ROMA, miércoles 17 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- El movimiento de los Focolares ha celebrado el segundo aniversario de la muerte de su fundadora, Chiara Lubich, fallecida el 14 de marzo de 2008 en Rocca di Papa, cerca de Roma.
L’Osservatore Romano ha dedicado varios artículos a Chiara Lubich en sus ediciones de los días 14 y 16 de marzo.
En Roma, la presidenta actual del movimiento de los Focolares, Maria Voce, recordó la vida de Chiara Lubich, marcada por su gran deseo de unidad, durante un congreso organizado el 14 de marzo en Roma para homenajear a la fundadora de los Focolares.
“Celebramos una vida, una vida por la unidad que comenzó con Chiara Lubich, portadora de un evidente y gran don de Dios, y que quiere continuar llevando frutos de un extremo al otro de la tierra, y para beneficio de toda la humanidad”, indicó Maria Voce.
“Esta vida se expresa en las mil realizaciones concretas de la espiritualidad de la unidad que ella nos ha legado”, añadió.
Durante el congreso, el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, también evocó a la fundadora de los Focolares como “una figura que ha marcado profundamente la vida de la Iglesia y del mundo en el siglo XX”.
Ella fue “un gran signo de esperanza, con los diferentes carismas suscitados por el Espíritu Santo en la Iglesia de hoy”, afirmó.
Una vida basada en la sabiduría y la unidad
Por su parte, el presidente el Consejo Pontificio para la Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, se detuvo en “la sabiduría” y en “la unidad” en las que se ha basado la existencia de Chiara Lubich.
En la Misa que presidió el 13 de marzo en su memoria, evocó la sabiduría como “un gran don de Dios que necesita de la inteligencia, pero sobre todo de una gran carga de humanidad, de una gran capacidad para dar sentido, sabor a la existencia”.
Respecto a la unidad, no significa sólo “estar los unos al lado de los otros”, sino experimentar “que yo estoy en ti y tú en mí según lo dice el Evangelio”: una unidad que es “comunión”.
Y concluyó su homilía con la oración de Chiara Lubich: “Te quiero porque has entrado en mi vida más que el aire en mis pulmones, más que la sangre en mis venas. Has entrado donde nadie podía entrar, cuando nadie podía ayudarme, cada vez que ninguno podía consolarme. Cada vez he leído la explicación en tus palabras, la solución en tu amor”.
Un movimiento reconocido en 1964
Nacida en Trento el 22 de enero de 1920, Chiara Lubich fundó el movimiento de los Focolares en 1943.
Lanzado bajo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y entre los pobres de Trento, este movimiento, centrado en la renovación espiritual y social, comenzó como una aventura que ella misma califica como “aventura divina”.
Chiara Lubich no tenía más que 23 años cuando decidió consagrarse de manera definitiva y total a Dios.
Su movimiento es hoy fuente de inspiración para más de cuatro millones de personas, de las que más de cien mil son miembros activos y comprometidos.
Su influencia va más allá de la religión católica, llegando a millones de personas de diferentes Iglesias, de diferentes religiones (judíos, musulmanes, budistas, hindús) o de convicciones no religiosas, todas implicadas en un mismo proyecto: vivir y difundir la fraternidad universal, contribuir a la edificación de una sola y misma familia humana.
Reconocido oficialmente bajo el nombre de “Obra de María” en 1964, el movimiento de los Focolares ha suscitado un gran número de lugares de formación espiritual y social, así como de encuentros ecuménicos e interreligiosos.
[Por Marine Soreau, traducción del francés por Patricia Navas]