CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 octubre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI reza y pide oración para que «para que la Jornada Misionera Mundial sea una ocasión propicia para suscitar en los bautizados una conciencia misionera cada vez más profunda».
Así se desprende de la intención misionera para el mes de octubre, contenida en la carta pontificia junto a todas las intenciones que el Santo Padre ha confiado al «Apostolado de la oración» para este año.
El «Apostolado de la oración» (AdP) es una iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes.
La intención general de este mes está estrechamente relacionada con la anterior. Dice así: «Para que los cristianos que se encuentran en situación de minoría tengan la fuerza y el valor de vivir su fe y de perseverar en su testimonio».
Estas intenciones se suman a la preparación para el domingo mundial de las misiones, el 21 de octubre, que la Iglesia universal celebrará bajo el tema «Todas las Iglesias para todo el mundo».
Un tema, dice el Papa en su mensaje para la jornada, que «invita a las Iglesias locales de los diversos continentes a tomar conciencia de la urgente necesidad de impulsar nuevamente la acción misionera ante los múltiples y graves desafíos de nuestro tiempo».
«Queda aún mucho por hacer para responder al llamamiento misionero que el Señor no deja de dirigir a todos los bautizados»., alerta.
El llamamiento persiste para «las Iglesias de antigua tradición –escribe Benedicto XVI–, que en el pasado proporcionaron a las misiones, además de medios materiales, también un número consistente de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, llevando a cabo una eficaz cooperación entre comunidades cristianas».
«El buen Pastor invita también a las Iglesias de reciente evangelización a dedicarse generosamente a la misión ad gentes», recalca.
Y explica en qué consiste el compromiso misionero: es «el primer servicio que la Iglesia debe prestar a la humanidad de hoy, para orientar y evangelizar los cambios culturales, sociales y éticos; para ofrecer la salvación de Cristo al hombre de nuestro tiempo, en muchas partes del mundo humillado y oprimido a causa de pobrezas endémicas, de violencia, de negación sistemática de derechos humanos».