CIUDAD DEL VATICANO, viernes 12 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- El Papa destacó la importancia de evitar, en la actualidad, reducir el sacerdocio a las categorías culturales dominantes, este viernes al recibir a los participantes en el Congreso Teológico Internacional “Fidelidad de Cristo, fidelidad del Sacerdote” organizado por la Congregación para el Clero.

“Es importante tener bien clara la peculiaridad teológica del ministerio ordenado para no ceder a la tentación de reducirlo a las categorías culturales dominantes”, declaró.

Y ello, “en una época como la nuestra, tan “policéntrica” y propensa a difuminar todo tipo de concepción de identidad, considerada por muchos contraria a la libertad y a la democracia”.

Benedicto XVI reconoció que “en un contexto de difundida secularización, que excluye progresivamente a Dios de la esfera pública, y, por tendencia, también de la conciencia social compartida, a menudo el sacerdote parece “extraño” al sentir común”.

Esto sucede, según el Pontífice, “precisamente por los aspectos más fundamentales de su ministerio, como los de ser hombre de lo sagrado, sacado del mundo para interceder a favor del mundo, constituido, en esa misión, por Dios y no por los hombres”.

Precisamente en este contexto actual “es importante superar peligrosos reduccionismos, que, en las décadas pasadas, utilizando categorías más funcionalistas que ontológicas, han presentado al sacerdote casi como un “agente social”, corriendo el riesgo de traicionar el mismo Sacerdocio de Cristo”.

En este sentido, defendió una hermenéutica “de la continuidad sacerdotal” análoga a la hermenéutica de la continuidad que en sentido más general el Papa defiende para la comprensión adecuada de los textos del Concilio Vaticano II.

Esta concepción del sacerdocio parte de Jesús de Nazaret -explicó el Papa- y “pasando a través de los dos mil años de la historia de grandeza y de santidad, de cultura y de piedad, que el sacerdocio ha escrito en el mundo, llega hasta nuestros días”.

Benedicto XVI destacó seguidamente la importancia del “carisma de la profecía” en “la llamada a participar del único sacerdocio de Cristo en el ministerio ordenado”.

“Hay gran necesidad de sacerdotes que hablen de Dios al mundo y que presenten a Dios al mundo; hombres no sujetos a efímeras maneras culturales, sino capaces de vivir de manera auténtica esa libertad que sólo la certeza de la pertenencia a Dios está en condiciones de dar”, indicó.

Y añadió: “hoy la profecía más necesaria es la de la fidelidad, que partiendo de la fidelidad de Cristo a la humanidad, a través de la Iglesia y del sacerdocio ministerial, conduzca a vivir el propio sacerdocio en la total adhesión a Cristo y a la Iglesia”.

“El sacerdote ya no se pertenece a sí mismo”, sino que “es “propiedad” de Dios, continuó, y “este “ser de Otro” debe hacerse reconocible por todos, a través de un claro testimonio”.

“En la manera de pensar, de hablar, de juzgar los hechos del mundo, de servir y amar, de relacionarse con las personas, también en el hábito, el sacerdote debe sacar fuerza profética de su pertenencia sacramental, de su ser profundo”, declaró.

El valor del sacerdote no está en las funciones que realiza, sino en su ser, y esta verdad ayuda a comprender el sentido del celibato, indicó el Papa.

En este sentido, indicó que el sacerdote “debe poner todo el cuidado en sustraerse de la mentalidad dominante, que tiende a asociar el valor del ministro no a su ser, sino sólo a su función, sin apreciar, así, la obra de Dios, que incide en la identidad profunda de la persona del sacerdote, configurándolo a Sí de manera definitiva”.

“El horizonte de la pertenencia ontológica a Dios constituye, además, el marco adecuado para comprender y reafirmar, también en nuestros días, el valor del sagrado celibato”, añadió.

Para el Papa, “eso es auténtica profecía del Reino, signo de la consagración con corazón indiviso al Señor y a las “cosas del Señor”, expresión del don de sí mismo a Dios y a los demás”.

El Papa pidió custodiar “el don precioso” del sacerdocio a los más de 500 sacerdotes que ha reunido el congreso celebrado los días 11 y 12 de marzo en la Universidad Pontificia Lateranense.

Y les indicó que “la comprensión del sacerdocio ministerial está ligada a la fe y pide, de manera cada vez más fuerte, una radical continuidad entre la formación del seminario y la permanente”.

“La vida profética, sin compromisos, con la que serviremos a Dios y al mundo, anunciando el Evangelio y celebrando los Sacramentos, favorecerá el advenimiento del Reino de Dios ya presente y el crecimiento del Pueblo de Dios en la fe”, les aseguró.

“Queridísimos sacerdotes, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo nos piden sólo ser hasta el fondo sacerdotes y nada más”, dijo.

“Los fieles laicos encontrarán en muchas otras personas aquello que necesitan humanamente -concluyó-, pero sólo en el sacerdote podrán encontrar esa Palabra de Dios que debe estar siempre en sus labios; la misericordia del Padre, que se prodiga de manera abundante y gratuita en el sacramento de la Reconciliación; el Pan de Vida nueva, 'verdadero alimento dado a los hombres'”.