Por el padre John Flynn, L. C.
ROMA, domingo 14 de febrero de 2010 (ZENIT.org). – La pornografía es una distorsión visual de la sexualidad que supone una importante amenaza para el matrimonio, afirma un informe publicado en diciembre por el Family Research Council.
Patrick F. Fagan, miembro y director del Centro de Investigación sobre el Matrimonio y la Religión del Centro, describía los efectos sociales y psicológicos de la pornografía en su estudio: The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community.
Contrario al argumento de que la pornografía es un placer inofensivo, Fagan hacía referencia a evidencias clínicas que muestran que ésta distorsiona de modo significativo las actitudes y percepciones sobre la naturaleza de la sexualidad.
Si son consumidores habituales de pornografía los hombres, tenderán a tener una tolerancia mayor hacia los comportamientos sexuales anormales, observaba el estudio. Es también un hábito muy adictivo, debido a la producción de hormonas que estimulan los centros de placer del cerebro.
Fagan reconocía que la energía sexual es una poderosa fuerza, pero debido a ello la sociedad necesita encauzar esta energía de una forma que fomente el bien común. El matrimonio legitima la intimidad sexual, protege a los hijos que son fruto del acto sexual, y promueve la estabilidad social.
Poner límites a la actividad sexual ayuda a los adolescentes mientras maduran a orientar de forma correcta su sexualidad. Desgraciadamente, comentaba el estudio, el desarrollo de los modernos medios ha derribado estas barreras y ha incrementado la forma en que los creadores de pornografía pueden introducirse en la vida familiar.
Consecuencias para la familia
Al tratar las consecuencias para el matrimonio, Fagan hace referencia a estudios que demuestran cómo afecta a las mujeres el consumo de pornografía de los maridos.
En muchos casos, las esposas de consumidores de pornografía sufren daños psicológicos profundos, observaba. Entre ellos, sensaciones de traición, pérdida, desconfianza y cólera. Pueden también sentirse poco atractivas o no aptas sexualmente, lo que a su vez puede llevar a la depresión tras descubrir que sus maridos ven pornografía.
Fagan añadía que los consumidores masculinos de pornografía tienden a disminuir su implicación emocional en sus relaciones sexuales, lo que tiene como efecto que sus esposas sufran que disminuye la intimidad de sus maridos. En un estudio, los maridos afirmaban querer menos a sus esposas tras largos periodos dedicados a ver pornografía.
La pornografía también tiene impacto en el lado físico de las relaciones puesto que la exposición prolongada fomenta la insatisfacción con el otro y con su comportamiento sexual.
Fagan hacía referencia a otros estudios que mostraban que los consumidores de pornografía ven cada vez más la institución del matrimonio como un confinamiento sexual y esto les lleva a dudar del valor del matrimonio como institución social.
Verdadera infidelidad
El distanciamiento emocional de las esposas y el mismo matrimonio sufren las consecuencias. Fagan observaba que el consumo de pornografía y de otras formas de contacto sexual online se considera por muchas esposas tan perjudicial para la relación como una infidelidad de verdad en la vida real.
De hecho, los hombres y las mujeres reaccionan a la pornografía de modo diferente. Un estudio llevado a cabo entre estudiantes encontró que los hombres se trastornaban más por la infidelidad sexual mientras que las mujeres, por la infidelidad emocional.
Otro estudio examinaba los diversos tipos de degradación de la pornografía. Tanto hombres como mujeres calificaban tres temas principales como los más degradantes de todos, pero con intensidades diversas: las mujeres los consideraban más degradantes que los hombres.
El impacto en las mujeres aumenta cuando sus maridos se vuelven adictos a la pornografía. Fagan citaba un estudio que revelaba que el 40% de estos adictos al sexo pierden a sus esposas. No se ha investigado mucho la relación entre pornografía y divorcio, pero citaba un estudio sobre informes de abogados de divorcios que reflejaba que en el 68% de los casos de divorcio una de las partes había encontrado un nuevo interés amoroso en internet, y en el 56% una de las partes tenía un interés obsesivo en las páginas webs pornográficas.
