CIUDAD DEL VATICANO, jueves 25 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La súplica a Dios para que los sacerdotes y obispos sin libertad en China puedan volver a ejercer su ministerio es uno de los argumentos fundamentales afrontados en la tercera reunión de la Comisión de la Iglesia Católica en China.
Lo recuerda un comunicado difundido por la Oficina de Información de la Santa Sede este jueves, como conclusión del encuentro que se celebró del 22 al 24 de marzo en el Vaticano. La Comisión fue instituida por el Papa Benedicto XVI en 2007 para estudiar cuestiones de importancia para la vida de la Iglesia católica en China.
«La Comisión renueva el deseo de que en el curso de un diálogo respetuoso y abierto entre la Santa Sede y las autoridades gubernamentales, se superen las dificultades actuales y se llegue así a un profundo entendimiento que redundará en beneficio de la comunidad católica y de la convivencia social».
Con ese espíritu, añade el comunicado, «los participantes se unen a todos los católicos en China en la oración constante para que los obispos y sacerdotes que, desde hace tanto tiempo, están privados de la libertad, puedan ejercer de nuevo, lo antes posible, su ministerio episcopal y sacerdotal en favor de los fieles, confiados a sus cuidados pastorales».
En el encuentro, «los participantes han profundizado en el tema de la formación humana, intelectual, espiritual y pastoral de los seminaristas y de las personas consagradas y el de la formación permanente de los sacerdotes, con una particular atención en su espiritualidad».
«Las dificultades que se encuentran en el campo de la formación y las nuevas exigencias pastorales, que están relacionadas con la tarea de evangelizar una sociedad tan dinámica, articulada y compleja como es la china, representan desafíos relevantes».
«Los obispos de la Iglesia católica en China, a los que hay que reconocer su plena dignidad y su responsabilidad de guías de las comunidades eclesiales, están comprometidos en primera persona en la obra formativa: en unión con ellos, se seguirá ofreciendo una colaboración fraterna».
Teniendo en cuenta la Carta del Santo Padre a los católicos chinos del 27 de mayo de 2007, la Comisión ha reflexionado sobre «el modo de promover la unidad dentro de la Iglesia católica en China y de superar las dificultades en sus relaciones con la sociedad civil».
«Se ha tomado acto, con agrado, de los pasos llevados a cabo en respuesta a la invitación de Papa a una comunión eclesial auténtica, que no se pone de manifiesto sin un esfuerzo personal de búsqueda de la verdad y de la reconciliación espiritual».
«Junto a la certidumbre de que el camino del perdón y la reconciliación no se lleva a cabo de hoy para mañana, se ha constatado también la certeza de que la Iglesia entera acompaña este camino y rezará con perseverancia por ello, sobre todo el 24 de mayo, dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María Auxilio de los Cristianos, con motivo de la Jornada de Oración por la Iglesia en China».
También se ha subrayado la necesidad de dar, con urgencia, pasos concretos para incrementar y poner de manifiesto los lazos espirituales entre los pastores y los fieles.
Al mismo tiempo, «los participantes han manifestado unánimemente el deseo de que todos los obispos en China se comprometan cada vez más a favorecer el crecimiento de la unidad de la fe y de la vida de todos los católicos, evitando por lo tanto gestos (como, por ejemplo, celebraciones sacramentales, ordenaciones episcopales, participación en reuniones) que contradicen la comunión con el Papa, que los nombró pastores, y crean dificultades, a veces angustiosas, en las respectivas comunidades eclesiales».
En el encuentro, al final de la reunión plenaria, Benedicto XVI «subrayó la necesidad de asegurar a todos los que se preparan al sacerdocio y a la vida consagrada, una formación espiritual sólida, centrada en la amistad con Jesús: será una garantía de acierto en el campo personal y en la labor pastoral».
«El Santo Padre reafirmó el papel importante de los responsables de la formación, recordando que es una de las tareas prioritarias de los obispos. Por último, agradeció a los participantes su compromiso en favor de la Iglesia católica en China».