Los obispos denuncian el clima de creciente violencia e inseguridad en Bolivia

Mensaje Final de la LXXXVII Asamblea de Obispos

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COCHABAMBA, miércoles, 29 abril 2009 (ZENIT.org).- Los obispos bolivianos, al término de su LXXXVII Asamblea, han dirigido un mensaje titulado «Ustedes serán mis testigos hasta los confines de la tierra», este martes 28 de abril.

En primer lugar los prelados bolivianos se congratulan de que, en los días de Semana Santa y Pascua, «miles y miles de bolivianos a lo largo y ancho del país hemos vivido con intensidad y fervor religioso el misterio de Jesús el Hijo de Dios».

En segundo lugar, expresan su deseo de, «como seguidores de Jesús, en comunión eclesial, cumplir humilde y fielmente el mandato de anunciar la Buena Noticia a nuestro pueblo».

El año 2007 los Obispos de América Latina, reunidos en Aparecida, convocaron a las Iglesias del Continente a ponerse en estado de misión, asumiendo el proyecto de la Misión Permanente.

En Bolivia, indican los obispos, «bajo el lema «Discípulo misionero: escucha, aprende y anuncia», queremos emprender el camino que nos lleva al encuentro personal con Cristo y a la conversión, para revitalizar la vida de Dios en cada cristiano y en todas nuestras comunidades».

«El Señor confía este encargo a todos los bautizados y comunidades eclesiales, en el ambiente donde cada uno vive, en la familia, en el trabajo y en las organizaciones sociales. Llevar el mensaje de Jesús Resucitado es la tarea permanente de todos. Es necesaria una fuerte conmoción que despierte de su indiferencia a tantos cristianos y los lleve a una vida más auténtica, personal y comunitaria», subrayan.

Los obispos afirman que esta misión es mas necesaria «en el contexto actual, en el que se está queriendo dar una nueva configuración a Bolivia con criterios y posiciones enfrentadas» por lo que «los laicos cristianos, en especial los que tienen responsabilidades en la conducción del  país, no deben temer dar un testimonio claro de su fe en Dios, que guía los destinos de cada persona y de toda la sociedad».

«Nuestro pueblo es cristiano, quiere seguir siendo cristiano y lo expresa de muchas maneras: en la confianza en Dios, la oración y religiosidad popular, su participación en la vida de la Iglesia, dentro y fuera del templo, la caridad fraterna y en el compromiso por la promoción humana, la justicia y la paz».

Recuerdan que en su  mensaje de marzo del 2008 expresaron su acuerdo con un Estado laico, «que respete el derecho de elección y el ejercicio de la religión, la consecuente aportación a la vida social y la recíproca autonomía entre Iglesia y Estado».

Los obispos se muestran profundamente dolidos «por la situación de pobreza en que se encuentra mucha gente» y que sigue siendo un problema fundamental en el país expresando su temor de «que pueda empeorar todavía por la crisis económica y financiera internacional».

Por ello, afirman, «como Iglesia, que ha hecho la opción preferencial por los pobres en fidelidad al Evangelio, seguiremos, con renovado esfuerzo, sirviendo a los hermanos y sectores más pobres y vulnerables», y subrayan la necesidad de «trabajar para implementar estructuras que garanticen la justicia y la equidad».

Este empeño, indican, «es particularmente urgente al constatar el clima de creciente incertidumbre e inseguridad, a causa de la violencia, la agresividad, la falta de respeto a la vida y a la dignidad de las personas y sus pertenencias, el desprecio a la normatividad institucional, hechos de los que somos testigos casi a diario».

Ante el reciente atentado al domicilio del cardenal Julio Terrazas afirman: «Protestamos enérgicamente y exigimos un pronto esclarecimiento de lo sucedido, para que no vuelvan a ocurrir hechos semejantes en contra de ninguna persona».

Urgen a «instaurar un clima de serenidad y transparencia, en espíritu democrático y con un dialogo constructivo, de manera particular teniendo en cuenta que estamos entrando en el proceso que culminará con las elecciones políticas de fin de año».

«El pueblo espera que este acontecimiento -subrayan–, tan importante para la vida del país, no sea perturbado por el engaño y la mentira, la confrontación violenta y los insultos y los intereses particularistas en contra del bien común».

Concluyen exhortando a que la fe en Cristo Resucitado lleve a todos a ser «mensajeros de la esperanza, artífices de comunión y constructores de una sociedad solidaria, justa y fraterna, en la que todos nos sintamos unidos y corresponsables para hacer de Bolivia la casa común que protege y acoge sin distinción y discriminación a todos sus hijos».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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