Recibe al tercer grupo de prelados de este país en visita «ad limina»
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de abril de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI subrayó este jueves a los obispos argentinos su importante tarea de cara a la promoción de la paz y la reconciliación, al recibirles hoy en la Sala del Consistorio en visita «ad limina».
Se trata del tercer grupo de prelados procedentes de este país que realiza esta peregrinación quinquenal a Roma. En esta ocasión los encabezaba monseñor Luis Héctor Villalba, arzobispo de Tucumán y Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
El Papa explicó a los obispos presentes que «el Señor Jesús nos ha confiado un ministerio de altísimo valor y dignidad: llevar su mensaje de paz y reconciliación a todas las gentes, cuidar con amor paternal al Pueblo santo de Dios y conducirlo por la vía de la salvación».
«Ésta es una tarea que supera con creces nuestros méritos personales y nuestra pobre capacidad humana, pero a la que nos entregamos con sencillez y esperanza», añadió.
Benedicto XVI dedicó gran parte de su discurso a hablar sobre el ministerio episcopal, subrayando su dimensión de servicio a los fieles: «En el ejercicio de su ministerio episcopal, el obispo debe comportarse siempre entre sus fieles como quien sirve».
Especialmente, les exhortó a cuidar personalmente la labor caritativa, especialmente de cara a los más pobres: «dar un testimonio concreto y visible del amor de Cristo entre los hombres, para construir continuamente la Iglesia como familia de Dios, siempre acogedora y misericordiosa con los más pobres».
Insistió también en «la importancia de la oración frente al activismo o a una visión secularizada del servicio caritativo de los cristianos».
«Ese contacto asiduo con Cristo en la plegaria trasforma el corazón de los creyentes, abriéndolo a las necesidades de los demás, sin inspirarse, por tanto, en esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejándose guiar por la fe que actúa por el amor», aclaró.
También dedicó una especial atención al papel de los laicos, a quienes invitó a «participar activamente en la misión de la Iglesia así como en la vida social, política, económica y cultural de su País».
«Los católicos deben destacar entre sus conciudadanos por el cumplimiento ejemplar de sus deberes cívicos, así como por el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas que contribuyen a mejorar las relaciones personales, sociales y laborales», afirmó.
En este sentido, les exhortó también a defender los valores cristianos, especialmente «el bien de la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, la tutela de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, y el derecho y obligación de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas».
[Por Inma Álvarez]