NUEVA YORK, martes, 9 octubre 2007 (ZENIT.org).- No puede haber comprensión y cooperación entre las religiones sin libertad religiosa, sostiene la Santa Sede.
El arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, hizo esta observación el viernes, al tomar la palabra en la 62 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas.
«En los últimos veinte años –explicó el prelado–, los líderes religiosos del mundo se reunieron por invitación del difunto Papa Juan Pablo II en Asís, la ciudad de san Francisco, una persona reconocida por muchos como símbolo de reconciliación y fraternidad. Allí oraron y ofrecieron un testimonio común por la paz».
«Según recientes palabras de Benedicto XVI, Asís nos muestra que la fidelidad a las convicciones de la propia religión no se expresa en la violencia e intolerancia sino en el sincero respeto por los otros, en el diálogo y en un anuncio que apela a la libertad y a la razón, permaneciendo al mismo tiempo comprometido a la favor de la paz y la reconciliación».
«La religión, en efecto, es esencialmente un heraldo de paz –añadió–. El uso de la violencia no se puede atribuir a la religión en cuanto tal, sino a los límites culturales en los que se viven y evolucionan en el tiempo las religiones».
El prelado de 54 años explicó que «en la historia reciente, los líderes políticos a veces han manipulado la identidad religiosa, y algunos movimientos nacionalistas han usado las diferencias religiosas para obtener consensos a favor de sus causas».
De todos modos, añadió, «las tradiciones históricas de discernimiento espiritual, ascetismo y servicio contribuyen a mantener el fervor religioso extraño a la violencia y a dirigirlo hacia el bien de la sociedad».
«No puede haber paz sin comprensión y cooperación entre las religiones –declaró el arzobispo Mamberti–. No puede haber comprensión y cooperación entre las religiones sin libertad religiosa».
«La salvaguardia y la promoción de la libertad religiosa para todos exige tanto acción estatal como responsabilidad religiosa».
«El pleno ejercicio del derecho a la libertad religiosa se basa en el respeto por la razón humana y su capacidad de conocer la verdad; asegura aperturas a la trascendencia como garantía indispensable de la dignidad humana; permite a todas las religiones manifestar públicamente la propia identidad, libres de toda presión para esconderla o camuflarla», subrayó.
El arzobispo Mamberti dijo que estas «fructíferas reuniones internacionales a alto nivel de líderes religioso para orar y promover la paz deberían ser replicadas a nivel nacional y local».
«La oración y las buenas intenciones –añadió- con auténticas sólo si se traducen en gestos prácticos a todos los niveles».
Si las religiones quieren construir la paz, prosiguió, «Deben enseñar el perdón. No hay paz, en efecto, sin justicia, y no hay justicia sin perdón».
«En un momento en el que el llamado choque de civilizaciones se está difundiendo en algunos ambientes, las religiones tienen un papel especial al indicar nuevas vías para la paz, entre ellas y en cooperación con los estados y las organizaciones internacionales», añadió el portavoz.
«Si este diálogo a alto nivel debe tener frutos –concluyó–, nuestro mensaje hoy debe atravesar los confines de esta Sala para alcanzar y tocar a cada persona y comunidad creyente del mundo».