San Francisco o la visión cristiana de la ecología

Entrevista al director de la Escuela Superior de Estudios Medievales y Franciscanos

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ROMA domingo, 7 octubre 2007 (ZENIT.org).- Para comprender más profundamente los llamamientos que los últimos meses está haciendo Benedicto XVI a la defensa de la creación, es necesario muy útil comprender la visión ecológica de san Francisco de Asís. .

Así lo explica en esta entrevista concedida a Zenit el padre Pietro Messa, director de la Escuela Superior de Estudios Medievales y Franciscanos de la Universidad Pontificia «Antonianum» de Roma, que este año ha iniciado un master de segundo en «Edad Media Franciscana» (www.antonianum.eu).

–Una cierta cultura ecologista contraria a los nacimientos y con características neomaltusianas sostiene que san Francisco era un ambientalista che compartía el amor por todo lo que era natural y se oponía a las actividades humanas. ¿Cuál es la realidad sobre la sensibilidad de san Francisco respecto al mundo natural?

–Messa: En nombre de una búsqueda de actualidad, a menudo se le atribuyen a san Francisco problemas actuales, como la ecología, el diálogo interreligioso, la globalización, extraños a su contexto histórico y religioso.

Después de haber aclarado esto y teniendo en cuenta que para conocer su experiencia hay que atenerse a las fuentes, sobre todo sus escritos, la obra de san Francisco a la que se recurre cada vez que se habla de su relación con la naturaleza es el «Cántico del Hermano Sol», conocido también como «Cántico de las Criaturas». Se trata de una oración al Señor en la que, al mismo tiempo, se alaba al Omnipotente por sus criaturas y se invita a éstas a alabar a su Creador.

< B>–¿Qué papel desempeña la humanidad en el contexto del «Cántico de las Criaturas»? Da la sensación de que, junto a la alabanza al Señor, los beneficios del sol que calienta, del agua que sacia la sed…, se refieren al bien del hombre…

–Messa: El centro de todo es el Altísimo, al que se encamina toda alabanza, gloria y honor; sin embargo no es un Dios solitario, que con su omnipotencia «quema» y elimina todo lo que le rodea, sino más bien da vida y quiere que haya algo más allá de sí mismo. Las criaturas son mencionadas en sí mismas, así como por sus características, de las cuales también el hombre se beneficia, como son la luz, el fuego que ilumina la noche, el agua que es útil y preciosa, la tierra que nutre y nos sustenta a todos. En este texto, el hombre, en cuanto destinatario de los dones del Señor, proclama la alabanza contemplando, o sea, mirando maravillado al Creador y a su creación.

–El amor de san Francisco al Creador parece superar incluso la desconfianza humana hacia los daños provocados por los eventos naturales. ¿Cuál es su juicio al respecto?

–Messa: El Cántico de las Criaturas fue compuesto por fray Francisco de Asís en un momento de gran malestar en la iglesia de San Damián en Asís, por tanto se trata de un Cántico Pascual, en el que, en la noche del sufrimiento, se reconoce la presencia luminosa del Señor que hace nuevas todas las cosas, e ilumina también las tinieblas del pecado del hombre.

Si queremos extraer algo de tal evento de la vida del santo para el momento actual, podemos decir que, incluso los daños causados por las estructuras de pecado, que destruyen el medio ambiente, son redimidos, y que el hombre salvado por el encuentro con el Resucitado se hace capaz de relaciones nuevas también con la creación.

–¿Cuál es el mensaje cristiano que san Francisco comunica sobre temas de medio ambiente y cómo es posible difundirlo?

–Messa: La de san Francisco es una experiencia cristiana y, por tanto, él interpreta cada acontecimiento a la luz sobre todo del Evangelio. Por tanto, no usa nunca términos como naturaleza, medio ambiente, u otros comunes a nosotros sino el término «criaturas». Ya esto nos habla de un enfoque en el que se reconoce la existencia de un Creador que es bueno, omnipotente, al que todos los hombres y las criaturas deben orientarse. Esto significa que las criaturas son un don del Señor y que, como tales, hay que acogerlas con gratitud, o sea con acción de gracias para luego restituirlas a El mediante el amor a los hermanos. De este modo, se pasa de la gratitud a la gratuidad, viviendo un amor ordenado que tiene las características de la Eucaristía: «Tomó el pan, dio gracias y lo partió». El pecado es apropiarse de tales dones, comportándose como padres-amos respecto a las criaturas, con la consecuencia de muerte que a menudo constatamos.

–Juan Pablo II y Benedicto XVI han hablado en varias ocasiones de san Francisco y de sus intuiciones en temas medioambientales. En este sentido, ¿puede hacernos alguna reflexión sobre la relación de la humanidad con la creación?

–Messa: Juan Pablo II declaró a san Francisco patrono de la ecología y señaló Asís como la ciudad de la paz, mientras que Benedicto XVI ha recordado que esto no significa que fuera simplemente un ecologista o un pacifista. En esto, no quiso desmentir la actuación de su predecesor, como lo demuestran los discursos pronunciados en Asís, durante su visita de junio pasado, sino que presentó su origen, la conversión al Evangelio [cfr. P. Messa, «Benedetto XVI ad Assisi. Per una ermeneutica di riforma nella continuità, anche con Giovanni Paolo II», en ‘Forma Sororum’, 44 (2007), p. 229-235]. La recepción de tales enseñanzas en el ámbito católico ciertamente no ha terminado. Se advierte una doble postura: algunos tratan tales temas prescindiendo de un enfoque cristiano, mientras que otros los evitan.

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ZENIT Staff

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