ROMA, viernes, 13 junio 2008 (ZENIT.org).- «Hoy más que nunca la Iglesia necesita proclamar al mundo la belleza de Dios que brilla en las obras de arte que la fe ha generado», sostiene el padre Uwe Michael Lang.
Con estas palabras, el sacerdote, miembro de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Londres, y oficial de la Congregación para le Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha explicado a Zenit los objetivos del master de la Universidad Europea de Roma en «Architettura, arti sacre e liturgia» (Arquitectura, Artes Sacras y Liturgia).
El padre Lang es también docente y coordinador para el próximo año académico 2008/2009 de dicho master. Ha publicado sobre liturgia primero en alemán, y luego en inglés, italiano, francés, húngaro y español, el libro «Vueltos al Señor», con prólogo del entonces cardenal Joseph Ratzinger.
Según el coordinador académico del master, «en la Iglesia han nacido las grandes obras maestras de arte sacro y música sacra que tienen el poder de elevar nuestros corazones y conducirnos más allá de nosotros mismos hacia Dios, que es la belleza misma».
Frente a lo que parece un gran descubrimiento del arte religioso, el padre Lang ha querido precisar una distinción entre «arte religioso» y «arte sacro».
El arte religioso, ha dicho, está caracterizado por la expresión subjetiva y nace «del modo de sentir la religión por parte de una persona de cualquier lugar y tiempo», mientras que «el arte sacro tiende a una ‘traducción’ de una realidad que sobrepasa los límites de la individualidad humana y contiene datos también objetivos que nacen ‘de la meditación de la verdad de una religión positiva e histórica’ por parte del artista».
«El arte sacro -añade- está destinado a la alabanza y a la gloria de Dios y, al mismo tiempo, es popular, porque debe y puede ser comprendido y tocar los corazones de los fieles, también de los fieles sencillos. En la historia, el arte de la Iglesia funcionaba también como una Biblia pauperum</i>».
Haciendo referencia a la importancia que el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica reconoce al arte sacro y al uso de muchas obras de arte como vehículo de los misterios de la fe, el padre Lang ha subrayado que «hoy más que nunca, en la civilización de la imagen, la imagen sacra puede expresar mucho más que la misma palabra, desde el momento en que es sobremodo eficaz su dinamismo de comunicación y de transmisión del mensaje evangélico».
Respecto a la relación que existe entre verdad, belleza y arte sacro, el oficial de la Congregación del Culto Divino ha subrayado que «la base más profunda del arte sacro es la belleza que es atributo de Dios».
«Según la fórmula tomista, lo bello, lo verdadero y lo bueno son conmutables. Por tanto, el arte como expresión de lo bello manifiesta la realidad, la verdad y la bondad de Dios».
Pero el arte sacro está en crisis. Y es un síntoma que, como ha subrayado el cardenal Ratzinger en el libro «Espíritu de la Liturgia», revela la «crisis de la humanidad», una suerte de «ceguera del espíritu».
Para el padre Lang, «es una crisis de las raíces profundas, una crisis que ha arrollado, aún antes que el arte, la misma belleza de la que debería ser portador. El mismo concepto de las ‘bellas artes’ de las que habla la Constitución conciliar sobre Sagrada Liturgia es discutido».
El coordinador académico del master ha subrayado, citando a Hans Urs von Balthasar, que «junto a la pérdida de lo bello, se ha perdido también lo bueno y lo verdadero» de manera que «por un lado hay un falso tipo de belleza que no nos eleva hacia Dios y su Reino, sino que en cambio nos arrastra hacia abajo y suscita deseos desordenados» y por otro hay que oponerse a lo que Remo Bodei ha llamado «la apoteosis de lo feo», en la que se afirma que «todo lo que es bello es un engaño y que sólo la representación de lo que es crudo es la verdad».
«Este culto a lo feo no hace menos daño a la fe católica que la falsa belleza», ha observado.
Recordando las palabras de Fiódor Dovstoyevski, según el cual «el mundo será salvado por la belleza», el padre Lang ha precisado que Dovstoyevski no entiende cualquier belleza sino que «se refiere a la belleza redentora de Cristo» que es la «belleza de la verdad» que «abraza también el dolor e incluso la muerte, y que la belleza puede encontrarse sólo en el aceptar el sufrimiento y la cruz».
En este sentido, en un texto de 2002, el entonces cardenal Ratzinger habla de la «belleza redentora de Cristo» como de una «paradójica belleza».
Por lo que se refiere a la fractura entre la Iglesia, las artes y lo sacro, tan evidente en ciertas iglesias de nueva construcción, el padre Lang ha citado una frase célebre del poeta alemán Friedrich Hölderlin: «Donde hay peligro crece también lo que salva», para subrayar que nos encontramos en «un momento propicio para lanzar de nuevo la búsqueda de un arte sacro al servicio del culto cristiano».
Y precisamente por esto ha sido ideado un proyecto formativo como el master en Arquitectura, Arte Sacro y Liturgia.
«Su objetivo -ha sostenido el padre Lang- es dar respuestas a demandas provenientes de muchos ambientes eclesiales y artísticos para la institución de un curso en el que los proyectistas, pero también los comitentes, puedan recibir una formación adecuada».
En conclusión, el padre oratoriano ha subrayado que «la perspectiva del master es ir, más allá de una visión sólo ‘normativa’ de la proyectación, hacia una mayor conciencia y devoción a aquello de lo que se ocupa, cuando actúa en el ámbito de la arquitectura y de las artes sacras».
Por Antonio Gaspari, traducido del italiano por Nieves San Martín