CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 21 mayo 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede está recavando información para poder ofrecer un juicio ético sobre el anuncio hecho por genetistas de Estados Unidos sobre la producción de una célula «artificial».
«Es necesario esperar, para saber más sobre este caso», ha comentado este viernes el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi S.I.
Craig Venter, conocido como uno de los «padres» del genoma humano, anunciaba el día anterior en la revista Science que su equipo ha creado por primera vez una célula controlada por un genoma sintético.
Declaraciones similares han sido ofrecidas por el arzobispo Rino Fisichella, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, y por su predecesor en el cargo, monseñor Elio Sgreccia.
Por su parte, en Turín, en respuesta a los periodistas, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova, reconoció que, si se confirma este descubrimiento, «es un signo más de la gran inteligencia del hombre».
Ahora bien, recordó que «todo logro científico es válido si se adecua a la dimensión ética, que lleva en su corazón la dignidad auténtica de toda persona».
La edición del 22 de mayo de la edición italiana del diario de la Santa Sede, «L’Osservatore Romano», publica un artículo del doctor Carlo Bellieni, director del Departamento de Terapia Intensiva Neonatal del Policlínico Universitario de Siena (Italia) y miembro de la Academia Pontificia para la Vida en el que pide «unir valentía con cautela».
No se ha creado la vida
Bellieni aclara que el descubrimiento de Venter constituye un hito para la biogenética, ahora bien, aclara, «no se ha creado la vida, se ha sustituido uno de los motores».
Citando al genetista David Baltimore del California Institute of Technology, añade: «No han creado la vida: sólo la han copiado».
«Más allá de los anuncios y de los títulos de periódico se ha logrado un resultado interesante que puede encontrar aplicaciones y que debe tener reglas, al igual que todo lo que toca el corazón de la vida», explica Bellieni, colaborador habitual de ZENIT.
«La ingeniería genética puede hacer el bien –aclara–: basta pensar en la posibilidad de curar enfermedades cromosómicas».
«Las intervenciones sobre el genoma pueden -se espera– curar, pero afectan a un terreno sumamente frágil, en el que el ambiente y la manipulación desempeñan un papel que no debe minusvalorarse».
Ahora bien, concluye, «el ADN, si bien es un óptimo motor, no es la vida».
Venter también ha pedido regulaciones para evitar abusos de esa «poderosa tecnología». «Creo que las regulaciones existentes no bastan, y como inventores de esto y responsables de su desarrollo queremos ver que se hace todo lo posible para prevenir abusos», ha afirmado el genetista en declaraciones que publica este viernes el diario británico «The Independent».
Por Jesús Colina