La Hospitalité de Lourdes celebró en Roma sus 125 años

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Habla su presidente Antoine Tierny

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ROMA, lunes, 1 febrero 2010 (ZENIT.org).- El presidente de la Hospitalité Notre Dame de Lourdes, Antoine Tierny, ha hecho balance de los 125 años de actividad de esta asociación que se ocupa de la acogida a los peregrinos enfermos en el Santuario de Lourdes, Francia.

“Es difícil hacer un balance de 125 años de actividad pero cuando nació la Hospitalité, el 28 de enero de 1885, sólo tenía siete miembros; hoy podemos contar que se han turnado en los años más de 40.000 voluntarios de 70 países de los cinco continentes. Ha habido una evolución notable, ¿verdad?”, sonríe Antoine Tierny, presidente de la Hospitalité Notre Dame de Lourdes, mientras traza para ZENIT un balance de la asociación que se ocupa de la acogida de los peregrinos enfermos en el santuario mariano.

Cerca de cien hospitaliers –dirigentes de las diversas secciones nacionales de la asociación- concluyeron este viernes en Roma una peregrinación de algunos días, justo para festejar el 125 aniversario.

El pasado miércoles participaron en la audiencia de Benedicto XVI en el Aula Pablo VI: “Fue de una gran emoción –afirma Tierny–; el Papa nos agradeció el haber querido celebrar junto a él nuestro aniversario y hemos visto que incluso él se emocionó cuando nos hemos levantado todos y hemos cantado el Ave María de Lourdes”.

El Papa, al final de su catequesis en francés, saludó a monseñor Jacques Perrier, obispo de Tarbes y Lourdes, que acompañaba al grupo de voluntarios de la Hospitalité Nuestra Señora de Lourdes. Benedicto XVI definió la misión de la asociación un “precioso servicio”.

“Nuestra mayor satisfacción –afirma Tierny siguiendo en el balance de la acrtividad de la Hosptalité- es que en todo este tiempo, los peregrinos enfermos se han sentido acogidos bien en la ciudad mariana, gracias a nuestro servicio porque nacimos justo con este objetivo”.

Para los próximos años, “el desafío es estar al día con los aspectos técnicos más delicados de la acogida y gestionar lo mejor posible la internacionalidad de la asociación para aprender a acoger cada vez mejor a los peregrinos”.

Si al principio los voluntarios eran sobre todo franceses, su proveniencia se ha hecho muy variada al cabo de los años, yendo más allá del viejo continente. Los estadounidenses, con un total de 471 entre hospitaliers, becarios y auxiliares, han superado a los ingleses (429), irlandeses (311), alemanes (252) y belgas (72). Ha aumentado también el número de los voluntarios procedentes de los países orientales, 221, y los italianos han superado a los franceses: 3.036 contra 2.739.

Anna Maiani, desde hace 35 años en la Hospitalité, es de los consejeros del servicio “Santa Bernardette” para la formación de los voluntarios en lengua italiana. “Cuando empecé –confirma- la formación se hacía sólo en francés y yo la traducía simultáneamente al italiano, otra voluntaria al español, etc”.

El núcleo de la formación, explica, es “descubrir Lourdes no sólo bajo el perfil técnico de la asistencia a los enfermos, sino espiritual: los lugares santos de Bernardette, cómo nació Lourdes, la historia de un lugar que atrae a multitudes de peregrinos cada año”.

Hace falta un curso de formación para los primeros cuatro años de voluntariado antes de poder ser considerados miembros de la Hospitalité y admitidos a los diversos servicios.

“El aspecto que ha permanecido idéntico en todos estos años, aparte de la Virgen y Bernardette, naturalmente –bromea Anna Maiani–, es el entusiasmo de los voluntarios que vuelven año tras año y a pesar del cansancio del servicio me dicen: ‘Hemos venido para recargarnos’”.

En Lourdes, “se olvidan todos los problemas de la familia y del trabajo que incluso nos han acompañado en el viaje: cuando se llega, no hay ya tiempo, hay una solidaridad, un clima familiar, un deseo de hacer bien que relega todo el resto a un segundo plano”.

“¿Sabe –confía sonriendo Maiani–, qué respondía mi madre cuando mi padre refunfuñaba porque venía a Lourdes incluso dos veces al año?: ‘¡Sí es verdad, pero cuando vuelve es tan buena!’”.

Servicio a las mesas en los comedores, limpieza de los espacios comunes, acogida a los peregrinos en la estación ferroviaria y en el aeropuerto, acompañamiento a los enfermos: son múltiples los servicios en los que se emplean los voluntarios.

Marisette Goisenau, es la responsable del servicio “San Juan Bautista”, que se ocupa de acompañar a los peregrinos al baño en las piscinas de Lourdes, ofreciéndoles un camino espiritual que recorre el del Bautismo: “A los voluntarios empeñados en la piscina –afirma- recuerdo que necesitamos un suplemento de amor porque las personas llegan con toda su fe y su esperanza y tienen de verdad necesidad de sentirse acogidos y amados. Es el único criterio para nuestro servicio y es muy importante”.

“El nuestro –añade- es un servicio en el que las emociones son fuertes e intensas: a menudo las personas que vienen están muy enfermas o gravemente discapacitadas y sin embargo rezan no por sí mismas sino por los otros y esto es algo extraordinario”.

¿El recuerdo más difícil de olvidar? “Un padre –y todavía Goisenau no logra vencer la emoción reviviendo la escena- que llevó a su pequeña de siete años a quien le quedaba muy poco tiempo de vida. La llevó a Nuestra Señora de Lourdes porque sabía que dentro de pocos días sería Ella quien la acogería y sería para siempre su madre”.

Por Chiara Santomiero, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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