ROMA, miércoles, 16 enero 2008 (ZENIT.org).- Conscientes de que el camino a la paz en Tierra Santa vive un momento crucial, las conferencias episcopales de Europa y Norteamérica llaman a una actuación responsable a palestinos, israelíes y a la comunidad internacional.
El Grupo de Coordinación de apoyo a Tierra Santa [que representa a episcopados de Europa y Norteamérica, junto a los ordinarios de la región de Oriente Medio] se creó en Jerusalén en 1998 a petición de la Santa Sede. Cada año, en enero, se traslada a ese punto del planeta para sostener a las comunidades cristianas y a los líderes eclesiales.
A su regreso de cinco días de peregrinación –es la octava–, el Grupo de prelados presentó este miércoles en Roma el resultado de su visita haciendo público el comunicado de «una palabra de esperanza en un momento crítico para Tierra Santa».
Son conscientes de la renovada atención mundial sobre un proceso de paz entre israelíes y palestinos, igual que han podido constatar que la situación «social, política y humanitaria» en ambos pueblos «es compleja y que la solución al conflicto no es fácil».
Las imágenes que describen los prelados mezclan luces y sombras: «Hemos encontrado a mucha gente pesimista acerca de los actuales esfuerzos de los líderes israelíes y palestinos, con el apoyo de la comunidad internacional, para alcanzar un acuerdo de paz justo», pero «también hemos escuchado de muchos el anhelo de un futuro de libertad, paz y seguridad, tanto en palestinos como israelíes».
En su comunicado –que leyó íntegramente ante la prensa internacional, convocada en «Radio Vaticano», uno de sus signatarios, el obispo William Kenney, auxiliar de Birmingham, de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales y representante de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea– los prelados especifican la necesidad de «examinar qué actitudes y políticas de sus países [de Europa y Norteamérica] contribuyen a la división en lugar de conducir a la paz y a la justicia a ambos pueblos».
«Con demasiada frecuencia los países han tomado parte en la disputa, cuando en realidad el destino de israelíes y palestinos está inextricablemente unido –alertan–. Nuestras naciones pueden a veces ser parte del problema, pero también pueden ser parte de la solución».
El cardenal Seán Brady –arzobispo de Armagh, de la Conferencia Episcopal de Irlanda– es la primera vez que participa en la peregrinación del Grupo a Tierra Santa. Apuntó, tras la lectura del comunicado, su impresión: «A pesar de todo, he visto signos de esperanza, el deseo de la paz, por ejemplo, en tantos corazones, en tantos lugares, especialmente entre los jóvenes».
«Hemos acudido a aprender, a acompañar a Iglesia local con nuestra oración, con nuestro interés», visitando «in situ» a las poblaciones, clero y laicos, de la vida pública y privada, yendo a parroquias, a los Santos Lugares, a la universidad, a hospitales; «hemos venido a difundirlo», expresó el purpurado.
En el encuentro con los medios –con la participación asimismo del obispo Michel Dubost (de Evry, Conferencia Episcopal de Francia), del obispo Joan-Enric Vives (de Urgell y co-príncipe de Andorra, de la Conferencia Episcopal Española) y del arzobispo James Weisgerber (de Winnipeg, presidente del episcopado canadiense) –fue notable la mención a la juventud de Tierra Santa y a su manifiesta esperanza.
En Belén los universitarios cristianos y musulmanes estudian juntos, «en armonía» –reiteran en el comunicado–, «con entusiasmo», «con el deseo de quedarse donde nacieron», «con la esperanza de una paz justa que les dará a ellos, y a todos los pueblos de Tierra Santa, un futuro mejor».
Otros signos de esperanza que han constatado es la «creciente cooperación interreligiosa por la paz entre judíos, cristianos y musulmanes».
Los prelados no omiten los señales de desaliento y división que también han observado, como es el caso del muro de separación -distancia a las familias, destruye la economía palestina, exacerba la crisis humanitaria–, expresión material de la «preocupación de Israel por la seguridad» y de una «división profunda entre israelíes y palestinos que pierden el contacto humano que ayudaría a impulsar la justicia y la reconciliación».
A esto añaden la denuncia por el empeoramiento de la situación humanitaria en Gaza. «La mayor prisión al aire libre en el mundo es Gaza y Belén –comentó monseñor Kenney–. El muro es una afrenta y un insulto a la dignidad humana» «tanto de palestinos como de israelíes».
El respeto de los derechos humanos fundamentales debe ser para todos –recalca el comunicado–, cosa que incluye «la seguridad para los israelíes y la seguridad y la libertad para los palestinos».
El Papa dirigió un llamamiento a israelíes, a palestinos y a la comunidad internacional en su discurso al Cuerpo Diplomático (del 7 de enero de 2008), apremiándoles en el camino de la paz; aplaudió que la Conferencia de Annapolis «hubiera dado signos en la dirección de un abandono del recurso a soluciones parciales o unilaterales, en beneficio de una visión global, respetuosa de los derechos e intereses de los pueblos de la región». Así se reitera en el comunicado del Grupo episcopal de Coordinación.
«Nuestra visita pastoral a Tierra Santa nos ha convencido de que éste es un momento crucial para Israel, Palestina y al comunidad internacional. Es un tiempo de oportunidad y de peligro», advierten.
Y es que si se perdiera esta oportunidad de paz «una nueva situación podría ser muy complicada, especialmente porque en los EE. UU. habrá elecciones en noviembre y es un último momento de la presidencia de Bush, quien se ha comprometido mucho», subrayó monseñor Vives a Zenit.
Se habla también de «peligro» o «riesgo» porque «al mismo tiempo podría desanimar mucho la eventualidad de que los esfuerzos últimos de Annapolis no llegaran a ninguna parte, como hemos visto después de Oslo o de Madrid, o de tantos otros momentos», lamentó.
«No debería pasar esto con Annapolis ni con las promesas de Bush –comenta el prelado–. Por eso es una oportunidad y al mismo tiempo es riesgo [si decae], porque desanimaría mucho a cuantos viven y sufren en Tierra Santa».
El comunicado de los representantes de los episcopados de Europa y Norteamérica concluye con una exhortación: «Que los líderes y pueblos de Israel y Palestina, con el pleno apoyo y aliento de nuestras propias naciones y de la comunidad internacional, encuentren el camino de una paz justa».
Además de los prelados citados, firman el documento el obispo Pierre Bürcher –de Reykjavik, Islandia–, el bispo Raymond Field –auxiliar de Dublín, Comisión Irlandesa para la Justicia y los Asuntos Sociales, de la Conferencia Episcopal de Irlanda–, el cardenal Francis George –arzobispo de Chicago, Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos– y el arzobispo Patrick Kelly –de Liverpool, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales–.
Objetivo de la vista solidaria a Tierra Santa y de la difusión del comunicado es «también dar a conocer la situación a nuestros propios gobiernos –añade monseñor Vives a Zenit– para que puedan ayudar a las dos comunidades políticas, tanto a Israel como a la Autoridad Nacional Palestina, a que realmente se pongan en camino de paz, de diálogo, de un reconocimiento mutuo de los derechos de ambos».
Por Marta Lago