CIUDAD DEL VATICANO, domingo 7 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó la importancia de la humildad ante la llamada de Dios y propuso el ejemplo de Isaías, Pedro y Pablo, este domingo durante el rezo del Ángelus ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

“La humildad de la que dan testimonio Isaías, Pedro y Pablo invita a los que han recibido el don de la vocación divina a no concentrarse en sus propios límites, sino a tener la mirada fija en el Señor y en su sorprendente misericordia, para convertir el corazón, y continuar, con alegría, para “dejarlo todo” por Él, afirmó.

Glosó brevemente las experiencias de Isaías al sentirse en presencia del Señor tres veces Santo, de Pedro tras la pesca milagrosa y de Pablo al reconocerse indigno de ser apóstol.

Y afirmó que en ellas “vemos cómo el encuentro auténtico con Dios lleva a la persona a reconocer la propia pobreza e insuficiencia, el propio límite y el propio pecado”.

“Pero, a pesar de esta fragilidad, el Señor, rico en misericordia y en perdón, transforma la vida de la persona y la llama a seguirle”, añadió.

Porque Dios, dijo el Santo Padre “hace a las personas pobres y débiles, pero con fe en Él, intrépidas apóstoles y predicadoras de la salvación”.

Después de esto, el Papa pidió oraciones por las vocaciones y que la Virgen “suscite en cada uno el deseo de pronunciar el propio “sí” al Señor con alegría y dedicación plena”.

En su saludo en español, invitó “a todos a suplicar fervientemente al Señor que suscite en muchos jóvenes el deseo de responder generosamente a su llamada, para que, dejándolo todo, consagren su vida por completo a la hermosa misión de ser mensajeros valientes de la buena noticia de la salvación, celebrar con dignidad los Sagrados Misterios y ser testigos fieles y convencidos de la caridad”.

Pidió que, “en este camino se vean acompañados por la presencia amorosa de María, Madre de Jesús”.

E invitó “a todos los sacerdotes a reavivar su generosa disponibilidad para responder cada día a la llamada del Señor con la misma humildad y fe de Isaías, Pedro y Pablo”.