La alimentación, derecho violado; denuncia el Papa

En su mensaje con motivo de esta Jornada Mundial

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 15 octubre 2007 (ZENIT.org).- La alimentación es un derecho humano y su violación constituye una gravísima responsabilidad ética, asegura Benedicto XVI.

«Es necesario, por tanto, que madure entre los miembros de la Comunidad de las Naciones una conciencia solidaria que considere la alimentación como un derecho universal de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones», afirma el Papa.

Lo escribe en un mensaje enviado al director general del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, que se celebró el 16 de octubre.

El tema elegido para esta Jornada, «El derecho a la alimentación», considera el Santo Padre constituye una ayuda para reflexionar en la preparación de las celebraciones por el 60° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

«Esta coincidencia ayuda a pensar en la importancia que el derecho a la alimentación tiene para la feliz consecución de otros derechos, empezando ante todo por el derecho fundamental a la vida», indica el Papa.

El Papa denuncia, sin embargo, que no está descendiendo significativamente el número de hambrientos en el mundo.

«Esto es debido quizás a que se tiende a actuar motivados, sólo o principalmente, por consideraciones técnicas y económicas, olvidando la prioridad de la dimensión ética del «dar de comer a los hambrientos», indica.

«Esta prioridad atañe al sentimiento de compasión y solidaridad propio del ser humano, que lleva a compartir unos con otros no sólo los bienes materiales, sino el amor del que todos tenemos necesidad».

«Efectivamente –advierte–, damos demasiado poco si sólo ofrecemos cosas materiales».

«Los datos disponibles muestran que el incumplimiento del derecho a la alimentación se debe no sólo a causas de tipo natural sino, sobre todo, a situaciones provocadas por el comportamiento de los hombres y que desembocan en un deterioro general de tipo social, económico y humano».

«Cada vez son más numerosas las personas que, a causa de la pobreza o de conflictos sangrientos, se ven obligadas a dejar sus casas y sus seres queridos para buscar sustento fuera de su tierra», denuncia. «No obstante los compromisos internacionales, muchas de ellas son rechazadas».

«El objetivo de erradicar el hambre y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere también métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos que respete el patrimonio de la creación», propone la misiva.

«Trabajar en esta dirección es una prioridad que conlleva no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación y de las tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza conocidos por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales de las comunidades indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente económicas», indica.

El mensaje concluye pensando de modo particular en la situación de los niños –«primeras víctimas de esta tragedia»–, «retrasados a veces en su desarrollo físico y psíquico y, en tantas ocasiones, obligados a un trabajo forzado o alistados entre los grupos armados a cambio de recibir unos pocos alimentos».

«A este respecto, pongo mi esperanza en las iniciativas que se han emprendido a nivel multilateral para favorecer la alimentación escolar y que permiten a comunidades enteras, cuya supervivencia está amenazada por el hambre, mirar con mayor confianza hacia su futuro», confiesa.

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ZENIT Staff

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