La libertad religiosa, «necesidad antropológica, social, política, jurídica y cultural»

Conclusión de un seminario tras 15 años de relaciones Iglesia-Estado en México

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MÉXICO, sábado, 6 octubre 2007 (ZENIT.orgEl Observador).- Al concluir el encuentro mediante el cual se conmemoró en México el XV aniversario de la reanudación de relaciones diplomáticas entre este país y la Santa Sede, además de los cambios constitucionales que «reconocieron» la personalidad jurídica de la Iglesia católica en México, segundo país con mayor número de católicos del mundo, se leyó un comunicado por parte del Nuncio apostólico de la Santa Sede, el arzobispo Christophe Pierre. A continuación lo reproducimos en su totalidad

MENSAJE CONCLUSIVO
DEL SEMINARIO

Al final de este Seminario, con motivo de los XV años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, creo interpretar los sentimientos de todos los aquí presentes si digo que hemos celebrado un episodio importante en la historia de la Nación mexicana, y también en la historia de la Iglesia católica en México. Les felicito por ser protagonistas de este acontecimiento.

Garantizar el derecho a la libertad religiosa es una necesidad antropológica, social, política, jurídica y cultural, máxime en sociedades abiertas y plurales como la mexicana, que pretenden construirse a partir de una aceptación integral y no selectiva de los derechos humanos.

En este Seminario hemos reflexionado sobre el papel significativo y positivo de las relaciones entre la Santa Sede y el Estado mexicano. La Iglesia Católica, como institución con personalidad jurídica internacional, expresada de manera concreta y práctica a través de la Santa Sede, busca realizar su Misión a través de la promoción de la justicia, de la paz y de la reconciliación en el mundo entero.

Una de las múltiples maneras como la Iglesia se empeña en lograr este objetivo es colaborando siempre con disponibilidad y entusiasmo a la causa de la libertad religiosa. En el Seminario que termina, las exposiciones han puesto de manifiesto que es imposible ignorar la interacción que existe entre restablecimiento de relaciones entre la Santa Sede y el Estado mexicano y el necesario reconocimiento del derecho humano a la libertad religiosa.

Desde esta perspectiva, creo que no es difícil identificar algunas áreas de oportunidad en el marco jurídico vigente. Áreas que son sin duda territorio de discusión ciudadana y de compromiso de todas las asociaciones religiosas, de las autoridades y de los estudiosos del tema.

Confío en que podamos seguir construyendo, paso a paso, puentes de diálogo y colaboración que den por resultado el pleno respeto a la dignidad de toda persona humana y la garantía de sus derechos en materia religiosa.

La Iglesia católica la conforman no sólo los obispos y sacerdotes, sino también los fieles laicos, cuya fe en Jesucristo los invita a ser constructores del bien común y, por tanto, trabajadores incansables de la promoción y defensa de los derechos humanos para todos. Es por ello que la Iglesia católica no vive al margen de la historia de un pueblo, ni debe ser vista con hostilidad por los demás miembros de la comunidad política, pues comparte el mismo destino de la Nación.

Me parece oportuno destacar que en la discusión contemporánea sobre el Estado laico y la libertad religiosa, a ésta se le considere no sólo como un derecho humano, sino también como un verdadero principio de organización de la sociedad y de configuración política, sin que esto signifique, en algún modo, crear un Estado confesional. Por ello se presenta como una tarea imprescindible que incumbe a todos, aunque de distinta manera, el desarrollo de la disciplina del Derecho Eclesiástico del Estado, tanto en su vertiente nacional como en la internacional. El estudio del derecho comparado podrá aportar luces para el camino que queda por recorrer en este campo.

Espero un renacer de iniciativas a favor de un Estado auténticamente laico, que en relación cordial con la Santa Sede, pueda seguir promoviendo el derecho a la libertad religiosa.

Ojalá que, dentro de 15 años, en el XXX aniversario del restablecimiento de las relaciones entre México y la Santa Sede, podamos seguir celebrando el crecimiento de una verdadera cultura de los derechos humanos que incluya en un lugar muy especial la más amplia libertad para vivir de acuerdo a la fe.

Pido, finalmente, a nuestro Señor por intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, que nos ilumine y nos bendiga a todos en el esfuerzo de construir juntos el bien común de México, Agradezco a las autoridades de la Secretaria de Relaciones Exteriores su amistad y su colaboración en este Seminario que nos ha podido iluminar y nos ha permitido encontrar motivos para seguir trabajando.

¡ Muchas gracias!

MONS. CHRISTOPHE PIERRE

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ZENIT Staff

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