NUEVA YORK, lunes 8 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La mejora de la condición femenina y la lucha por el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de mujeres y niñas es una prioridad de la Santa Sede, recordó este lunes en Nueva York monseñor Celestino Migliore.
El prelado, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, intervino en la 54ª sesión de la Comisión sobre el Estatus de las Mujeres, del Consejo Económico y Social, con ocasión de la discusión sobre el ítem 3, “Seguimiento de la Cuarta Conferencia Mundial sobre el tema ‘Mujer 2000: igualdad de género, desarrollo y paz para el siglo XXI'».
Según el arzobispo, el debate sobre la cuestión del estatus femenino no es enteramente positivo, pues recoge algunas luces “pero también algunas sombras inquietantes”.
Los progresos alcanzados en el mundo en los últimos quince años, explicó, incluyen, entre otros factores, “mejoras en la instrucción de las niñas, promoción de las mujeres como fundamentales para desarraigar la pobreza y promover el desarrollo, crecimiento de la participación en la vida social, reformas políticas dirigidas a derogar formas de discriminación contra las mujeres y leyes específicas contra la violencia doméstica”.
En particular, subrayó, se ha puesto de manifiesto en muchas partes “el papel indispensable jugado por la sociedad civil en todos sus componentes en subrayar la dignidad de las mujeres, sus derechos y sus responsabilidades”.
A pesar de esto, “las mujeres siguen sufriendo en muchas partes del mundo”.
No se pueden ignorar, de hecho, fenómenos escalofriantes como el aborto de niñas, el infanticidio y el abandono, como también las discriminaciones a nivel de asistencia sanitaria y de alimentación.
«La malnutrición afecta a las niñas más que a los niños, bloqueando su crecimiento futuro físico y mental”, denunció. De la misma forma, las mujeres desde los 15 años en adelante representan las dos terceras partes de los analfabetos del mundo.
Las tres cuartas partes de las personas afectadas por HIV/Sida son chicas y jóvenes entre los 15 y los 24 años, prosiguió el prelado, recordando que en el tráfico internacional de seres humanos, las víctimas son la mitad menores de edad, y el 70% niñas y mujeres.
«En todo el planeta, chicas y mujeres son víctimas de violencia física, sexual y psicológica, incluyendo la violación como arma de guerra, por no hablar de la explotación económica».
Las razones de esta situación son numerosas, explicó el representante vaticano, citando «dinámicas sociales y culturales», «retrasos y lentitudes de las políticas”.
«Haríamos bien en mirar también los principios, las prioridades y las políticas de acción de las organizaciones internacionales, especialmente en las motivaciones, valores, líneas guía y metodologías que guían la actuación de las Naciones Unidas respecto de las mujeres”.
Aunque la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres en la instrucción, en el empleo, en la defensa legal y en los derechos sociales y políticos es considerada “en el contexto de la igualdad de género», «los hechos demuestran que la manipulación de este concepto está cada vez más dirigido a nivel ideológico y retrasa el verdadero desarrollo de las mujeres».
Junto a esto, constató monseñor Migliore, en los documentos oficiales recientes hay interpretaciones del género que “disuelven toda especificidad y complementariedad entre hombres y mujeres”, teorías que “no cambiarán la naturaleza de las cosas, pero seguramente están ya ofuscando y obstaculizando todo serio y oportuno progreso en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos de las mujeres”.
Casi todos los documentos de conferencias internacionales o comités, además, subrayan el vínculo entre “la consecución de los derechos personales, sociales, económicos y políticos y una noción de salud y de derechos reproductivos violenta hacia los concebidos y dañina para las necesidades integrales de las mujeres y de los hombres dentro de la sociedad”.
Al mismo tiempo, sin embargo, “solo raramente se mencionan los derechos políticos, económicos y sociales de las mujeres como condición y compromiso ineludibles”.
Este aspecto, subraya el prelado, es «particularmente doloroso» considerando la difundida mortalidad materna en las regiones en las que los sistemas sanitarios son inadecuados.
“Una solución respetuosa de la dignidad de las mujeres no nos permite pasar por encima el derecho a la maternidad, sino que nos empeña en promoverla, invirtiendo en los sistemas sanitarios locales y mejorándolos, proporcionando también servicios obstétricos esenciales”.
En 1995, recordó monseñor Migliore, «la Plataforma para la Acción de Pekín proclamó los derechos humanos de las mujeres como parte inalienable, integral e indivisible de los derechos humanos universales. Esto es fundamental no solo para comprender la dignidad inherente de las mujeres y de las niñas, sino también para hacerla una realidad concreta en todo el mundo».
Por esto, la Santa Sede reafirma su compromiso por la mejora de la condición femenina.
«Su llamamiento a las instituciones católicas, con ocasión de la Conferencia de Pekín, por una estrategia concertada y urgente dirigida a chicas y mujeres jóvenes, sobre todo las más pobres, ha producido en el curso de los años muchos resultados significativos, y queda como un compromiso fuerte a realizar y promover esta tarea en el futuro».
Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez