Santa Sede: “La paz es posible sin armas nucleares”

Intervención de monseñor Migliore ante la Conferencia de Revisión del tratado antinuclear

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NUEVA YORK, viernes 7 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que monseñor Celestino Migliore, Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, dirigió ayer a la Reunión de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.

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Señor presidente,

Permítame felicitarle por su elección a la presidencia de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear. Mi Delegación le asegura su pleno apoyo en su empeño por lograr un resultado exitoso de la Conferencia.

En primer lugar, me gustaría leer el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha enviado a esta Conferencia: “El proceso para coordinar el desarme nuclear y la seguridad está estrechamente vinculado a la realización plena y rápida de los compromisos internacionales pertinentes. La paz, de hecho, se basa en la confianza y el respeto de las promesas realizadas, no sólo en el equilibrio de las fuerzas. Con este espíritu, aliento las iniciativas que buscan el desarme progresivo y la creación de zonas libres de armas nucleares, con miras a su eliminación completa del planeta. Exhorto a todos los participantes en la reunión de Nueva York a superar las cargas de la historia y a la paciencia para tejer una red política y económica de la paz con el fin de fomentar el desarrollo integral del hombre y las aspiraciones auténticas de los pueblos”.

Las armas nucleares siguen siendo un tema central en la agenda de desarme desde hace décadas. Estas armas siguen existiendo en grandes cantidades, algunas de ellas en estado de disponibilidad operacional. Ya no son sólo para la disuasión, sino que han conseguido atrincherarse en las doctrinas militares de las grandes potencias. El peligro de la proliferación se ha intensificado. La amenaza del terrorismo nuclear se ha convertido en real.

En este contexto, el de Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) sigue siendo un instrumento multilateral vinculante válido e indispensable para los Estados interesados en su totalidad, y especialmente en su llamamiento a las negociaciones «de buena fe sobre medidas eficaces relativas al cese de la carrera de armamentos nucleares en un primer momento, y al desarme nuclear, y sobre un tratado sobre desarme general y completo bajo un control internacional estricto y eficaz” (Art. VI).

Uno de los desafíos es el hecho de que los Estados poseedores de armas nucleares, 40 años después de la entrada en vigor del TNP, aún tienen que emprender de una manera clara y eficaz las negociaciones previstas por el art. VI del tratado, para dar cumplimiento a la sentencia de la Corte Internacional de Justicia sobre la conclusión de las negociaciones conducentes a la eliminación de las armas nucleares y sobre la adopción de las medidas adoptadas en el año 2000 para su eliminación completa. El desarme nuclear es uno de los pilares del Tratado, que en última instancia, condiciona a los otros dos por un simple hecho: mientras existan armas nucleares, se va a permitir e incluso fomentar la proliferación, y siempre habrá un riesgo de que material nuclear producido para el uso pacífico de la la energía se convierta en armas. La eficacia de nuestras preocupaciones y los esfuerzos para poner fin a la proliferación nuclear necesita apoyarse en una fuerte autoridad moral. La autoridad moral viene en primer lugar y ante todo del respeto y cumplimiento de las promesas y compromisos.

Las doctrinas militares que siguen confiando en las armas nucleares como medio de seguridad y defensa o incluso medida del poder, de hecho, retrasan los procesos de desarme y de no proliferación nuclear. La Santa Sede aboga firmemente por la transparencia, el desarme verificable e irreversible nuclear mundial y por que se aborden en serio las cuestiones sobre armamentos nucleares estratégicos, tácticos y sus sistemas vectores. En este contexto, la Santa Sede acoge con satisfacción el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. La entrada en vigor del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos (CTBT) es de la más alta prioridad. La prohibición universal de las explosiones nucleares, inhibirá el desarrollo de armas nucleares, y contribuirá así al desarme nuclear y la no proliferación, además de evitar mayores daños al medio ambiente. En este sentido, es crucial detener la producción y transferencia de material fisible para armas. El inicio inmediato de Tratado de Limitación del Material Fisible (FMCT) es una cuestión de responsabilidad y no debe aplazarse más. La Santa Sede alienta también a los Estados poseedores de armas nucleares y los que no poseen esas armas a ratificar los Protocolos respectivos de los Tratados sobre Zonas libres de armas nucleares, y apoya firmemente los esfuerzos para establecer una zona así en el Oriente Medio. Las zonas libres de armas nucleares son el mejor ejemplo de que la confianza, la seguridad y la afirmación de que la paz y la seguridad son posibles sin poseer armas nucleares.

La comunidad internacional tiene que buscar nuevos enfoques para el desarme nuclear. Es un hecho que ninguna fuerza en la Tierra será capaz de proteger a la población civil de la explosión de bombas nucleares, que podría causar muchos millones de muertes inmediatas. El desarme nuclear y la no proliferación son también imprescindibles desde el punto de vista humanitario. Cada paso en la no proliferación y desarme deben orientarse a garantizar la seguridad y la supervivencia de la humanidad, y deben basarse en los principios del valor preeminente e inherente de la dignidad humana y la centralidad de la persona humana, que constituyen la base del derecho humanitario internacional. Se pueden extraer muchas enseñanzas de la Convención sobre Bombas de Racimo y del Tratado de Prohibición de Minas antipersona, que han demostrado que es posible hacer una diferencia real para la seguridad humana, rompiendo las viejas costumbres.

Sr. Presidente, el mundo ha llegado a un momento oportuno para empezar a abordar de manera sistemática los requisitos legales, políticos y técnicos para un mundo libre de armas nucleares. Por esta razón, el trabajo de preparación de un convenio o acuerdo marco orientado a la eliminación gradual de las armas nucleares debe iniciarse tan pronto como sea posible.

Gracias, Señor Presidente.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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