CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 10 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha advertido durante la audiencia general de este miércoles ante la tentación que también se experimenta en algunos sectores de la Iglesia de vivir el «utopismo espiritualista», que se opone a la noción de jerarquía en la Iglesia y que acaba cayendo en un «utopismo anárquico».
El Papa había dedicado la semana precedente una primera catequesis a la vida de san Buenaventura, a quien dedicó su tesis de habilitación para la enseñanza universitaria en Alemania, mientras que en esta segunda ocasión se centró en su enseñanza, en particular durante su etapa como ministro general de la Orden franciscana.
En ese período, fue elegido en 1257, el santo teólogo tuvo que afrontar la corriente de los «franciscanos espirituales», que, influidos por los escritos del abad Joaquín de Fiore e interpretando mal la figura de san Francisco, entendieron que había «terminado» el tiempo de la «Iglesia jerárquica», y que se había inaugurado el «tiempo del Espíritu».
También en la época actual, se repite este «utopismo espiritualista», consideró el obispo de Roma. «Sabemos de hecho que tras el Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo fuese nuevo, que hubiese otra Iglesia, que la Iglesia preconciliar hubiese acabado y que tendríamos otra, totalmente ‘otra'».
«¡Un utopismo anárquico! Y gracias a Dios los sabios timoneles de la barca de Pedro, el Papa Pablo VI y el Papa Juan Pablo II, por una parte defendieron la novedad del Concilio y por la otra, al mismo tiempo, defendieron la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de Gracia», señaló.
El Papa mostró cómo san Buenaventura ofreció una respuesta a los «espiritualistas», rechazando las propuestas de Joaquín de Fiore y fundamentando una visión teológica de la historia, en la que Cristo es el «centro» y no el «final».
La historia «es una, aunque es un camino, y un camino de progreso». Esto, subrayó el obispo de Roma, «no significa que la Iglesia está inmóvil, fija en el pasado y no pueda haber novedades en ella: Las obras de Cristo no van atrás, no disminuyen, sino que progresan».
Según reconoció, «también hoy existen visiones según las cuales toda la historia de la Iglesia en el segundo milenio habría sido un ocaso permanente; algunos ven el ocaso inmediatamente después del Nuevo Testamento».
En realidad, «las obras de Cristo no van hacia atrás, sino que progresan. ¿Qué sería la Iglesia sin la nueva espiritualidad de los cistercienses, de los franciscanos y dominicos, de la espiritualidad de santa Teresa de Ávila y de san Juan de la Cruz, etc.?», se preguntó.
«San Buenaventura nos enseña el conjunto del necesario discernimiento, también severo, del realismo sobrio y de la apertura a los nuevos carismas dados por Cristo, en el Espíritu Santo, a su Iglesia».
[Es posible leer la intervención completa de Benedicto XVI en esta audiencia general en la sección de documentos de la página web de ZENIT].