
Pablo VI la beatificó en 1975.
Durante su vida la nueva santa había percibido notablemente –recordó el Papa, tras canonizarla- la importancia de transmitir a las jóvenes generaciones una notable formación intelectual, moral y espiritual que hiciera de ellas adultos capaces de hacerse cargo de sus familias, sabiendo aportar su contribución a la Iglesia y a la sociedad.
«A lo largo de toda su vida halló la fortaleza para su misión en una vida de oración, asociando ininterrumpidamente contemplación y acción», subrayó Benedicto XVI.
Actualmente las religiosas de la Asunción están presentes en 34 países: 8 en Europa, 5 en Asia, 10 en América y 11 en África. Las religiosas, unas 1250, forman 170 comunidades a través del mundo.
La rama laica –«Asunción Juntos»–, formada por Amigos de la Asunción y Comunidades o Fraternidades de la Asunción, es numerosa: reúne a miles de Amigos y algunos centenares de Laicos comprometidos según el Camino de Vida.
A ellos se dirigió especialmente el Papa, al finalizar la Eucaristía, cuando dirigió sus saludos en varios idiomas –entre ellos a los muchos peregrinos de lengua francesa- antes de rezar el Ángelus.
«Saludo cordialmente a los peregrinos de España y Latinoamérica, especialmente a los numerosos fieles de México y miembros del grupo “Asunción Juntos”, que han participado en la canonización de la Madre María Eugenia de Jesús», dijo en español entre aplausos de los peregrinos.
«Que el ejemplo de la nueva Santa, Fundadora de las Religiosas de la Asunción, os ayude a centrar vuestra vida espiritual en Cristo y en el misterio de la Encarnación, y os impulse a un decidido y valiente compromiso apostólico, trasmitiendo los valores evangélicos a la cultura actual, particularmente a través de la educación de los más jóvenes», exhortó.
En el ofertorio, durante la solemne Eucaristía, participó Risa, la niña filipina curada –de una malformación cerebral extremadamente incapacitadora- por intercesión de la nueva santa, milagro que abrió las puertas a esta canonización.