Las páginas del diario italiano «Avvenire» se hicieron eco el jueves de la experiencia de Jan Grzeb-ski invocando para los enfermos «vegetativos» el principio de precaución.
Un trauma craneal terminó precipitando al ciudadano polaco, en 1988, en un estado de inconsciencia. Los especialistas le dieron dos o tres años de vida. Sin embargo su esposa, Gertruda, mantuvo la esperanza y se ocupó de sus cuidados.
La reciente recuperación de Jan –padre de cuatro hijos– de este estado, después de 19 años, le ha permitido conocer a once nietos.
«Mi esposa me ha salvado; no lo olvidaré jamás», declaro a la televisión polaca.
Subraya el diario católico italiano la renovada objeción que este suceso representa para cuantos invocan la eutanasia para enfermos en estado prolongado de inconsciencia. «La falta de consciencia no quita al hombre su intangible dignidad», escribe.
Denuncia igualmente cómo la noción de «estado vegetativo» que se emplea en algunos de estos casos induce erróneamente a pensar que el sujeto sea más un vegetal que un ser humano.
«Sería mejor evitar tanto la noción de «estado vegetativo» como hablar de privación «permanente» de la consciencia -añade-, porque no existe la certeza absoluta de que un paciente no pueda jamás volver en sí».
Advierte finalmente el diario: «No de eutanasia tienen necesidad estos enfermos, sino de amor, del que no se rinde ni se desanima. El de la esposa de Jan».