CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 8 octubre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que envió Benedicto XVI al cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, con ocasión del X Simposio Intercristiano entre católicos y ortodoxos que se celebró del 16 al 18 de septiembre en Tinos, isla griega de las Cicladas.
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Al venerado hermano
Señor cardenal
WALTER KASPER
Presidente del Consejo pontificio
para la promoción de la unidad
de los cristianos
Con particular alegría he sabido que el X Simposio intercristiano, organizado por el Instituto franciscano de espiritualidad de la Pontificia Universidad Antonianum y por el departamento de teología de la Facultad teológica de la Universidad Aristóteles de Tesalónica, tendrá lugar en la isla de Tinos, donde ortodoxos y católicos conviven fraternamente.
La cooperación ecuménica en ámbito universitario contribuye a mantener viva la tensión hacia la anhelada comunión entre todos los cristianos. Al respecto, el concilio ecuménico Vaticano II vislumbró que este campo constituía una gran oportunidad para implicar a todo el pueblo de Dios en la búsqueda de la unidad plena: «La necesaria instrucción y formación espiritual de los fieles y religiosos depende sobre todo de la formación de los sacerdotes» (Unitatis redintegratio, 10).
El tema del próximo simposio: «San Juan Crisóstomo, puente entre Oriente y Occidente», en el XVI centenario de su muerte, que tuvo lugar el 14 de septiembre del año 407, brindará la ocasión de conmemorar a un ilustre Padre de la Iglesia venerado tanto en Oriente como en Occidente; un valiente, iluminado y fiel predicador de la palabra de Dios, en la que fundamentó su acción pastoral; un extraordinario hermeneuta y homileta, al que desde el siglo V se le dio el título de Crisóstomo, es decir, Boca de oro, y cuya contribución a la formación de la liturgia bizantina es por todos conocida.
Por la valentía y la fidelidad de su testimonio evangélico, tuvo que padecer la persecución y el destierro. Después de complejas vicisitudes históricas, desde el 1 de mayo de 1626 su cuerpo descansa en la basílica de San Pedro. El 27 de noviembre de 2004 mi venerado predecesor Juan Pablo II donó parte de sus reliquias a Su Santidad el Patriarca ecuménico Bartolomé I y, de este modo, tanto en la basílica vaticana como en la iglesia de San Jorge en el Fanar se venera a este gran Padre de la Iglesia.
La reflexión de vuestro simposio, que afrontará una temática relativa a san Juan Crisóstomo y la comunión con la Iglesia de Occidente, analizando también algunas problemáticas actuales, contribuirá a sostener y corroborar la comunión verdadera, aunque imperfecta, que existe entre católicos y ortodoxos, de forma que se pueda llegar a la comunión plena que nos permita concelebrar un día la única Eucaristía. Y precisamente a ese día bendito miramos todos con esperanza, también poniendo en marcha iniciativas adecuadas, como esta.
Con estos sentimientos, invoco copiosas bendiciones de Dios sobre vuestro encuentro y sobre todos los participantes. Que el Espíritu Santo ilumine las mentes, inflame los corazones y colme a cada uno de la alegría y la paz del Señor.
Por último, aprovecho la ocasión para enviar un saludo fraterno a los fieles ortodoxos y católicos de Grecia, y, de modo muy especial, al arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Su Beatitud Cristódulos, deseándole un pleno restablecimiento de su salud, para que cuanto antes pueda reanudar su servicio pastoral, y aseguro mi oración por esta intención.
Que la Theotokos, amada y venerada con especial devoción en la isla de Tinos, interceda maternalmente para que nuestros propósitos comunes culminen en los anhelados éxitos espirituales.
Castelgandolfo, 12 de septiembre de 2007
[Traducción distribuida por la Santa Sede
© Copyright 2007 – Libreria Editrice Vaticana]