Las mujeres no son las únicas que sufren cuando la pornografía se convierte en adicción. El informe de Fagan observaba que el consumo adictivo de pornografía lleva una menor autoestima y a un menor capacidad entre hombres de llevar una vida social y laboral significativa. Un estudio sobre adictos a la pornografía reveló que se sentían afligidos y experimentaban cómo un importante aspecto de sus vidas estaba deteriorado como resultado de su adicción.
Ilusorio
La pornografía presenta la actividad sexual como una suerte de acontecimiento deportivo o diversión inocente, comentaba Fagan, sin ningún impacto importante en las emociones o en la salud. Argumentaba que esto simplemente no se corresponde con la realidad.
De hecho, la pornografía lleva percepciones distorsionadas de la realidad social: una percepción exagerada del nivel de actividad sexual de la población general, y una estimación que infla la probabilidad de actividad sexual premarital y extramarital. También lleva a una sobreestimación del predominio de perversiones como el sexo en grupo, la bestialidad y la actividad sadomasoquista.
“De este modo las creencias que se forman en la mente del espectador de pornografía están bastante lejos de la realidad”, observaba Fagan. “Un ejemplo es que la visión repetida de pornografía induce a enfermedad mental en materia sexual”.
Entre las distorsiones creadas por la pornografía están tres creencias: (1) las relaciones sexuales en la naturaleza son algo recreacional, (2) los hombres son en general sexualmente dominantes, y (3) las mujeres son objetos o mercancías sexuales.
En consecuencia, Fagan describía cómo la pornografía fomenta la idea de que la degradación de las mujeres es algo aceptable. Además, puesto que los varones utilizan la pornografía con mucha más frecuencia que las mujeres, su predominio conduce a la idea de que las mujeres son objetos para el sexo o mercancías sexuales.
Fagan observaba que una gran cantidad de pornografía es de contenido violento. Un estudio de los diferentes medios pornográficos encontró violencia en casi una cuarta parte de las escenas de revistas, en más de una cuarta parte en las escenas de vídeo, y en más del 40% de la pornografía online.
Los estudios sugieren que hay una conexión entre la exposición a la pornografía y las agresiones sexuales, añadía. Incluso el consumo de pornografía no violenta aumenta la voluntad en los hombres de forzar a sus parejas sexuales cuando estas no consienten.
El consumo de pornografía se asocia también a delitos sexuales, afirmaba Fagan. Citaba un estudio de delincuentes sexuales en internet, condenados, que informaba que habían pasado más de 11 horas a la semana viendo imágenes pornográficas de niños en internet.
Otro estudio comparado de agresores sexuales y de personas que no lo eran revelaba diferencias significativas en el uso de la pornografía como adolescentes. Una gran proporción de violadores y acosadores habían visto pornografía dura en su adolescencia.
Adolescentes
La pornografía por tanto no sólo daña los matrimonios, sino que también tiene un fuerte impacto en los adolescentes. Un estudio sobre adolescentes mostraba que el consumo habitual de pornografía suele llevar a no tener fidelidad a sus novias. De igual forma, el uso de pornografía aumentaba después su infidelidad matrimonial en más de un 300%.
Fagan describía cómo los adolescentes que ven pornografía se desorientan durante la fase de desarrollo en la que están aprendiendo a afrontar su sexualidad y cuando son más vulnerables a la incertidumbre sobre sus creencias sexuales y sus valores morales.
Un estudio sobre adolescentes encontró que el contenido explícitamente sexual en internet aumentaba de modo significativa sus incertidumbres sobre la sexualidad. Otro estudio hallaba que los adolescentes expuestos a altos niveles de pornografía tenían un nivel más bajo de autoestima sexual.
Existe también una significativa relación entre ver con frecuencia pornografía y sentimientos y sensación de soledad, incluyendo graves depresiones.
El alto consumo de pornografía en la adolescencia está relacionado con un significativo aumento de actos sexuales con amigos no románticos y puede ser un factor de importancia en los embarazos adolescentes.
Mucho antes de la llegada de internet, el Concilio Vaticano II comentaba su decreto sobre los medios que, si utilizaban de modo apropiado, los medios podían ser de gran utilidad para la humanidad.
La Iglesia “sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana·, observaba el decreto (No. 2). Un mal uso que hoy suele envenenar demasiado a familias y a matrimonios.
[Traducción del inglés por Justo Amado]