ASÍS, martes, 12 junio 2007 (ZENIT.org).- Al término de su 199 Capítulo General los Hermanos Menores Conventuales no irán, como es habitual, a visitar al Papa para confirmarle su «voluntad de caminar con la Iglesia, según el ejemplo de san Francisco», sino que esperarán en Asís la visita que Benedicto XVI realizará el 17 de junio.

En vista de esta cita, Zenit ha entrevistado al nuevo ministro general, fray Marco Tasca (1957, Sant’Angelo di Piote, Italia), elegido en el Capítulo que se celebra en la ciudad del «Pobrecillo» del 15 de mayo al 20 de junio.

--El 17 de junio, el Papa visitará Asís. ¿Qué esperan de esta visita y qué repercusión piensan que pueda tener a nivel internacional, en concreto para la cuestión de la paz y del diálogo interreligioso?

--Fray Marco: Es un gran signo de Dios que la visita de Benedicto XVI coincida con la conclusión de nuestro Capítulo General: normalmente era el Capítulo el que iba en peregrinación a prestar obediencia al Sucesor de Pedro, pero la Providencia ha querido regalarnos la presencia del Papa en nuestra casa, cerca del cuerpo del padre san Francisco.

Esperamos con emoción sus palabras, que ciertamente iluminarán el camino de la Orden en el futuro próximo. Estamos seguros de que la visita del Santo Padre es un signo de la especial benevolencia de Benedicto XVI por este lugar, que su amado predecesor había elevado a «cátedra de la paz y el diálogo».

Su visita, además, se inscribe en el ámbito de las celebraciones del VIII centenario de la conversión de Francisco de Asís: la insistencia con la que el Santo Padre recuerda la centralidad de Jesucristo en la vida del hombre constituye para nosotros un ulterior estímulo a buscar con decisión el camino de la conversión, que no es un hecho adquirido de una vez para siempre, sino un camino que hay que recorrer cotidianamente.

Estamos felices y profundamente agradecidos al Papa Benedicto por esta visita: la esperamos con alegría para confirmarle nuestra voluntad de caminar con la Iglesia, según el ejemplo de san Francisco que tenía un amor visceral por el «Señor Papa».

--La Orden Franciscana celebrará este año el VIII centenario de la conversión de san Francisco. ¿En su opinión, cómo se puede actualizar el carisma de Francisco?

--Fray Marco: El carisma de Francisco de Asís tiene un don especial, que me gusta definir como «la eterna juventud del Espíritu»: por ello no creo que necesite ninguna actualización, dado que ¡desde hace ocho siglos es siempre actual! Y esto deriva del hecho de que Francisco no pretendió inventar nada, sino que únicamente trató de vivir con seriedad esa vocación bautismal que es común a todo cristiano. Y lo hizo en plenitud, hasta el punto de ser llamado por los biógrafos «alter Christus».

Nosotros frailes, que seguimos a Cristo tras las huellas de Francisco, no debemos hacer otra cosa que recorrer este mismo camino. Por lo demás, según la intención más genuina de Francisco de Asís, nuestra regla es el Evangelio: creo que estamos llamados, como fraternidad, a poner en el centro de nuestro actuar y pensar la Palabra de Dios.

En este sentido, veo providencial el hecho de que la Iglesia universal quiera reflexionar seriamente sobre este inestimable don que Dios ha hecho al hombre, poniendo como tema de la próxima asamblea del Sínodo de los obispos la Palabra de Dios.

--Su Orden está viviendo una intensa expansión misionera, ¿cuáles son las áreas del mundo donde piensa que el testimonio franciscano pueda estimular a los pueblos y a los poderes políticos a un mayor compromiso social?

--Fray Marco: La Orden de los Hermanos Menores Conventuales se va difundiendo y arraigando especialmente en el Sur del mundo: frente a una notable reducción de la presencia en Europa y Estados Unidos, siguen floreciendo vocaciones en Asia (extremo Oriente pero también el bloque de la antigua Unión Soviética), África y América Latina. Esto ciertamente es un consuelo para el futuro de la Orden, aunque implica un serio compromiso en la transmisión del carisma, que necesita ser inculturado sin perder las propias características esenciales.

Más que dar estímulos de tipo social y político, considero que la Orden está llamada a desarrollar su misión profética tanto en las tierras de primera evangelización como en aquellas que, aún habiendo sido evangelizadas hace mucho tiempo, padecen las consecuencias del fenómeno de la descristianización.

--Uno de los desafíos más grandes en nuestros días es la propuesta vocacional y la formación de nuevos ministros. ¿Qué hay que hacer para relanzar la propuesta franciscana, en particular en Europa?

--Fray Marco: Como Capítulo general y como gobierno de la Orden, hemos acogido plenamente este desafío, eligiendo como tema del proyecto sexenal con el que tenemos intención de animar la fraternidad las dos prioridades del momento, es decir la formación y la misión, en todos sus aspectos.

Creo que, tomando prestada una feliz expresión del gran Papa Pablo VI, el mundo contemporáneo tiene más necesidad de testigos que de maestros. Por tanto, para relanzar la propuesta franciscana es suficiente que los frailes se empeñen en dar buen testimonio de los valores abrazados con la profesión de los consejos evangélicos.

El mundo de hoy tiene una gran sed de valores altos y no es, en contra de lo que se suele afirmar, refractario a las propuestas serias y motivadas: esto es un gran desafío para cada uno de nosotros.

--Usted proviene de la Provincia Paduana de San Antonio, sede de las Obras Antonianas y de «El Mensajero de San Antonio», uno de las revistas mensuales de mayor tirada en Europa. ¿Piensa que el papel de las comunicaciones sociales es importante en la Orden franciscana? ¿Cómo vive la herencia de la experiencia vivida por San Maximiliano Kolbe?

--Fray Marco: En un mundo globalizado como el nuestro, la comunicación ocupa un espacio fundamental. La experiencia de San Maximiliano Kolbe enseña que los medios de comunicación puestos al servicio del Evangelio pueden convertirse en vehículos excepcionales de catequesis. La Orden ha acogido ya este desafío y lleva adelante diversas iniciativas (principalmente de tipo local), pero de este Capítulo emerge la exigencia de potenciar también el centro de comunicación de la Orden. Es lo que nos proponemos hacer en este sexenio.