BANGKOK, viernes 7 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- La injusticia social percibida por amplios sectores de la población y la corrupción son los dos factores principales que explican la actual crisis social y política en Tailandia. Lo afirma monseñor Louis Chamniern Santisukniram, arzobispo de Thare y Nonseng, y presidente de la Conferencia Episcopal del país.
“Los disturbios de las últimas semanas –declara en una entrevista a la agencia Fides el arzobispo- tienen sus raíces en problemas de justicia social: parte de la población se queja de las desigualdades y disparidades, y muchos ciudadanos sienten que no tienen igualdad de trato, igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, estándar de vida y bienestar con respecto a otros. Además, se suma el problema de la corrupción. Al igual que en diversos países asiáticos, esto es un problema grave en Tailandia, que pone de manifiesto la urgente necesidad de moralidad, transparencia, ética, responsabilidad de los dirigentes políticos y de cuantos gobiernan la comunidad civil”.
La Iglesia y la mayoría de la población apoya la ‘hoja de ruta’ de cinco puntos diseñada por el Gobierno y presentada a los líderes de la oposición: no transformar la monarquía en un arma en la lucha política; introducir reformas para superar las desigualdades; no exacerbar el conflicto social y político a través de los medios de comunicación; crear una comisión independiente de investigación sobre la violencia en las últimas semanas (27 muertos y 900 heridos); y emprender un serio proceso de pacificación nacional.
Todos esperan que esta pueda ser una forma de acabar con la crisis que desde hace tanto tiempo padece el país. La ‘hoja de ruta’ forma parte del anuncio hecho este jueves por el primer ministro Abhisit de disolver el Parlamento en septiembre y convocar nuevas elecciones el 14 de noviembre de 2010.
Monseñor Chamniern subraya: “La situación política es delicada y complicada. Tailandia es un país que tiene su historia, sus costumbres, su camino hacia la democracia. Creo que la ‘hoja de ruta’ habría tenido éxito si hubiera sido previamente acordada con la oposición. En política es importante moverse bajo el signo del diálogo, de la cooperación, del compromiso con los otros partidos. Seguimos esperando un acuerdo y rezando para que no haya violencia y para que el país puede reanudar un camino sano de democracia y estabilidad”.
Sobre el papel de los líderes religiosos, el arzobispo afirma: “En esta crisis, la política ha pedido ayuda a las comunidades religiosas. Como Iglesia, junto con las otras comunidades religiosas –también a través de una reunión pública reciente–, hemos tratado de contribuir igualmente con la oración, exhortando al diálogo, educando a la legalidad y a la justicia social, a la moralidad en las acciones sociales y políticas. En los próximos meses, he invitado a los fieles católicos empleados directamente en las administraciones civiles locales, a un curso de formación sobre la doctrina social de la Iglesia”.
“La Iglesia Tailandesa –concluye el presidente de la Conferencia Episcopal- continuará en su línea de oración, de diálogo con los componentes religiosos y civiles, de formación de las conciencias”.